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BURIED (ENTERRADO) entrevista a Rodrigo Cortés: Enterrado por el éxito

"Buried no es una película experimental, es Indiana Jones dentro de una caja"

RAY ZETA

HOTEL BARCELONA CENTER, BARCELONA, 28/09/10. A partir de ahora llegaré siempre a las entrevistas una hora antes de la cita programada. ¿Recuerdan cuando en El club de la lucha Helena Bonham Carter le dice a Edward Norton que asiste a las reuniones de terapia colectiva porque es más barato que el cine y encima dan café? Pues esto es lo mismo. Llegas al hotel concertado, te sientas en un cómodo sofá, y mientras esperas a que te toque el turno, tomas un refrigerio y presencias cómo otros medios entrevistan al director de la película presentada, lo que no va nada mal tampoco para gorrear la información que oyes de estranquis y aprovecharla en una clara muestra de espionaje periodístico sin escrúpulos.

Me entero así que la película favorita de Rodrigo Cortés es Uno de los nuestros, y que cita como ejemplo de la buena dirección y del buen hacer de Martin Scorsese, la escena en la que Robert De Niro ofrece a Lorraine Bracco unos regalos que están en un almacén y ésta debe recorrer un pasillo para recogerlos temiendo por su vida. “Es una secuencia construida fundamentada en la nada más pura. Solo están Robert De Niro, Lorraine Bracco y el pasillo. A base de travellings y primeros planos se crea una dilatación del tiempo y de la tensión, construida puramente con elementos cinematográficos. Físicamente no hay nada”.

Imposible dejar de poner la antena. Con un corte de pelo más propio de un futbolista brasileño que de un director de cine, Cortés habla con vez firme y pausada, con un léxico riquísimo y con un discurso aprendido durante los nueve meses que lleva de promoción, recitado con una seguridad pocas veces vistas en este oficio y soltando unas frases que más que frases son máximas que podrían ser utilizadas todas ellas como titulares. Entre entrevista y entrevista se percata de mi presencia, me saluda estrechándome firmemente la mano y agradeciéndome la espera, y unos minutos después llega por fin mi turno.

 

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Rodrigo Cortés dirigiendo tranquilamente antes de la entrevista

 

-¿Trabajar con tan pocos elementos se debe a síntesis de medios o a falta de pasta?

-Lo mejor de tener pocos elementos es que tienes pocos elementos, y lo peor es que tienes pocos elementos. Si te quieres meter a hacer una película como ésta y tratar de convertirla en una aventura, en un viaje físico, más te vale contar con un guión perfecto, y el nuestro es un guión perfecto, un mecanismo de relojería sustentado en el hambre de saber qué va a suceder después.

En realidad las restricciones suelen ser armas eficaces para la creatividad, suelen ser una especie de bendición escondida. Al final la película tiene un enorme tamaño en su apariencia, en el contenido y en su propia historia, no a pesar de sus elementos sino precisamente a causa de ellos.

-¿Crees que tu película es una de esas que debe proyectarse con una unidad móvil de primeros auxilios en el cine para prevenir posibles desmayos?

-La película es una gran experiencia física, esa es la razón por la que la gente acaba buscando un masajista de guardia. Tienes que zarandear al espectador, lo tienes que introducir en una vagoneta, obligarle a vivir un viaje en una especie de montaña rusa, sacudirlo a la fuerza, y abandonarlo después en alguna cuneta polvorienta dejándole algo para pensar durante el resto de la tarde.

-¿Y cómo se consigue eso? ¿Llevándolo a un parque de atracciones?

-La única forma de conseguir eso y llevar al espectador a la dimensión donde quería es utilizando el sentido común y la lógica lo menos posible. Si eres demasiado lógico y razonable, lo primero que averiguas es que es imposible hacer una película como ésta. Ahora sé que es imposible hacer la película, pero como ya está hecha, ya es demasiado tarde.

Cada vez que aparece un nuevo elemento, un nuevo objeto, o una nueva pieza de información, se abre una nueva dimensión. Esa es la razón por la que el espectador tiene la impresión de estar avanzando de habitación en habitación, de ámbito en ámbito, como si cada vez que se descubriera un nuevo elemento fuera la clave para acceder a la siguiente estancia.

Esa es la razón por la que uno tiene en la memoria que la película ha sido un avance imparable de 150 kilómetros, como si el protagonista se hubiera ido deslizando por angostos pasajes, escapado en el último instante de paredes que se estrechan, saltado entre pirámides y resuelto el secreto de la Esfinge. Ese es precisamente el desafío de Buried, empezar con una película de un personaje del que no sabemos nada en mitad de un pozo negro, y acabar llevando un universo completo dentro de la caja.

