Araña gigante en el tercer acto No se fíen, un Superman que lleva los calzones Por Víctor Parkas |
<Si Nolan produjese un nuevo biopic sobre Gandhi, éste último seguro pasearía con una recortada durante toda la película. Incluso apadrinando a un caballo ganador como Zack Snyder para firmar el nuevo film del hombre de acero, todos los aciertos que el director de Sucker Punch cometió en otras adaptaciones del mundo del cómic como 300 o Watchmen brillan -en El hombre de acero- por su más pavorosa ausencia. Significativo es también que Jon Peters (popularizado a raíz de una jocosa charla universitaria impartida por Kevin Smith a razón de, precisamente, el frustrado proyecto Superman Lives) vuelva a estar acreditado como productor ejecutivo de la cinta tras su descalabro con Superman Returns, hecho sintomático con respecto al origen de los problemas de ésta, la nueva encarnación de Superman.
A El hombre de acero se le pueden reprochar muchas cosas: la marca de la casa Goyer/Nolan en forma de guión desaliñado por momentos, su protocolaria seriedad o el durísimo tratamiento de la acción y su diseño sonoro. Todos estos elementos se acaban encogiendo ante el mayor hándicap que padece la película: Superman no aparece por ningún lado. Y no hablamos en el sentido en que se puede decir de La leyenda renace que es más una película de Bruce Wayne que de Batman, o que en Iron Man 3 el protagonista absoluto es Tony Stark; en este caso, son los parámetros conceptuales de El hombre de acero los que impiden vislumbrar al icono inspirador, magnánimo y ejemplar que Kal-El representa: El hombre de acero es una película de un tipo muy fuerte que vuela. Eso y nada más que eso.
Si la tomamos así, como una película de sci-fi al uso, el resultado formal de la misma tampoco resulta innovador: la cámara errática en la acción remite a productos como District 9, el interés de su prólogo en extenderse para mostrar tan gráficamente la destrucción de Krypton -planeta natal del protagonista- es similar al que plantea Thor para narrar el exilio del nórdico, y el enfrentamiento entre Superman y Zod en Metropolis es -con velocidad de fotogramas al uso y un día más despejado- no muy diferente al que cierra Matrix Revolutions. Pero, aun y con todo eso, el film puede funcionar de perlas si sabes no echar en falta el mando con el que juegas al “DC Universe Online”.
"Man of Steel es una película de un tipo muy fuerte que vuela. Eso y nada más que eso" |
Aunque lo que de verdad ha conseguido El hombre de acero (para regocijo, supongo, de Jon Peters) es descubrirse como la película más oscura de todas las protagonizadas por el boy scout con superpoderes, lo que a priori no tiene que ser un problema: uno de los mejores números de Action Comics es el #775, donde Superman se enfrentaba a La Élite, grupo de estética a caballo entre el punk y el new romantic que obligaban a activar el modo badass de supes a niveles que no había tenido que franquear con ningún otro villano. La diferencia sustancial es que esta historia ha sido adaptada a cinta de animación y puede ser disfrutada por espectadores de todas las edades y El hombre de acero carece de la ética y la estética necesarias para ello. Y eso tratándose de un personaje como Superman es más que grave.
Aunque comparar es odiar, El hombre de acero sí que consigue abrir su defensa con mayor dignidad que Superman Returns en un aspecto concreto: si esta última fue estigmatizada por mostrar un Superman introspectivo y acongojado, lo que realmente estropeaba el conjunto era tener por otro lado la charada de Kevin Spacey y su Lex Luthor como contrapartida. Snyder ha sabido otorgar a su versión de Superman un tono afectado que puede gustar más o menos, pero que logra mantener durante todo el metraje. Esto hace que los momentos más emotivos (en su mayoría flashbacks de un Clark Kent pre/post-adolescente) cumplan de sobras su función para con el espectador. Azerbaiyán: two points.
Pese a su falta de sentido del humor, dolencia cada vez mayor en las películas de superhéroes, El hombre de acero podría haber pasado como un entretenimiento digno, incluso por una adaptación libérrima del material original. Podría haber sido todo eso si no fuera por el óbice que supone su cierre, del que incluso Nolan ha querido desentenderse. O bien tergiversándolo, o bien haciendo oídos sordos al “gánatelos al final” que Robert McKee recomendaba a Nicolas Cage/Charlie Kaufman en Adaptation, los responsables de El hombre de acero no están redefiniendo a un mito de la cultura popular, simplemente se están meando a las puertas de su Fortaleza de la Soledad./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Congelada en carbonita |
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Recomendada por Kuato a: los que creían que Superman se veía muy tonto con los calzones por fuera. |
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No recomendada por Kuato a: niños. Ni a fans de Richard Donner. |
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Ego-Tour de luxe por: la partitura de Hans Zimmer, capaz de hacerte creer que puedes invertir el sentido de rotación terráquea. |
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Atmósfera turbínea por: el desenlace de la batalla final entre Superman y Zod. El planteamiento es sonrojante y la ejecución obliga a tener vacío el cubo de palomitas para darle usos alternativos. |
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