Robote Kid Steven Spielberg produce la adaptación del crudo Por Ray Zeta |
<En 1963 ya se adaptó como episodio de The Twilight Zone el relato corto de Richard Matheson “Acero” con guión del propio Matheson. El protagonista era Lee Marvin, y en él se contaba cómo en un futuro inmediato en el que los boxeadores han sido substituidos por robots, el dueño de uno que está estropeado simula ser un robot y se enfrenta a otro para no perder el dinero de un combate. El episodio seguía fielmente el relato escrito con el tono oscuro y sombrío que caracterizaba la serie creada por Rod Serling, amén de presentar además la atmósfera de pesimismo y derrota añadida por Matheson para la ocasión.
Y ahora va Steven Spielberg y produce una nueva adaptación que se anuncia como espectacular, con unos combates entre robots prometidos como el plato fuerte del film. Y como Spielberg es también el productor de la saga Transformers, babeamos como un lobo de Tex Avery imaginándonos a Optimus Prime y a Megatron dándose de cazos en un ring como si su especie robótica dependiera de su victoria. Y como Spielberg imprimió además un tono tan sombrío y oscuro a Minority Report, Inteligencia Artificial y La guerra de los mundos, sus tres últimas obras de ciencia ficción, babeamos no ya como un lobo de Tex Avery sino como un alien aquejado de sialorrea al imaginarnos lo que puede salir de aquí con este material como punto de partida si se es fiel al espíritu mathesiano.
Pero un sudor frío nos recorre el cogote de repente: el director que contrata Spielberg no es uno especializado en el género sino Shawn Levy. ¿Shawn Levy? Sí, Shawn Levy. ¿El de comedias familiares como Doce en casa, Noche en el museo o La pantera rosa? Sí, el mismo. Y el sudor frío se nos torna agujas al temernos lo peor, que la adaptación de Spielberg de “Acero” no sea la obra que esperamos violenta, oscura y sombría ambientada en el pesimista futuro imaginado por Richard Matheson, sino un espectáculo familiar para todos los públicos… Nos equivocamos: la adaptación de “Acero” made in Steven Spielberg & Shawn Levy no es solo un espectáculo familiar para todos los públicos, es también un melodrama familiar para todos los públicos.
Y encima con niño, lo que queda claro ya en sus primeras escenas, cuando se nos presenta a Hugh Jackman debiéndose hacer cargo a su pesar de un hijo de 11 años no deseado durante un período limitado de tiempo. Se imaginan lo que sucederá al expirar dicho periodo, ¿no? ¿Han visto En el estanque dorado, Tres solteros y un biberón, Tres hombres y una pequeña dama o similares? Pues esto es lo mismo. Los combates de boxeo entre robots quedan relegados a un segundo plano porque aquí lo que priva es la relación del padre y del hijo: cómo se van conociendo, cómo van cambiando sus sentimientos, y cómo acaban sin poder vivir el uno sin el otro (pausa para introducirse los dedos en el gaznate y provocarse arcadas).
" ¿Han visto En el estanque dorado, Tres solteros y un biberón, Tres hombres y una pequeña dama o similares? Pues esto es lo mismo" |
Combates de boxeo entre robots para más inri tan lights como los de una serie de dibujos animados (bueno, más, porque recuerdo combates más violentos en Mazinger Z) en los que padre e hijo participan como en una versión mecánica de John Voight y Ricky Schroder en Campeón. Los robots están bien hechos, faltaría más, pero en ningún caso llegan al nivel asolido en Transformers. El diseño de estos de aquí es más videojueguil y sencillo (el robot prota parece una réplica real del de El gigante de hierro) porque lo que les interesa a director y productor en este campo no es el robot en sí sino la relación que tiene el niño con éste. Si creían que la relación que tenía Viggo Mortensen con su caballo en Océanos de fuego rozaba la zoofilia, espérense a ver ésta: “robotilia” en primer grado. Tanto es el amor que se prodigan niño y robot paseando, entrenando, desayunando y bailando entre caídas de ojos y muestras de cariño, que no sé cómo no han titulado a la película “Mi amigo el robot”.
Ya ven pues por dónde van los tiros en este Acero puro. Nada del relato original de Richard Matheson a excepción de la existencia de robots boxeadores, y menos aún de su pesimismo vital. Esta adaptación spielbergiana sigue la línea pastelosa de Hook y es una oda al optimismo, a los buenos sentimientos y al buen rollito, con una solida moraleja con vocación didáctica para el público infantil a quien va dirigido: la del triunfo del pequeño sobre el grande, del honesto sobre el avaricioso, del Bien sobre el Mal en definitiva, encarnada en un robot a priori más débil que sus contrincantes pero que los vence gracias los nobles valores transmitidos por sus propietarios.
Y todo, claro, bien masticadito para que se entienda a la perfección hasta llegar al combate final con uno de los pseudo malos de turno (un promotor japo con la pinta de Old Boy tras sus quince años de secuestro; el otro era un punky con cresta). Un combate final en el que el débil se enfrenta al poderoso y por el que planea el espíritu de Yo, el halcón con Sylvester Stallone girándose la gorra, el de Rocky Balboa enfrentándose a Ivan Drago, el del Karate Kid siguiendo las sabias enseñanzas del señor Miyagi, hasta el de Teen Wolf jugando la final de básquet escolar y el de Oliver Aton disputando el partido final de liga, y entonces, entre los planos finales a cámara lenta a ritmo de una musiquita melosa entendemos por qué es Hugh Jackman el actor que protagoniza esta película: porque Michael Landon ya no está entre nosotros./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Congelada en carbonita |
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Recomendada por Kuato a: fans nostálgicos de La casa de la pradera y Autopista hacia el cielo a los que les hubiera gustado seguir viendo más aventuras de Daniel Larusso. |
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No recomendada por Kuato a: Richard Matheson, que se le caerá su barba blanca al suelo al ver lo que han hecho con su relato, y a todos los que sean fans de él tal como lo concibió. |
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Ego-Tour de luxe por: la publicidad tan fantástica que hacen de los juegos Wii. Yo quiero una consola que tenga ese. |
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Atmósfera turbínea por: que puestos a inspirarse en Karate Kid, no le enseñen al robot ningún golpe secreto. El del salto de la grulla mecánica habría estado bien. |
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