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A GHOST STORY crítica: Sábanas tristes

Peli de casas encantadas con Casey Affleck de fantasmito primo de Casper en A Ghost Story

ANNA BOU

Me gustaría susurrar al oído esta crítica, más que escribirla, pero como nuestra tecnología todavía no concede este deseo, voy a presionar flojito las teclas del ordenador para crear el efecto más parecido posible. Sutil y delicada como un haiku, si exprimiéramos A Ghost Story, saldrían tres versos que condensan belleza, tristeza y el paso del tiempo. Película tan sencilla como su título. No es de extrañar que, tanto en Sundance como en el Festival de Sitges (en el que fue galardonada con el premio a la mejor fotografía), fuera de las más celebradas.  La pregunta "¿ya has visto A Ghost Story?" era la más comentada por los corrillos. Porque la historia de este fantasma a la antigua usanza entró por vía directa a la exigente sístole de todos los sitgeros cinematográficos. O de casi todos.

David Lowery dirige y escribe el guión de esta película de idea tan simple como efectiva: un músico (Casey Affleck) muere en accidente de coche y vuelve (de hecho nunca se fue) a la vida terrenal cual fantasma. A su hogar. Junto a su mujer (Rooney Mara). Y esta idea tan casperiana de fantasma con sábana, que incluso podría -a priori- parecer inocente o naif, logra alcanzar una profundidad y una potencia visual que dejará imágenes grabadas a fuego en las retinas. A quien tenga retinas.

 

A Ghost Story

"Si esperas que moldee arcilla a ritmo del 'Unchained melody', vas fresco"

 

Porque estamos ante un fantasma de los de toda la vida, con dos agujeros negros en vez de ojos, cual par de pozos cosidos a un rostro sin rostro pero igualmente expresivo, triste, como si los pliegues de la sábana adquirieran expresión facial. Sábana que camina, se encoge de hombros, agacha la cabeza, se sienta de bruces. Todo gestos, como esa mano que, detrás de la sábana, recorre el cuerpo de la amada con una caricia muerta. Hay que tener mucho, pero que mucho cuajo para atreverse con una idea tan sumamente simple que reduce el elemento fantástico a la mínima expresión. Podía haber salido mal. Pero no. Todos los efectos digitales del mundo se flagelan y enrojecen ante una simple sabanita que consigue expresar, de la manera más sobria, más artesanal y más limpia, la profunda depresión de un alma en pena que tan sólo quiere regresar a su hogar y contemplar a su mujer. Abrumado, solo, o como mucho en compañía visual de otros fantasmas de otras casas, tan solos y abrumados como él.

"Con A Ghost Story estamos ante un fantasma de los de toda la vida, con dos agujeros negros en vez de ojos, cual par de pozos cosidos a un rostro sin rostro pero igualmente expresivo"

Lenta, a ratos A Ghost Story es lenta de cojones, cierto, David Lowery se regocija en ello, se gusta y mete el dedo en la llaga de la lentitud. O lo tomas o lo dejas. O la amas o la odias. Como el monólogo en la fiesta, o el rato que observamos el cadáver en la morgue, o la cúspide de la paciencia que es la ya famosa escena del pastel, que ha pasado a los anales (anales, qué palabra tan dudosa para un momento tan bonito) de las escenas suspendidas, sin ley de la gravedad: cuando Rooney Mara, en un plano inmóvil, come durante cinco eternos minutos de reloj (velocidad del mundo, chúpate esa) una tarta. Aunque en realidad, lo que devora Rooney Mara no es una tarta sino su dolor, el duelo entero. Y nosotros las uñas, cierto.

 

A Ghost Story

"Me parece a mí que esto no es el casting para la nueva versión de Casper"

 

La atracción y combustión entre Casey Affleck i Rooney Mara (que ya trabajaron para Lowery en En un lugar sin ley) debería estudiarse en cualquier Facultad de Química Íntima, si tal facultad existiese. Y si existiese un Museo de la Ternura, la larga escena (como no podía ser de otra manera) en la que los dos protagonistas se abrazan y se besan a cuentagotas en la cama sería, sin ningún lugar a dudas, su Gioconda, el tesoro del hipotético museo. No se puede ser más bello. Deliciosos abrazos y besos secos, sin edulcorantes añadidos, como si fuesen la definición por antonomasia de lo que es un abrazo de pareja: mitad amor, mitad impotencia. Y la música. La conmovedora y espectral música compuesta por Daniel Hart da el latido perfecto al aliento de la película, cuyo tema principal "I get overwhelmed" es poderoso y hermoso como un mantra moderno.

Venusvilleras, venusvilleros, déjense seducir por esta historia existencial y silenciosa cargada de gran cine. Enamórense con las transiciones del tiempo que Lowery filma con suma habilidad y poderío. Enamórense del vagar de este fantasma pululando por los campos, por la casa, por las  ruinas, por los rascacielos, arrastrando esa sábana cada vez más sucia, más deshilachada, más alicaída, más sin hogar. Dan ganas de abrazar a este fantasma, hacerle compañía, taparse con su sábana a modo de mantita y contemplar juntos cómo el tiempo viene, cómo el tiempo se va.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Venus Hall of Fame

INF VNV 5

Recomendada por Kuato a: quien le guste imaginarse un "más allá" humano, de carne y hueso.

No recomendada por Kuato a: los que esperan que una película de "casas encantadas con fantasma" dé miedo. Aquí el fantasma provoca ternura, ya ven cómo ha cambiado el cuento.

Ego-Tour de luxe por: los "diálogos" entre los desolados fantasmas vecinos. No se puede ser más conciso, seco, bello, inquietante ("Hola. Hola. Estoy esperando a alguien. ¿A quién? No me acuerdo").

Atmósfera turbínea por: el bucle temporal. De acuerdo que, con él, Lowery fortalece un mensaje, pero A Ghost Story es tan potente en su minimalismo, que no le hacía falta ninguna "peonza de Origen" para que se hable de ello.

 

A GHOST STORY. "A Ghost Story" (E.U.A., 2017). Dirección y guión: David Lowery. Reparto: Casey Affleck, Rooney Mara, McColm Cephas Jr., Kenneisha Thompson y Grover Coulson. Estreno en Venusville: 03/11/2017.

 

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