LA BELLA Y LA BESTIA (2014) crítica: Amor a quemarrosa

Amor a quemarrosa

Enésima versión del cuento en la que sólo le
falta los patines para parecer un Disney on Ice

Por Anna Bou

<“La Bella y la Bestia”, ni en el título han innovado. Siempre me han gustado los cuentos, esas bellas excusas para emocionarse otra vez como un niño. Pero lo que no hace falta es que nos cuenten dos veces el mismo cuento, sordos no somos. Sería por el reparto, por el director, por mi ignorancia, o porque ya todos hemos visto mucho cine, que creí que esta versión de La Bella y la Bestia iba a ser una vuelta de tuerca a la historia ya conocida; pero tan solo ver la publicidad de la película, mi ilusión se fue al traste: look clavadito al de Disney, pero con humanos; parecía la publicidad de La Bella y la Bestia de Disney on ice, le levanté la capa a Vincent Cassel, para ver si llevaba patines...

El director Christophe Gans se tenía que haber arriesgado, y no pretender hacer una película que guste a todos los públicos en general, es decir, a nadie particular. Quien mucho aprieta poco abarca. Debería haber tomado nota de La Bella y la Bestia de Disney, esa joyita cinematográfica para niños pero que también enamoró a los adultos. Que una película de animación sea mil veces más emotiva que una hecha con actores, es razón suficiente para fabricarse una horca casera y colgarse de ella. Y eso que los actores prometían: el atractivo y carismático Vincent Cassel, y la bellísima Léa Seydoux, ahora mismo tan en el candelero gracias al éxito de La vida de Adèle.

"Primero una lesbi en Adèle y ahora la Bestia... En cuanto pille a un tío normal lo dejo seco"

La historia: una bestia retiene en su castillo a una bella mujer que se ha expuesto a ello a cambio de salvarle la vida a su padre. En los dominios de la Bestia la acecharán misterios que le irán descubriendo quién es ese ser solitario y trágico con el que cada noche se reúne para cenar... El problema no radica en la historia sino en, tal como he dicho, la falta de riesgo, de innovación, y en el tratamiento de la Bestia. Vincent Cassel, a pelo, con su peculiar rostro mezcla explosiva entre aristócrata y macarra de la noche, es mil veces más sugerente que este bello rostro de la Bestia. Sí, he escrito bien, “bello rostro de la Bestia”. A ver, no tengo ningún instinto zoofílico, pero esta Bestia está buena.

"Que una película de animación sea mil veces más emotiva que una hecha con actores es razón suficiente para fabricarse una horca casera y colgarse de ella"

Que se me entienda, de su rostro de león con nariz de Avatar, resulta un animal hermoso. Sumémosle, además, esos modales de conde-duque, ese lenguaje poético de erudito peludo, ese porte... En fin, que he visto hombres peores. Y añadir, por encima de todo, que ya sabemos cómo termina la historia. Hagamos un ejercicio de imaginación y pongámonos kafkianos (que es lo que debería haber hecho el director): ¿qué pasaría si este monstruo fuese un escarabajo, un mono titi, o un cocodrilo? ¿Qué pasaría si, en vez de hablar la lengua del amor que es el francés, la Bestia hablara una lengua de sonoridad más dura, por ejemplo alemán o árabe? ¿Qué pasaría si en vez de La Bella y la Bestia, fuese “La Bestia y el Bello”?

"Yo que sólo acepté el papel de la Bestia para ver al natural a la Sra. Potts, y aquí va y no sale"

Claro, tendríamos otra historia, pero eso es que de lo eso se trataba, de contar otra historia para sorprendernos, pues ya tenemos un impecable original de Disney. Parece que el máximo interés ha sido darle a la archiconocida historia un look gótico, pero esto no aguanta una película, y además larga (por Dios, ¿a qué se debe esta incontinencia tan frecuente últimamente en la duración de las películas?). La fotografía muy bella, sí, pero repetitiva, pues uno acaba hasta el moño de los vagabundeos de Bella por el bosque, por ese bosque gótico primo hermano de El pacto de los lobos, aunque ese look nos guste. En cambio, cosa curiosa o grave error, eché en falta más interactuación entre la Bella y la Bestia. Vaya, que el posible enamoramiento entre ellos es de una frialdad equiparable a la del Polo Ártico.

Hay alguna novedad, sí, como el maleficio de Bestia o los Tadums, unos seres mezcla entre perro y gremlins, que vienen a ser el equivalente del candelabro, la taza y los amigos fantásticos de Bella que aparecían en la película de Disney. Esta Bella y Bestia más que una película parece un desfile de pret à porter para que la bella y francesísima Léa Seydoux luzca unos vestidos que más parecen tejidos con nata que con tela. Desaprovechado un Vincent Cassel al que me apetecía muchísimo ver como una bestia, lo que más me interesa de esta película no es la película en sí, sino que alguien considerase en su día que esta La Bella y la Bestia pudiera interesar a alguien. La fe humana mueve montañas, pero no sé si moverá a muchos cinéfilos hasta la taquilla./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita



		Recomendada por Kuato a: los enamorados, para que tomen nota por si alguna vez tiene que soltar: ¿crees que, con paciencia o por costumbre, podrías amarme?

		No recomendada por Kuato a: los que esperen una historia muy distinta a La bella y la Bestia de Disney. Bueno, sí que hay diferencias, esta es peor.

		Ego-Tour de luxe por: no se puede negar que la idea de “una vida por una rosa” es hermosa si algún día se realiza.

		Atmósfera turbínea por: la inocencia del director al no mostrar, al principio de la película, la cara de quién le está explicando la historia a dos rubitos niñitos. Como para crear un suspense que da risa.