X-MEN: APOCALIPSIS crítica - Diario de Venusville

X-MEN: APOCALIPSIS crítica: Katniss contra el malo de los Power Rangers

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X-Men: Apocalipsis es aburrida. Tiene tres o cuatro peleas mezcladas con una horda de personajes que ya conocemos desarrollándose hacia algo que ya hemos experimentado de maneras que ya conocíamos, y entonces llega a un climax caótico e impersonal en el que mueren millones de personas durante tanto rato que llega un momento en el que ya te da igual. Antes de entrar le comentaba a un compañero: “para mí, un punto de inflexión hacia abajo en la película puede ser si pierden el tiempo en crear una secuencia sólo para explicarme por qué Xavier es calvo”. Y mira, efectivamente, ahí está. Tratado como un gran momento de inflexión en su desarrollo. El momento en el que perdió el pelo y quedó ¿qué? ¿traumatizado de por vida? Pero oye, igual es que me ofende porque como calvo, parece que un protagonista sólo puede unirse a mi etnia capilar a través de un cataclismo...

¿Debería hablar de la edición, o de la dirección de fotografía? No sé. El reparto está más que competente en todas sus interpretaciones, y Magneto, Cíclope, Rondador… son más que reconocibles, interesantes y atractivos, pero todo lo que les pasa es lento, ya lo hemos visto (y mejor), y se les separa cada vez más de los cómics y de las películas anteriores (aunque se hace sistemáticamente como que no). Apocalipsis es un malo de los Power Rangers que se pasea por ahí moviendo las manos (mover la cara sería demasiado pedir con tanto plástico) y que cada vez que aparece parece que va a hacer algo chulo. Pues no.

X-Men: Apocalipsis es una película que se basa en un 80% en el fan service, pero sin haberle preguntado a los fans qué es lo que les gusta. La chica que interpretaba a Mística, la mala de tres al cuarto que teníamos, se ha hecho superfamosa, así que lo más normal es que funde los X-Men y los lidere, cagándose ostentosamente en 50 años de tebeos y en todos los presentes. Mercurio moló en la anterior (cuando le usamos como parche para dañar la película de los Vengadores que se había rodado antes pero se estrenaría después), así que pongamos una escena el doble de larga y llena de patochadas. Y tenemos que sacar a Lobezno, así que pausemos la trama durante 20 minutos sólo para justificar una escena de Hugh Jackman que rompe toda la lógica de todos los personajes involucrados en ella (y borra sin remedio todos los eventos futuros que nos hicieron enamorarnos de ellos).

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La saga de X-Men de Bryan Singer tiene unos elementos de estilo y diseño que la identifican y unen como un todo, en un puzzle mágico. Al apagarse el logo de 20th Century Fox seguimos viendo la x durante un segundo; al acabar el prólogo vemos cerrarse la puerta de Cerebro, el ordenador telépatico de Xavier; la mansión, su cartel de la entrada, el diseño de Cerebro, los pasillos subterráneos de la mansión; Auschwitz, el campo de concentración en el que Magneto fue separado de sus padres de niño... Estos elementos conectan las películas entre sí de manera mágica y totalmente ajena a la trama en sí, que se centra específicamente en hacer justo lo contrario y negar todos los momentos relevantes del resto de películas de la saga, una y otra vez.

Singer es totalmente incapaz de comprender el término continuidad, y le es tan alienígena que cada una de sus películas referencia todas las demás al mismo tiempo que niega todos sus acontecimientos con la torpeza de alguien que se lava el culo con su público. La ficción de este tipo no se consume como él cree. Ahora tenemos las películas en un estante o en una cuenta digital para revisitarlas, y son imposibles de revisitar, simplemente, porque se esfuerzan constantemente en decirte que las demás películas de su propia saga son mentira.

“No, pero eso es porque esto es después de un reinicio”... No me refiero a líneas temporales, me refiero a que, visites la mansión X en los 70, los 90 o 2010, siempre te encuentras a Júbilo con 16 años sentada en el mismo sitio. A que hemos visto el origen de Lobezno CUATRO veces, todas de manera distinta y todas con el mismo actor, negando siempre los detalles de las otras veces, pero al mismo tiempo jugando a que es la misma vez con el uso de actores y personajes. Ya es imposible seguir esta saga como tal. Esto no es cine creando una ilusión de vida real, es cine creando una situación onírica de esas en las que estás hablando con alguien y de pronto es otra persona y entonces es una silla.

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“No, en serio, es que es un reboot”... Un reboot no, el tercer reboot consecutivo después de Primera clase y de Días del futuro pasado, pero sigue jugando todo el rato a que es precuela - secuela, a que todo se dirige al mismo sitio que las películas que ya vimos… sólo para entonces romperlas y borrarlas. Al salir de ver X-Men: Apocalipsis, el compañero de mi izquierda me preguntó. “Bueno, ¿qué te ha parecido?”. Y le dije “algo aburrida, pero me ha fastidiado que esta saga se cague ostentosamente en los tebeos y en su propia continuidad...” Y me cortó. “Ah, tú es que lees los cómics, por eso no te gusta”. Coño, claro. Es una peli de un tebeo, cojones.

“¿Y dónde queda la libertad del artista?”: En el modo en el que interpreta ese producto con 50 años de historia. Fox, Singer y Arad viven en el autoconvencimiento de que este producto con 50 años de historia no tiene ninguna virtud propia, y que su misión es borrar todas sus características y crearlas de cero, ya que se saben mucho mejores narradores y creadores que 50 años de guionistas y dibujantes de tebeítos de mierda para niños. El problema es que han empezado a tratar así también sus propias películas. A este paso, para la próxima, empezarán a negar la continuidad entre la presentación nudo y desenlace de la misma cinta. Igual es un experimento sobre la estructura narrativa y no me he dado cuenta.

En resumen, que esta película sólo es disfrutable para alguien que no entienda “X-Men 6” como una secuela, sino como una película independiente sin otras películas anteriores, y además no haya leído los cómics… salvo porque su mayor virtud es un epílogo de cuatro minutos dedicado exclusivamente a quien haya leído los cómics. La sensación inmediatamente después de encenderse las luces de la sala es “como mola”, pero se debe a un epílogo que promete algo de lo que la cinta (y gran parte de la saga) carecía completamente (La Patrulla X). Si le gustó a usted Batman v Superman: El amanecer de la justicia o Capitán América: Civil War, no vaya a ver ésta. Si esas dos cintas le parecieron carentes de virtudes cinematográficas, quizá ésta sí la disfrute.

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