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EL HOMBRE DE ACERO comentario: Mismos súpers, distintos collares

   

Mismos súpers, distintos collares

Mucho Christopher Nolan y mucho Zack Snyder,
pero nos han cascado el mismo Super de siempre

Por Ray Zeta

 

<¿De qué sirve un reboot si no es para darle un enfoque nuevo a la película? O aún diría más, emulando a los Hernández y Fernández de Tintin, ¿de qué sirve un reboot si no es para darle un enfoque nuevo a la película, habiéndose realizado para más inri ya uno pocos años antes? Esto es lo que ha pasado tanto con The Amazing Spider-Man (cinco años desde Spider-Man 3) como con El hombre de acero (seis años desde Superman Returns), que se nos ha contado la misma historia de siempre de la misma manera de siempre, sin aportar absolutamente nada que justifique su realización, más allá de los fines comerciales. La diferencia entre uno y otro caso es que mientras que de The Amazing Spider-Man no esperábamos nada, de El hombre de acero lo esperábamos todo.

   Christopher Nolan dio en la diana superheroica con su trilogía de El caballero oscuro, confeccionando el manual del buen reboot que seguir a pies juntillas. Esto es iniciar de cero la historia rompiendo absolutamente con el estilo de las películas anteriores. En su caso humanizando el personaje de Batman en pos del realismo, para alejarse del tebeo realizado por Tim Burton y Joel Schumacher, dejando de banda superhéroes y supervillanos para centrarse en héroes y villanos hechos a sí mismos de manera creíble (hasta un personaje tan estrambóticamente fantástico como el Joker es aquí un enfermo psicótico de carne, hueso y maquillaje). Por eso era de esperar que El hombre de acero se distanciara también de sus antecesoras recientes (Superman Returns) y no tan recientes (las cuatro Superman dirigidas entre 1978 y 1987), sorprendiendo en guión o tratamiento.

 

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"Ya te decía yo que este Superman tampoco iba por buen camino..."

 

   Pero no ha sido así. El hombre de acero es un Superman refritado de todos los Supermanes citados anteriores, como quien aprovecha las sobras de la carne para elaborar canelones y encima los sirve recalentados. Nada hay que sorprenda en él, ni su guión, ni su tratamiento, ni sus personajes. Y eso es poco, muy poco, viniendo de una producción de Christopher Nolan con dirección de Zack Snyder. Porque tal como ya he apuntado Nolan y Snyder nos cuentan la misma historia de siempre de la misma manera de siempre, apoyándose demasiado incluso en algunas de las pelis anteriores concretamente, esperando quizás que al mismo tiempo que adquiramos la entrada, el agente J nos borre la memoria con un desneuralizador.

   El prólogo en Krypton está más desarrollado que cuando vimos a Marlon Brando con peluca blanca en la versión del 78, pero sólo para presumir de aparatejos en un diseño de producción futurista que recuerda demasiado a la segunda trilogía de Star Wars (esos balcones desde donde contemplar esas navecitas revoloteando, ese Consejo…), además de lucir a Russell Crowe volando a lomos de un dragón como si en vez de Krypton estuviera en Pandora, y hacer que su holograma tenga capacidad de interactuación con el resto de personajes hasta poderlo contratar como monitor de Paintball. Se podría haber profundizado en la vida cotidiana de Krypton, conocer algo más de sus habitantes, de su día a día y de sus costumbres, pero nada, la única novedad destacada que aporta hace referencia a la natalidad, parece sacada de Matrix, y tampoco es importante para la historia.

 

  "¿De qué sirve un reboot si no es para darle un enfoque nuevo a la película, habiéndose realizado para más inri ya uno pocos años antes?"  