 

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Rodrigo Cortés disparando contra el entrevistador

 

-¿Cuáles son las dificultades técnicas con las que te encontraste para ello?

-Si empiezas a pensar en la caja estás muerto, así que lo primero que tienes que hacer es olvidar la localización para no limitarte. Si piensas en la localización sólo piensas en lo que no puedes hacer, y para poder hacer una película como ésta no puedes tener restricciones, así que tienes que centrarte exclusivamente en la historia y en las emociones con las que quieres zarandear al público.

Después en los mecanismos cinematográficos adecuados para hacerla, pero sin pensar si son posibles o no en una caja y sin renunciar a ninguno, aunque sean insensatos e inconvenientes (yo planifiqué la película como si transcurriera en la ciudad de Nueva York, en Los Angeles o en una jungla tropical).

El tercer paso y último es encontrar la manera de realizarlos dentro de una caja, y para eso diseñamos y construimos siete ataúdes diferentes con requisitos técnicos diferentes: uno con paredes móviles para permitir hacer travellings de 360 grados, otro especialmente alargado para hacer perspectivas forzadas, otro giratorio, otro que permitía rodar cámara al hombro… En fin, todo aquello que hiciera posible lo imposible.

-¿Tuviste siempre claro que la peli no iba a salir del ataúd en ningún momento?

-Siempre. Te aseguro que cuando haces una película como ésta no haces otra cosa que escuchar sugerencias desde el primer día, la más común de las cuales es que debes rodar en el exterior para traer algo de oxígeno a la caja, rodar los demás personajes, mostrar qué sucede en la superficie en el otro lado de la línea…

Para mí era una forma perfecta de arruinarlo todo, porque la película es una experiencia física por encima de otra cosa que se basa en la radical subjetividad del punto de vista. Uno vive exactamente lo que vive Paul Conroy (el protagonista), y durante hora y media está enterrado vivo en ese agujero negro en mitad del desierto iraquí. Traer oxígeno a una película que sucede dentro de una caja y se llama Enterrado es ridículo.

-Aunque eso condicione, limite y dé por saco a la hora de filmar…

-Es que yo desde el principio visualicé la película como de gran tamaño, pensé que había una superproducción que tenía que tener todos los medios del mundo para poder desarrollarse de forma óptima, solo que sucedía en una caja. Igualmente teníamos todo lo que necesitábamos para hacer una superproducción, el mejor escenario posible sin ningún tipo de restricción monetaria porque sólo se necesitaba una caja.

El tamaño de las historias no tiene que ver con los centímetros cúbicos. Cuando me preguntaban si iba a hacer una película experimental, extraña, oscura, una película de serie B, una pieza para museos, o una pieza para cinéfilos, la respuesta siempre era: “No, será Indiana Jones dentro de una caja”. Incluso cuando tu referencia máxima es Hitchcock y piensas en Náufragos y La soga, iba más allá y le decía a todo el mundo: “lo que vamos a hacer va a ser meter en la caja Con la muerte en los talones”.

 

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Rodrigo Cortés feliz porque se acerca el final de la entrevista

 

-Ahora que citas a Alfred Hithcock, su sombra planea sobre toda la peli ya desde los títulos de crédito.

-Es que los créditos iniciales lanzan un mensaje. Lo que se le está diciendo a la gente es: “no vais a ver una película yugoslava, no vais a ver una película centroeuropea, no estáis en un museo viendo una película de Andy Warhol. Esto es un thriller de máxima tensión, va a haber persecuciones, va a haber explosiones, y va haber elementos de acción”.

Y Hitchcock tiene que ser la referencia, es inevitable y además es conveniente porque lo hizo todo, porque lo hizo antes y porque lo hizo mejor. Si algo se aprende de las películas de Hitchcock es que el espacio físico no importa y que el tiempo real no importa, solamente el tiempo y el espacio fílmico, y estos son dilatables y estrechables a voluntad, esa es la razón por la que consigue dinamizar sus tramas de una forma tan implacablemente impactantes a través de cualquier tipo de premisa por insensata que pareciera. De ese modo, la sombra de Hitchcock inevitablemente es alargada, pero  hay pocos paraguas mejores a los que acogerse.

