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LA CUEVA crítica: Cavernícolas

   

Cavernícolas

Tras Cavernícola y El clan del oso cavernario, lo
último en cuevas llega del cine de terror español

Por Ray Zeta

 

<Terror puro y duro lo más real posible. Natural cien por cien sin conservantes ni aditivos. Sin sustos, estridencias musicales, efectos sonoros u otros elementos habituales del género. Cinco jóvenes en una cueva viviendo una situación límite, ¿para qué más? Suficiente para llenar la pantalla de monstruos, pero no monstruos clásicos o sobrenaturales de esos peludos con dientes largos y orejas puntiagudas que acechan desde la oscuridad, estos monstruos te miran cara a cara a la luz del día, visten camiseta y vaqueros, y responden a nombres como los nuestros porque esos monstruos somos nosotros. Porque todos llevamos un monstruo dentro, basta rascar un poquito, como que estemos extraviados en una cueva a punto de morir por inanición, por ejemplo, para que salga de nuestro interior.

   Esa es la propuesta de Alfredo Montero, contarnos una historia simple, efectiva y cruda, sobre todo cruda, despojada de todo revestimiento innecesario de adorno. ¿The Descent con sus espeleólogas pijas? ¿La caverna maldita con sus exploradores guapetones? ¿El santuario con sus submarinistas de estar por casa? Olvídense de todas ellas. Demasiado recargadas, demasiado artificiosas, demasiado tramposas, y qué coño, también demasiado caras. Basta con tres chicos y tres chicas de acampada en Formentera con el objetivo, como buenos personajes adolescentes de película de terror, de pasar unas vacaciones emborrachándose, drogándose y follando (los tres propósitos absolutamente dignos, que levante la mano el que no se apuntaría), adentrándose en una cueva y perdiéndose en ella, para servirnos un festín terrorífico no apto para paladares sensibles.

 

"Propongo que juguemos a la `sotierra`, que es lo mismo que el `teto` pero bajo tierra"

 

   Y todo filmado en formato de found footage. Sí amigos, el estilo de filmación inventando por El proyecto de la bruja de Blair hace quince años sigue funcionando, como han demostrado desde Rec a Paranormal Activity (por citar un par de ejemplos, que ni ustedes ni yo tenemos todo el día), aunque en todas ellas haya algún momento en que el espectador deba suspender su credibilidad como gesto de buena voluntad. ¿Seguiría filmando alguien con un Godzilla persiguiéndole para morderle el culo como en Monstruoso? ¿Y si un alto rango militar confesara tener órdenes de arrasar la ciudad con toda su población civil? La cueva no es la excepción, y por mucha dificultad que entrañe transitar por ella cámara en mano, y por muchas salvajadas que allí se cometan (que se cometen), se filma todo-todito para ganar el primer premio del concurso “Vídeos de primera”.

 

  "Terror puro y duro lo más real posible. Natural cien por cien sin conservantes ni aditivos. Sin sustos, estridencias musicales, efectos sonoros u otros elementos"  

 

   Un estudio sociológico, una reflexión sobre la naturaleza del ser humano, un test psicotécnico de campo cargado de mala leche, con algún toque incluso de humor negro, que no satisfecho con limitarse a mostrar los monstruos anteriormente citados, se inventa también un muestrario de vampiros, caníbales y zombies (ahí es ná, aunque de forma figurada), acuciado por una atmósfera claustrofóbica angustiante totalmente natural y física, que no hace sino potenciar los elementos terroríficos reales. Porque Alfredo Montero jamás pisa el tentador pedal de la exageración y se mantiene siempre en un nivel de realismo absoluto para que todo sea creíble en todo momento. The Descent necesitaba sacar monstruitos mutantes que se habían adaptado a vivir bajo tierra en la oscuridad para crear terror. A La cueva le basta con sus protas echando suertes a la pajita más corta para que nos tapemos los ojos con las manos, y hasta aquí puedo leer, que decía Mayra Gómez Kemp en el “Un, dos, tres”…

 

"Decidido entonces, la próxima vez jugamos a la `piragua`"

 

   Y es que como otros directores hicieron antes que él, Alfredo Montero ha creado un producto ajustadísimo de presupuesto con el que poder probar su valía como director, tanto en cuanto a movimientos de cámara se refiere, como en el dominio del ritmo y del suspense, con tan solo cuatro cañas (bueno, en este caso digamos mejor cuatro piedras). Sam Raimi en la cabaña de Posesión infernal, Jaume Balagueró y Paco Plaza en el edificio de Rec, Nacho Vigalondo con sus paradojas temporales en Los Cronocrímenes, y Rodrigo Cortés en el ataúd de Enterrado, demostraron su buen hacer como directores también en condiciones mega-precarias a modo de carta de presentación y currículum. Alfredo Montero lo ha hecho en La cueva con un único espacio y cinco personajes, por lo que su foto retrato aparece en la misma orla de graduación que los dires citados.

   Acertada decisión pues la de rehacer la película. Porque si no lo sabían, La cueva conoció un primer montaje en 2012, y ahora a petición de Morena Films se ha filmado material nuevo con el que remontarla. Un nuevo prólogo, más escenas de interacción entre los personajes, y un nuevo epílogo, que dotan a esta versión definitiva de un mayor ritmo que la versión original, que si bien ya era más que correcta, sin duda ha ganado calidad al pulir estos detalles. Lo que la convierte en un caso único en la historia del cine español, porque no se trata de la habitual práctica de filmar escenas nuevas tiempo después de haber finalizado el rodaje. La primera "Cueva" fue presentada oficialmente en el Festival de Sitges en 2012, y ha sido parcialmente filmada de nuevo para ser presentada ahora comercialmente. Resultado: si cuando vimos Tiburón cogimos miedo de bañarnos en el mar, ahora tras ver La cueva no entraremos en una ni que sorteen cenas románticas con las protas de The Descent./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
 

Recomendada por Kuato a: quien necesite huir de la moda actual de cine fantástico adolescente, Crepúsculo y Los juegos del hambre a la cabeza. Que se meta en la cueva y ya le avisaremos cuando haya pasado la moda.

     
 

No recomendada por Kuato a: quien ya le cogió un yuyu viendo dónde Michael J. Fox escondía el DeLorean cuando viaja a 1885 en Regreso al futuro 3.

     
 

Ego-Tour de luxe por: que a diferencia de los survivals americanos, ni ellos están tan cachas, ni ellas están tan buenas.

     
 

Atmósfera turbínea por: que hombre, ya puestos no habría venido mal alguna muerte más y un poquitito de sangre más.

 

 

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