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LA ISLA MÍNIMA crítica: True Spanish Detective

Versión española de la serie TV True Detective substituyendo el Mississipi por el Guadalquivir

ROBERT THORNHILL

El fenómeno mediático provocado por la serie True Detective, que ha revolucionado las redes sociales como sólo antes había logrado Perdidos, llegando incluso a catapultarla al altar como mejor serie de la historia (sic), puede provocar las obligadas comparaciones con cualquier producto posterior donde hayan una pareja de detectives maniáticos y antagónicos que investigue algún asesinato en serie en ambientes turbios. La isla mínima invita claramente a ese Mortal Kombat con la serie creada por Nic Pizzolatto, aunque hay que dejar claro desde un principio que nos encontramos con una película diferente, con personalidad propia, que huye de situaciones corrientes buscando siempre ese plano nunca visto, manteniendo en tensión a un espectador al que se mantiene atento a la pantalla con miedo a perderse algún matiz, alguna escena que le clarifique ese desconcierto que le ha creado con maestría el director. La sensación cuando acabó la película es parecida a la que tuve cuando vi Seven o El silencio de los corderos, un sentimiento de que se ha visto algo grande y diferente, y que es de esas obras que inmediatamente se convierten en clásicos del cine español.

Y es que en La isla mínima, la maestría de Alberto Rodríguez hace que se huya de cualquier comparación posible con cualquier thriller americano enorgulleciéndose de su origen español, ambientando impecablemente la trama en la Andalucía profunda post-franquista de los 80, con esos personajes pueblerinos impagables que se convierten en esos secundarios que hacen que la película no pierda fuerza en ningún momento, haciendo lucir aún más a los detectives protagonistas.

 

"El que gane a los chinos dice que es demasiado viejo para esta mierda"

 

Si en Grupo 7 Rodríguez nos demostró que se había empapado de ese cine de drogas que parece ser patente de corso de los americanos, como Traffic, American Gangster o Training Day, creando una obra con personalidad propia con grandes persecuciones en los bajos fondos sevillanos, una violencia extrema y mucha testosterona en el ambiente (como tiene que ser), en La isla mínima llega a la excelencia en su carrera, esta vez, en un género tan supertrillado como es el de los asesinos en serie, pero en que él consigue que todo suene a nuevo, que nada recuerde a tal o cual película, y que todos y cada uno de los personajes tengan carácter propio desde el primero al último.

 

"En La isla mínima Alberto Rodríguez llega a la excelencia en su carrera en un género tan supertrillado como es el de los asesinos en serie"

Usando el método brillantemente utilizado por True Detective, esta película bien podría convertirse en una miniserie de cuatro o cinco episodios, donde se podrían desarrollar más las subtramas que existen a parte de la principal concentrada en encontrar al psicópata asesino de niñas de un pueblo marginal del que todo el mundo quiere huir, pero Alberto Rodríguez consigue condensar en 100 minutos una historia que se va mascando lentamente, como si estuviera David Fincher detrás de la cámara haciendo Zodiac, pero insertando picos de violencia y acción con esa realidad de la que ya nos hizo alarde en Grupo 7, con esos planos cortos con encuadres perfectos que hacen que uno se enganche a la escena.

 

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"Pues si yo hago de Woody Harrelson quiero una amante tan guapa como Alexandra Daddario" 

 

Las estrellas deslumbrantes de la película, esos personajes que durarán en el tiempo, son ese par de detectives renegados protagonizados por Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, que alternan el rol de poli bueno y poli malo, obligados a mantener una relación de buddy movie donde la tensión entre ellos se transmite por la pantalla siendo otro aliciente a añadir a una trama ya de por sí interesante. Ese ademán cansado, el carácter reservado y la imagen de estar de vuelta de todo de Raúl Arévalo, bien podría recordarnos al Matthew McConaughey de True Detective, así como esa actitud de vividor y mujeriego de Gutiérrez lo podríamos asemejar a Woody Harrelson, aunque hasta aquí las comparaciones. El duelo interpretativo de este par de extraordinarios actores es digno para recordar, con juegos de miradas asesinas, tensos diálogos y enfrentamiento de personalidades, sin que el director intente que el espectador se decante por uno u otro, porque ambos representan visiones distintas de una misma realidad de una época convulsa donde el franquismo aun coleaba en la sociedad.

En definitiva, dejando de lado a ese divertimento supertaquillero de 8 apellidos vascos y el producto de diseño demasiado correcto como es  El niño, estamos ante la película española del año, el thriller más perfecto que se ha rodado en España de la mano magistral de Alberto Rodríguez, donde no hay nada que falte ni nada que sobre: uno se monta en el tren de la película y se deja llevar cómodamente hasta el final. Me apostaría una mariscada con quien no piense que en Hollywood ya le habrán echado el ojo a esta obra maestra del cine español para trasladar la historia del Guadalquivir al Misisipi, y poner a un rostro malcarado como Jason Statham para dar mal rollo al asunto; es una malsana costumbre a la que europeos y asiáticos estamos tristemente acostumbrados.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Venus Hall of Fame

INF VNV 5

Recomendada por Kuato a: quien disfrutó con Crónica de un asesino en serie de Bong Joon-ho, una película también oscura y diferente.

No recomendada por Kuato a: los que se desgañitan con Matthew McConaughey en True Detective con sus aires pausados y enfermizos. Raúl Arévalo no le va a la zaga en parsimonia.

Ego-Tour de luxe por: esos pequeños toques imaginarios e incomprensibles en forma de pajaritos de colores y mujeres solitarias, que inserta Rodríguez en la peli emulando al mismísimo David Lynch. Con un par.

Atmósfera turbínea por: la certeza de que la recaudación de esta peli no estará a la altura de su extraordinaria calidad. Es más resultona El niño… y por supuesto Torrente 5.

 

LA ISLA MÍNIMA. Estreno en Venusville: 26/09/2014

 

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