-La historia me ha recordado también episodios de En los límites de la realidad y cuentos de Richard Matheson…

-Lo suscribo absolutamente, Richard Matheson es uno de mis autores predilectos. Algo que me entusiasma de sus historias de premisa mínima es que tienen una capacidad metafórica casi infinita y muy poderosa. Si ves El diablo sobre ruedas, objetivamente es un camión persiguiendo un coche durante una hora y media, pero al final a uno le da la impresión de que ha asistido al proceso de transformación de un hombre apocado moderno en un hombre primigenio en la naturaleza que caza por primera vez un mamut, y sin embargo esto no está evidenciado de forma obvia en la película, sino articulado a través de un mecanismo de género.

Lo mismo cuando uno lee “Soy leyenda”. Los elementos son mínimos: un señor encerrado con un montón de señores muertos alrededor, y sin embargo la densidad humana es infinita. O cuando ves El increíble hombre menguante. La premisa es muy básica: un señor que se va reduciendo día a día, y sin embargo hay una reflexión nada evidente sobre el proceso de autoestima, su relación con su mujer, su lugar en el mundo… y todo eso no es obvio en absoluto, así que entiendo muy bien tu comparación.

-¿Y qué hay de lo de situar la acción en Iraq? ¿Se puede entender como una denuncia al conflicto bélico?

-Bueno, el “qué” es el “cómo” y el “cómo” es el “que”, y eso lo aprende uno viendo Scorsese quiera o no quiera, todo forma parte de lo mismo, pero no, para mí Iraq siempre fue el macguffin. Era el catalizador de la historia pero no el corazón de la historia. Me entusiasman los thrillers políticos, pero Buried no es uno de ellos. No trato de filtrar mi opinión sobre el conflicto de Iraq, sino ser humanamente muy veraz sobre la posición de cada uno de los personajes respecto del conflicto.

Hay un enemigo fundamental que es muy superior al de ese elemento abstracto de la guerra, el enemigo real no es ni la falta de oxígeno, ni la falta de luz, ni la arena, ni el terrorista, ni los visitantes inesperados, sino la burocracia, la mediocridad infinita del sistema que hemos creado en torno a nosotros con una impersonalidad apabullante.

Además también de la imposibilidad de la comunicación en un mundo teóricamente diseñado para propiciarla. Uno trata de conseguir ayuda a través del teléfono en una emergencia extrema y le preguntan el número de la Seguridad Social…

 

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Rodrigo Cortés secuestrado por el Diario de Venusville

 

-Háblame ahora de Ryan Reynolds. ¿Fue desde el principio la primera opción?

-Fue LA opción. Le envíanos el guión y al principio no se mostró interesado, pero luego parece ser que vio mi primera película, Concursante, y pidió conocerme. Al cabo de dos días nos encontramos en un restaurante de Los Angeles y cuarenta minutos después nos despedíamos habiéndose comprometido a participar.

Su trabajo actoral es enormemente exigente porque durante toda la película no hay otro sitio donde mirar, está en todo momento ahí sosteniendo el peso de la película sobre sus hombros. Para él fue durísimo. Volvió a Los Angeles literalmente sangrando por la espalda, con heridas de guerra, con los dedos achicharrados por el calor del encendedor, con la piel destruida y erosionada…

Y esa fue la parte sencilla, porque la emocional fue mucho más dura, ya que recorre todo el catálogo humano de emociones posibles, pasando del pánico más primario, el miedo más atroz, la alegría, la esperanza, la frustración, la ira, a cualquier emoción que se te pueda ocurrir. Ryan Reynolds es un Stradivarius y su interpretación merece ser vista con rodilleras.

-Y ya para finalizar dime: ¿qué tiene Uma Thurman que no tenga Ryan Reynolds para conseguir escapar de un ataúd por sus propios medios en Kill Bill?

-A priori te diría tetas, pero claro, es Uma Thurman, tampoco sé si ese es el caso…

-¿El terrorista le pide que se corte un dedo porque es fan de Jigsaw y la saga Saw?

-(Risas) El terrorista probablemente no tiene acceso ni por satélite a las películas de Saw, seguramente es porque le gusta el dinero.

-Ryan Reynolds decía en Blade: Trinity que sus pedos olían a ajo. ¿Das fe de ello?

-(Risas) Nadie entró en esa caja salvo él, así que si ese es el caso, desde luego que ha tenido una oportunidad única de disfrutar de ellos como jamás la tendrá en un rodaje.

 

ENTERRADO (BURIED). Estreno en Venusville: 01/10/2010

 

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