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OLD BOY crítica: Platos que se sirven fríos

   

Platos que se sirven fríos

No se confundan, la venganza del protagonista no
es hacía el peluquero que le ha dejado ese peinado

Por Chema Pamundi

 

<Imaginen el cuadro: eres un tipo de mediana edad, a primera vista un don nadie con una vida completamente gris. Una noche eres secuestrado sin razón aparente por un grupo de desconocidos que te encierran en una claustrofóbica habitación presidida por un pequeño televisor. Imagina que te pasas allí prisionero quince largos años de tu vida, sin ningún contacto humano y sin conocer la identidad ni las motivaciones de tus carceleros. Imagina que, durante todo ese tiempo, el televisor de tu cuarto es tu único filtro del exterior y tu única compañía.

   Ahora imaginen que pasados los quince años tus captores te liberan, también sin motivos aparentes y sin dejar tras de sí ninguna pista. Quieres respuestas, por supuesto, pero no sabes por dónde empezar ni a quién acudir. Tus amigos ya no existen, tu familia ya no existe, tú ya no existes. Llevas tanto tiempo apartado del mundo real que todo te parece irreal. El aislamiento y la televisión han desmontado tu cerebro, y luego lo han vuelto a montar con todas las piezas cambiadas de sitio. Eres tan incapaz de comunicarte con los demás como un extraterrestre. ¿Qué haces? Buscarlos a todos y matarlos, claro.

 

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"En esta foto llevaba el pelo teñido de naranja a lo Pumuki"

 

   Angustiosa crónica sobre la soledad, la locura y el sentimiento de pérdida, tamizada por el recurrente tema de la venganza y filmada con una abundante sobredosis de mala leche y crueldad formal, la película del coreano Park Chan-wook reformula todo su cine anterior (la suya es una filmografía marcada siempre por las tragedias extremas, como Simpathy for Mr. Vengeance) y se aúpa por derecho propio como la primera obra maestra del cine freak para este 2005.

 

  "El único adjetivo que no cabe aplicar a Old Boy es el de ‘mesurada’. Es una película visceral, operística y pasada de vueltas en todo"  

 

   Algunos críticos han dicho de Old Boy que su guión parece el trabajo de fin de curso de un estudiante de cine, por su falta de verosimilitud y sus excesos melodramáticos. Yo en cambio lo que veo es un tebeo (de hecho, la película está basada en un manga homónimo) excelentemente escrito y mejor dirigido, con un desparpajo desarmante, unos personajes que enganchan, una encomiable capacidad para epatar sin aturdir ni pasarse de efectista, la suficiente inteligencia como para tocar temas profundos sin abandonar la senda del cine-espectáculo, y una rítmica narrativa que funciona con la precisión de un martillo neumático. Imposible aburrirse. Imposible no emocionarse.

 

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"Me vengaré de quien me ha servido el pulpo demasiado crudo aunque sea lo último que haga"

 

   El único adjetivo que no cabe aplicar a Old Boy es el de “mesurada”. Es una película visceral, operística y pasada de vueltas en todo: en su arrebatada historia de amor, en su milimétrica ejecución de una venganza de proporciones bíblicas, en el hermetismo de su trama y los continuos quiebros argumentales con los que bombardea al espectador hasta el último minuto, en su comicidad de cartoon de la Warner, y en sus estallidos de violencia ultra-cafre (no tanto física como psicológica). Park Chan-wook no inventa nada en Old Boy, pero aplica todos los recursos a su alcance con un talento exquisito. Utiliza la música, los encuadres forzados, las cámaras lentas, las superposiciones de imágenes y todo un abanico de soluciones estilísticas clásicas para enriquecer la narración sin rebajar el discurso.

   En este sentido, son especialmente efectivas un par de secuencias que el director mantiene con una duración más allá de lo razonable: en la primera, el protagonista se come un pulpo vivo a dentelladas (todo al natural; ni trampa, ni cartón, ni Industrial Light & Magic que valgan); la segunda es una magistral pelea contra una turba de matones en un pasillo, filmada en un único e inacabable travelling lateral (lo mejor de la función). O sea, que en el fondo y pese a su rabiosa modernidad, Old Boy encuentra sus mejores hallazgos en el cine “old school”. Para entendernos, más cerca de Orson Welles que de Quentin Tarantino. Aunque parezca todo lo contrario. ¿Obra maestra, habíamos dicho? No lo sé, pero desde luego a mí no se me ocurre una definición mejor./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Venus Hall of Fame
     
     
 

Recomendada por Kuato a: cualquiera que crea que el cine ha perdido su capacidad de sorpresa. Que vaya a ver Old Boy y luego me lo cuente.

     
 
No recomendada por Kuato a:
quien le tenga tirria al pulpo a feira
     
 

Ego-Tour de luxe por: conseguir la hazaña de explicar lo mismo de siempre (“mi venganza será terrible” y tal) de manera que parezca la historia más original jamás contada.

     
  Atmósfera turbínea por: la lamentable distribución de la película en España. Se ve que ganar el gran premio del jurado en Cannes y el de mejor película en Sitges no es bastante bagaje para hacer saltar de la cartelera a Las aventuras de Borjamari y Pocholo. País de mierda...

 

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