Categorías

EL HOBBIT: LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS crítica: Poca mantequilla para tanto pan

Tercer y último episodio de El Hobbit con cinco ejércitos de los que al menos sobran dos

CHEMA PAMUNDI

Durante casi dos décadas, Peter Jackson ha tenido lo que cualquier geek consideraría a la vez el mejor y el peor trabajo del mundo: adaptar a la gran pantalla el grueso de la obra literaria de J.R.R. Tolkien, el padre de la fantasía moderna. Un proyecto descomunal, que muchos consideraban una locura irrealizable, que a punto estuvo de costarle la salud a Jackson (el hombre, que solía gastar una buena panza, se nos quedó en nada), y que nos deja como legado definitivo seis películas, seis mastodónticos blockbusters cuyo nivel de penetración popular se puede intuir simplemente explicando que, hace pocas semanas, uno de loslate shows con más audiencia de la televisión americana tuvo al dragón Smaug como entrevistado estrella, o que la palabra “hobbit”, que antes del estreno de La comunidad del anillo sólo conocían los aficionados a la literatura fantástica y los juegos de rol, es hoy en día un término común que usa todo quisqui incluso para hacer chistes.

Sin embargo, algo ha ocurrido entre El señor de los anillos y El Hobbit, las dos trilogías que componen esta serie. Algo ha ocurrido, y no ha sido bueno. Simplificando mucho, podríamos decir que mientras que en El señor de los anillos las necesidades artísticas de la obra pasaron por encima del marketing (recordemos que en un principio la distribuidora New Line quería resumir los libros de manera torticera para poder hacer sólo dos filmes en lugar de tres), en El Hobbit ha ocurrido todo lo contrario: se ha hinchado una novelita de 250 páginas escrita en tono ligero, hasta convertirla en tres abotargadas películas (8 horas en total) llenas de subtramas irrelevantes, redundancia narrativa, épica postiza y combates a cuál más plasta contra orcos digitales. Está claro que El Hobbit debería de haber sido una sola cinta. Pero claro, para cualquier productora de Hollywood tres navidades de taquillazo garantizado son mejor que una...

 

HOBBIT_2.jpg

"La próxima saga de Peter Jackson será una trilogía que mostrará cómo crece la barba de Gandalf"

 

Aún así, la codicia de los grandes estudios no basta para explicar el desaguisado, porque con todo y eso el resultado final podría haber sido mucho mejor del obtenido. Aquí es donde entra en juego Peter Jackson. El Jackson de hoy en día no es el del año 2001. El Jackson de hoy en día es un director consciente de que con la trilogía del anillo ya facturó la “opus magna” de su carrera, y que da la sensación de haber entrado en un periodo de grave decadencia creativa. Baste recordar que sus dos títulos inmediatamente anteriores al inicio de la saga de El Hobbit son dos decepciones como el indigesto remake de King Kong (¿para qué?) y el equivocadísimo drama sobrenatural The Lovely Bones (una historia sobre la violación y el asesinato de una menor, con un enfoque tan patoso que incluso parece disculpar al asesino). Esta pérdida del “toque Jackson” se mantiene a lo largo de toda la trilogía de El Hobbit, que salvo por algunas secuencias puntuales (el duelo de acertijos con Gollum, la aparición de Smaug en su guarida... y alguna otra debe de haber que ahora mismo no se me ocurre) nos revela a un director con pinta de estar agotado de tanta Tierra Media, tanta oreja de punta y tanto enanico descalzo. El hombre necesita con urgencia quitarse de encima toda la parafernalia hollywoodiense y marcarse un Criaturas celestiales o un Braindead con el que recuperar la frescura perdida.

Como era de esperar, El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos sigue la misma línea de murga insufrible que las dos partes anteriores. En cierto modo es la mejor de las tres, porque ata todos los cabos sueltos entre las otras dos y La comunidad del anillo, pero en cierto modo es también la peor, porque ni siquiera tiene un guión que la sustente: reducida a su esqueleto básico, es una hora de ejércitos desfilando arriba y abajo por la Tierra Media y otra hora de batalla con todo el CGI que el dinero pueda comprar, hasta el punto de que en muchas escenas lo que estamos viendo no es otra cosa que cine de animación camuflado. Aparte de eso, Jackson y sus guionistas salpimentan la cosa con un buen prólogo protagonizado por Smaug (el único momento de auténtico brío de toda la cinta), y con unas cuantas tramas secundarias (Thorin cegado por el oro de Erebor, la historia de amor interracial entre el enano Kili y la elfa Tauriel, Sauron y los espectros del anillo jugando al cucu-trás con Gandalf, Galadriel y compañía en Dol Guldur...), que ceban sin necesidad la historia para justificar los 144 minutos de proyección.