 

   Lo mismo ocurre con la infancia de Clark con papá y mamá Kent en Smallville. Es tanto el parecido de sus secuencias con la versión de Richard Donner, que en vez de a Kevin Costner y a Diane Lane nos parece estar viendo a Glenn Ford y a Phyllis Thaxter. Hasta los mismos Zack Snyder y Christopher Nolan son conscientes de ello y por eso nos cuentan esta parte en forma de flashbacks, para jugar al despiste y que no creamos que nos están colando la versión de Donner remasterizada. Podríamos haber visto a un Superman niño de mil y una forma diferentes más originales: como el bravucón de la escuela gracias a su superfuerza, viendo a las niñas en braguitas a través de sus rayos-X, como un joven inadaptado en vías de delincuencia con problemas de drogas… lo que quieran, pero no, una vez más nos muestran al niñito bueno visto mil veces aleccionado por los consejos de papá y peinado con la raya al lado con la saliva de mamá. ¿Queda mal? No, mal no, pero soso de cojones sí.

   Y así podemos continuar con todos y cada uno de los personajes restantes. Lois Lane vuelve a ser la intrépida periodista del Daily Planet que inmortalizó en su día Margot Kidder (sólo que aquí al estar interpretada por la pava de Amy Adams resulta menos creíble como mujer valiente, decidida y echá p’alante), y el general Zod, recogiendo Michael Shannon el testigo de Terence Stamp, no es más que una copia calcada del personaje ya visto pero más sobreactuado y con más cara de malo para que quede claro que es el villano de la función (de hecho, todo El hombre de acero no es más que un remake condensado de Superman y Superman II). The Amazing Spider-Man también es un reboot que no aporta absolutamente nada y también es mala, pero al menos tuvo la decencia de no repetir ninguno de los villanos vistos en la trilogía arácnida de Sam Raimi dándole la alternativa al Lizard (que quedara ridículo es otra cosa).

 

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"No les escuches pichurrín, no hay Superman más guapo que tú"

 

   Tan solo en el propio Superman se ve una intención de darle un enfoque diferente al personaje, sólo una intención… La de otorgarle a la película un tono más oscuro por otorgarle al personaje tanta presión por los superpoderes que posee (“un gran poder conlleva una gran responsabilidad”), que deba irse de vagabundo en plan Lobezno para aclararse y ahorrarse la minuta del psicoanalista (la barba ya la tiene, sólo le falta ir sobreviviendo a base de peleas organizadas en locales de camioneros). Es el único punto al que se le podría haber sacado algo de partido, y el que representa la concepción que tiene Christopher Nolan de los superhéroes. No verlos como superhéroes, sino como personas normales y héroes atormentados por su condición de superhéroes. Pero claro, Superman no es una persona normal, ni siquiera un héroe normal, es el superhéroe por antonomasia con mayúsculas, y por eso con él no funciona la humanización que tan bien funcionó con Batman.

   La historia de un hombre que se disfraza de murciélago para combatir el mal, la de un ingeniero que fabrica un traje-armadura como sofisticada arma de guerra, la de personas que nacen con una mutación genética y son marginadas socialmente por ello, son historias que funcionan con un enfoque tan serio como se desee. Pero la de un bebé que llega a la Tierra proveniente de un planeta exterior, desarrolla superpoderes, y combate el mal con un traje que lleva calzoncillos rojos por fuera… ¡mmmph!, está visto que no, que el tono que mejor le va es el frívolo tono tebeístico con humor tan bien plasmado en las entregas protagonizadas por Christopher Reeve, porque otro tono que no sea éste queda ridículo. Superman Returns fracasó en el intento de desfrivolizar el personaje con un guión a todas luces fallido (el regreso tras una larga ausencia y el descubrimiento de un hijo), y El hombre de acero ha fracasado por querer hacerlo mediante un tono más oscuro sin aportar novedades. Reboots o nuevas adaptaciones más o menos recientes como Batman Begins, 007: Casino Royale, Robin Hood, Blancanieves y la leyenda del cazador u Oz, un mundo de fantasía, aportaron novedades al contar sus respectivas historias desde una perspectiva diferente, en cambio la única novedad aportada por El hombre de acero es que este Superman no lleva los citados calzoncillos rojos por fuera. Y si eso es así, este Superman tiene un problema, un superproblema./>

 

 

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1 Respuesta

  1. Anónimo
    JOSÉ BLANCO REYES<br />Buen artículo, Zeta!!!

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