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TUSK crítica: I Am The Walrus

Kevin Smith se descuelga en Tusk con una gamberrada entre el Dr. Moreau y los Beatles

CHEMA PAMUNDI

Kevin Smith es un poco como esos amigos pesados con permanentes ganas de llamar la atención. Hace unos años anunció que dejaba el cine, tras el sopapo de público y crítica que se llevó con Red State (salvo en el festival de Sitges 2011, donde le dieron el premio a mejor película del certamen porque, palabras textuales del jurado, Smith “les caía muy bien”). Tres años y pico más tarde, viendo que casi todo el mundo se había quedado tan pancho ante aquella amenaza, Smith no solo no ha dejado el cine sino que se ha descolgado con su obra más estrambótica hasta la fecha (y ojo, que estamos hablando del director de una marcianada como Dogma). O sea, lo que quiere en realidad Kevin Smith es que le demos un abrazo y le digamos lo mucho que nos sigue molando su rollo. Bueno, pues si hay que hacerlo, se hace.

   Tusk nació como un chiste, una historia improvisada en el podcast de Smith una noche en la que (dicen) iba bastante fumado. A partir de ahí se vino arriba e hizo una encuesta entre sus oyentes, para que éstos decidiesen si les haría gracia que dicha historia se convirtiese en película. Por supuesto le dijeron en masa que sí, y aquí tenemos el resultado. Como puede deducirse con facilidad a partir de esta anécdota, Tusk es en gran medida una mamarrachada. Pero oye, al fin y al cabo la ya mencionada Red State también lo era, y además tenía unas ínfulas de cine de denuncia social que le pegaban menos que tres pistolas a un santo. Personalmente, puesto a escribir y dirigir mamarrachadas, prefiero que Kevin Smith se ciña a lo que ya ha demostrado que sabe hacer.

 

"Si te gustó La isla del Dr. Moreau vas a flipar con esta peli"

 

El personaje central de Tusk es Wallace (Justin Long), un locutor muy gilipollas de podcasts que viaja al Quebec con la intención de entrevistar a algún canadiense lo bastante chiflado como para merecer ser ridiculizado en su programa, y se acaba topando con más, mucho más de lo que esperaba: un psicópata llamado Howard (Michael Parks) cuya intención es transformar a Wallace en morsa mediante una serie de complicadas operaciones quirúrgicas. Sí, para bien y para mal el argumento de la película es tan estúpido como suena.

"Wallace es un locutor muy gilipollas de podcasts, y Howard un psicópata cuya intención es transformar a Wallace en morsa mediante operaciones quirúrgicas"

Tusk es desigual, excesiva y tontaina, se pierde en interminables escenas de diálogo que podrían ser mucho más cortas y efectivas, y cambia tantas veces de tono que uno al final no sabe si está viendo una comedia burda con toques de body horror, o una body horror movie con sketches estilo Jay y Silent Bob. Pero también tiene un punto descarnado y patético que el autor de Clerks no había logrado nunca antes, y desde luego es su obra más desacomplejada y segura de sí misma en muchos años. Por una vez Smith no intenta vendernos ningún mensaje pretencioso, ni erigirse en portavoz de una generación. Como mucho podría decirse que trata de expurgar su propio miedo a perder la capacidad de narrar, de crear mediante el lenguaje (que es un poco lo que le ocurre al protagonista del filme).

 

"No por favor, ¡más chistes sobre Star Wars, no!"

 

Pero no perdamos de vista que, por encima de todo, lo que intenta hacer Smith en Tusk es un ejercicio de estilo: contarnos un cuento que nos horrorice, nos sorprenda y nos divierta al mismo tiempo. A ratos incluso lo consigue, especialmente en las escenas entre el asustadísimo Wallace y el inmisericorde Howard, que destilan electricidad y peligro (aunque eso sea sobre todo gracias al recital interpretativo de Michael Parks, un actor que ya ha demostrado sobradas veces que es capaz de convertir en diamante los papeles más histriónicos). En el tuétano de Tusk subyace algo muy oscuro, y es de lamentar que Smith lo malogre en parte con una dirección patosa y algunos intentos autoconscientes de reducir la fábula a mero chascarrillo, cuando aquí había potencial para bastante más. Aún así, esta película tiene un “algo” inaprensible que la hace especial, quizás sea su absoluta falta de vergüenza, su ferocísima mala hostia o ese tono hipnótico de fábula explicada al calor de una fogata. La vi hace algunos meses en el Festival de Sitges y le encontré más fallos que aciertos, pero me plantó dentro una semilla. La he vuelto a ver para escribir esta crítica y se me está ganando. Me da cierto apuro verla de nuevo de aquí a un año y acabar comprándome el póster y la camiseta...

Por lo que parece, Tusk forma parte de una “trilogía del Canadá paranormal” que Smith pretende completar a lo largo de los próximos años. No es tan mala idea, al fin y al cabo estamos hablando de un director que necesitaba con urgencia un cambio de rumbo artístico, algo que le devolviera las ganas de hacer cine. Quizás lo haya encontrado. Le quedan muchos detalles por pulir, pero el germen para volver a ser un cineasta interesante está ahí, escondido en algún rincón de ese traje de morsa...

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

Recomendada por Kuato a: quien había perdido por completo la fe en Kevin Smith (lo cual, extrañamente, equivale a recomendársela a todo el mundo).

No recomendada por Kuato a: quien espere ver “la nueva comedia del director de Clerks”, o “la nueva película de horror del director de Red State”. En ambos casos, no entenderá nada.

Ego-Tour de luxe por: esos FX artesanales y hasta “cutres” que, oh paradoja, dan a Tusk una credibilidad y un desparpajo de serie B que le hace mucho bien.

Atmósfera turbínea por: da cierta rabia que a Smith le hayan sobrado chistes gruesos y le haya faltado guión para convertir Tusk en un verdadero peliculón de culto.

 

TUSK. Estreno en Venusville: 06/02/2015

 

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