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LUCY crítica: In the sky with diamonds

   

In the sky with diamonds

Scarlett Johansson entra en la piel de una
superheroína prima de Natasha Romanoff

Por Chema Pamundi

 

<El cine de Luc Besson siempre ha explorado el piscolabis de géneros; es una de sus marcas de fábrica. Es cierto que la mayoría de sus películas se encuadran en el thriller de acción, pero en este caso no cabe emplear la coletilla “al uso”, porque el francés siempre intenta perfumarlas con elementos de guión que revistan cierta originalidad, ya sea la ladrona yonqui de Nikita, dura de matar a la que el gobierno reprograma como asesina de élite (un planteamiento rompedor en su momento y que desde entonces se ha imitado hasta la saciedad), la historia de amor imposible entre un hitman y una niña en Léon, el profesional, la parodia al cine de gangsters de Martin Scorsese en Una familia peligrosa (que podría considerarse una visión payasa de lo que ocurre después del plano final de Uno de los nuestros), o el volantazo hacia el delirio fantacientífico que pega Lucy, el estreno que nos ocupa (tras una media hora inicial que te engaña haciéndote pensar que estás viendo una especie de Jason Bourne en femenino). La filmografía de Besson, aunque un tanto desigual, siempre resulta vigorosa y reconocible. Tiene una personalidad muy acusada, aunque dicha personalidad (como le ocurre también al cine de Tarantino) nazca del pastiche, de la apropiación de elementos ajenos.

   Y el cómic, siempre el cómic. Ya no sólo en títulos que son adaptaciones directas de un tebeo como Adèle y el misterio de la momia, sino en otros muchos que exudan aroma de viñeta por todos sus poros, como esa carta de amor a Moebius que es El quinto elemento o el tono de historieta de Métal Hurlant que ya mostró en su debut Kamikaze 1999: el último combate. También Lucy es, ante todo, una bande dessinée en movimiento. La cosa va de una tipa que hace de mula humana transportando en su abdomen un paquete de una nueva droga sintética. Su efecto más vistoso es potenciar cosa fina el rendimiento del cerebro, que los humanos normales jamás usamos por encima del 10% de sus posibilidades. Así, cuando por accidente el paquete con el que carga la muchacha le reviente dentro del cuerpo, sufrirá una sobredosis del copón bendito, convirtiéndose en una superheroina mutante cuyo poder irá aumentando casi de manera exponencial, a medida que más y más droga entre en su torrente sanguíneo. Según nos explica Morgan Freeman, si usáramos nuestro cerebro al 20 % seríamos capaces de controlar las células de nuestro cuerpo, mientras que al 40 % podríamos llegar incluso a modificar la materia. Hagan ustedes cuentas de los trucos de magia que aprenderá a hacer Lucy cuando llegue al 100 %...

 

"Ésta es mi verdadera cintura, y no la que salía en los carteles de El Capi 2"

 

   Lucy es un plato combinado hecho a base de ingredientes que por separado sabrían a poco, pero que juntos combinan inesperadamente bien y dejan al comensal lleno y satisfecho. Si fuese solo una película de ciencia-ficción psicotrópica se quedaría en chiste (incluso yo, que tengo dificultades para entender el funcionamiento de una aspirina, me doy cuenta de que las justificaciones que se nos van dando a lo que ocurre en pantalla son pseudociencia de garrafón), y si sólo fuese una película de Scarlett Johanson practicando el gun-fu parecería una copia desvaída de su personaje de la Viuda Negra en Los Vengadores. Es precisamente el túrmix, la mezcla, lo que le da a Lucy toda la gracia. Quizás Besson se guste demasiado con el discurso humanista y new age, intercalando en medio de la narración imágenes de la formación del universo o de primates prehistóricos, como si esto fuese un remake de El árbol de la vida dirigido por Takashi Miike o Johnnie To, pero acaso la única manera de hacer que nos traguemos la píldora que propone Lucy es huyendo hacia delante y exagerando lo más posible con este tipo de cosas. ¿No hemos quedado en que esto era un tebeo? Pues que se note.

 

  "Lucy es un plato combinado hecho a base de ingredientes que por separado sabrían a poco, pero que juntos combinan inesperadamente bien y dejan al comensal lleno y satisfecho"  

 

   Por desgracia Besson no es Miike ni To, y las escenas de disparos, tortas y persecuciones adolecen de cierta sensación de “esto ya lo he visto antes y mejor hecho”. Tampoco los secundarios aportan demasiado (excepto por el siempre solvente Morgan Freeman), siendo el caso más flagrante el de Choi Min-sik, fantástico actor coreano que interpreta a un villano desaprovechadísimo: empieza marcando territorio en una tremebunda escena de arranque, pero a partir de ahí se va desinflando hasta parecer un pobre tarugo (entre otras cosas porque el espectador no tarda en darse cuenta de que, sencillamente, no es rival para una tipa capaz de doblar el continuo espacio-temporal).

 

"Si algún día Samuel L. Jackson os falla como Sargento Furia, no dudes en llamarme"

 

   Aún así, si hay algo que tenía que funcionar en Lucy era el personaje central, y vaya si funciona. Hace solo un lustro a nadie se nos hubiese ocurrido que una actriz como la Johansson pudiese dar el tono adecuado (ni físico ni interpretativo) como chica de acción, y sin embargo ahí la tenemos, haciendo el saltimbanqui y aportando credibilidad y carisma a cualquier papel que le cae en las manos. La película es ella, y ella lo hace bien, así que todo lo demás también acaba funcionando por ciencia infusa (o quizás es que, como nos estamos divirtiendo, le perdonamos que funcione a trompicones). A Besson le encantan las mujeres que se empoderan por la vía de las armas en un mundo de hombres. A lo largo de su carrera se ha inventado unas cuantas, y se puede decir que Lucy es la más interesante de todas ellas (desde luego tiene bastante más chicha que la insípida protagonista de Colombiana o el personaje de Amber Heard en Tres días para matar, por poner los dos ejemplos más recientes de guiones firmados por el gabacho).

   El batiburrillo cuántico (sobre todo en el enloquecido tramo final del filme) cae simpático, está resuelto con algunas soluciones visuales muy logradas (Lucy metiéndose en la mente de un tipo para recabar información por vía telepática, o rastreando llamadas de móviles con simples gestos de la mano, como si el mundo real fuese un iPad con el que está jugando), y da una perspectiva nueva y fresca a lo que de otro modo habría sido una cinta de acción correctita. La pasada de rosca que es Lucy se disfruta hasta tal punto que, por una vez, uno sale del cine lamentando un final cerrado que niega de manera rotunda cualquier posibilidad de una secuela. ¿O no?/>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
 

Recomendada por Kuato a: quienes hayan visto recientemente la nueva versión de la serie "Cosmos" y crean que le faltan tiroteos.

     
 

No recomendada por Kuato a: amantes de la ciencia-ficción hard que anden cortos de tragaderas.

     
 

Ego-Tour de luxe por: la capacidad de Besson para dejarnos picuetos con cada nuevo desarrollo de los poderes de la protagonista.

     
  Atmósfera turbínea por: un villano tan gilitonto que no se da cuenta de que, en vez de limitarse a vender la droga, podría usarla para crear un ejército de super-soldados y dominar el mundo.

 

 

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