"Parece que el terapeuta de Peter Jackson le tenga prohibido hacer elipsis. Aquí no se resume nada. A la batalla de los cinco ejércitos le sobran como mínimo dos"

Si al menos la batalla en sí (el suceso en torno al que pivota toda la saga) fuese una pieza de acción memorable, uno podría irse más o menos contento para casa. Pero no. Es un lío de tres pares de narices, con grupos de tropas entrando y saliendo por todas partes y un montaje mareante que salta demasiado rápido de unos personajes a otros, marginando la coherencia narrativa en favor de una supuesta intensidad dramática... que no es tal, porque tras dos pelis y media trabajándoselo a fondo para que todos los enanos de la compañía de Thorin nos parezcan gilipollas, Jackson ha logrado que nos la traiga al pairo cuáles de ellos viven y cuáles mueren. Eso, claro, y la sensación de hartazgo, de “madre de Dios, esto no se acaba nunca”. Parece que el terapeuta de Peter Jackson le tenga prohibido hacer elipsis. Aquí no se resume nada. Incluso las escenas que funcionan bien, como el climático duelo entre Thorin y Azog o la llegada del ejército de enanos (Dain es uno de los pocos personajes secundarios que logran destilar carisma con apenas dos frases y unas pinceladas de personalidad), acaban saturando por exceso. A la batalla de los cinco ejércitos le sobran como mínimo dos.

De todas maneras, tampoco podemos hacernos ahora los tontos. Peter Jackson siempre ha sido un director pasado de vueltas, y para comprobarlo no hace falta irse hasta sus primeras obras gore sino que basta con recordar la trilogía del anillo: el surfeo de Legolas con un escudo, sus cabriolas estilo Spider-Man sobre un mûmakil, o los chistecitos a costa de la estatura de Gimli. En aquella ocasión, esos “stunts” parecían momentos de debilidad puntuales de un Jackson que en general se aguantaba las ganas de hacer más el burro por respeto a la obra del profesor Tolkien. En El Hobbit dicho respeto se ha evaporado, porque la libertad para añadir morralla a los guiones le ha hecho desmelenarse por completo. Si las escenas saltimbanquis de las dos primeras entregas ya parecían mucho (la ridícula persecución en las cavernas del Rey Trasgo o el descenso de los enanos por el río montados en barriles), en La batalla de los cinco ejércitos nos situamos sin complejos en el territorio del Correcaminos y Wile E. Coyote. Legolas hace parapente con un murciélago gigante; no contento con eso, más tarde se monta sobre un troll, le clava una daga en la quijotera y la utiliza como joystick para conducirlo; Bardo carga contra un enemigo por una calle imposiblemente empinada montado en un carrito... Es una Tierra Media con leyes físicas de videojuego.

 

"Hazte mechas y déjate barbita, y serás el 'Le llaman Bodhi' de la Tierra Media"

 

Y la verdad es que poco más se puede contar sobre una película que sólo parece estar interesada en cerrar arcos argumentales y establecer un nuevo record en cuanto a recuento de orcos muertos. Incluso Bilbo, teórico protagonista del asunto (esto se titula El Hobbit, señor Jackson; no “El señor de los anillos: orígenes”; ¡EL-HO-BBIT!), acaba ya de manera definitiva relegado a un papel secundario, una especie de locutor deportivo que se limita a ir anunciando en voz alta lo que sucede, para que no nos perdamos: “¡Thorin ha perdido la razón!”, “¡Vienen más orcos por el norte!”, “¡Han llegado las águilas!”, “¡Gol en el Bernabeu!”. Si su personaje se salva no es desde luego gracias al guión, que está demasiado ocupado con sus excesos épicos como para ayudarle, sino a la credibilidad que logra transmitir Martin Freeman en todo lo que hace. Su interpretación, elegante y llena de pequeños matices, nos devuelve una y otra vez a Tolkien. Cada vez que aparece en pantalla supone un alivio, en medio de tanto ruido y caos de espadazos.

En una de las escenas de diálogo más brillantes de La comunidad del anillo (cuando Peter Jackson sabía lo que se hacía), el propio Bilbo decía sentirse “frágil, disperso... como mantequilla untada sobre demasiado pan”. Acaso no haya una manera más cruelmente certera de definir lo que ha acabado siendo este experimento, equivalente a esas estúpidas teorías homeópáticas que dicen que cuanto más diluyes una sustancia más potente la haces. El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos, es pura homeopatía cinematográfica.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Condenada a alforfones

INF VNV 1

Recomendada por Kuato a: quien crea que lo que le faltaban a las dos primeras pelis de El Hobbit eran gusanos excavadores gigantes. Check.

No recomendada por Kuato a: quien no quiera ponerse de mala leche viendo a Legolas correr por las losas de un puente a medida que se van derrumbando, como si fuera Super Mario. Check.

Ego-Tour de luxe por: el sentido común de los herederos de Tolkien, que ya le han dicho a Jackson que ni hablar de adaptar al cine "El Silmarillion". La verdad es que nos quedan pocas ganas de ver otras catorce películas sobre la Tierra Media...

Atmósfera turbínea por: el desdén con el que Jackson despacha a Beorn, el “hombre-oso” que a priori debía ser uno de los héroes de la batalla final. No aparece en pantalla más de cinco segundos.

 

EL HOBBIT: LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS. Estreno en Venusville: 17/12/2014

 

Facebooktwittermail

1 Respuesta

  1. Anónimo
    JOSÉ BLANCO REYES<br /><p>Gracias a Dios que ya se ha acabado, lo que ha hecho Peter Jackson alargando lo indecible esta saga no tiene nombre. Quizás te has excedido en la nula valoración que le has otorgado pero estoy de acuerdo contigo con que habría quedado mejor si se hubiera limitado a rodar dos películas.</p>

Agregar comentario