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EL INVITADO crítica: Enséñame a ser un cabrón

   

Enséñame a ser un cabrón

Denzel Washington vuelve a ejercer de profe de
pardillos que no saben hacer la o con un canuto

Por Robert Thornhill

 

<Por mucho que la decores, pongas guirnaldas, lacitos y la metas en una caja bien mona, El invitado no deja de ser otro thriller típico de acción del heredero por excelencia de Sidney Poitier, aunque esta vez sin su padrastro cinematográfico Tony Scott, quien es bien sabido que siempre piensa en él a la hora de protagonizar sus ruidosas películas (en Venusville nos olemos que hay alguna razón lasciva detrás de esta devoción director-actor: el tiempo y las biografías apócrifas nos sacarán de dudas).

   Con el paso de los años y con la inmejorable filmografía que se ha ido creando, el “caramalaleche” Denzel se ha ido haciendo un sitio en el cine, creando un personaje singular que se repite película tras película, haga de espía, conductor de trenes, policía, guerrero apocalíptico o mafioso. Ese personaje tan particular en el que se ha convertido se caracteriza por unos movimientos y semblantes típicos de lo más profundo del Bronx, por una expresividad facial que sólo le permite reír (poco) y parecer enfadado (casi siempre), y sobre todo por destacar por la calma que transmite en todas sus escenas: sea perseguido por extremistas islámicos, esté a punto de chocar con un megatren a 150 por hora, o amenazado por un drogata con una colt del 45 apuntándole a la cabeza, no veremos nunca una mísera gota de sudor recorriendo su negra frente.

 

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"Sólo me he sentido nervioso rodeado de los figurantes de Philadelphia"

 

   Además, cuando hace de malo (como en American Gangster o en Training Day), su integridad moral se superpone a su carácter maligno, de forma que sus personajes perversos te llegan a caer bien y, sin querer, acabas cayendo en el lado oscuro del mal que representa. Se puede decir que Denzel es la versión afromericana de Clint Eastwood, pues ambos son actores que cuando los ves en pantalla esperas que se comporten de una determinada manera y no los imaginas fuera de ese rol en el que sus carreras les han encasillado y que en Venusville tanto nos gustan (en la vida querríamos ver que sucumben como Robert De Niro a las zarpas alargadas de las comedietas comerciales donde su porte rudo y vigoroso fuera ridiculizado en pos de un fajo de billetes del tío Sam).

   A estas alturas ya se habrán dado cuenta de que El invitado (particularmente hubiera preferido el título de “Piso franco” que señala el original en inglés) no deja de ser un divertimento hecho a medida para el lucimiento de Washington (no en vano es el productor), dirigida al público venusvillero que va al cine a pasar un buen rato haciendo un kit-kat en sus quehaceres diarios. Tú te sientas en la butaca y, tiro va-tiro viene, un buen puñado de persecuciones urbanas, unas cuantas explosiones para dar color al asunto… y cuando menos te lo esperas ya se ha acabado la peli y uno se va tan contento a casa.

 

  "El ‘caramalaleche’ Denzel ha creado un personaje que repite haga de espía, conductor de trenes, policía, guerrero apocalíptico o mafioso"  

 

   Aunque a priori hubiera sido un producto ideal para Tony Scott (quizás a él le hubieran sobrado tantas tramas “complicadas” de agentes dobles), esta vez Denzel ha querido que corriera el aire entre ellos y ha elegido al sueco Daniel Espinosa (el de Dinero Fácil) para que dirija la peli dejándose llevar por la inercia de un guión muy al estilo de los thrillers de hoy en día, donde los buenos y los malos se entremezclan hasta que la clave es saber quién es el más cabrón de todos.

   Parece ser que el presunto sueco (se llama como un tío de Cuenca porque es de ascendencia chilena) tiene como director fetiche al gran Paul Greengrass (responsable de la saga Bourne), y esto se plasma en El invitado con escenas que por momentos recuerdan a las pelis del espía amnésico, aunque también se vean influencias bondianas y, por supuesto, de Training Day por la coincidencia de la figura ambivalente de Denzel Washington (un exagente de la CIA que está hasta los cojones de todo y que es un perro viejo en asuntos de espionaje), y el rollo buddy movie que se monta con Ryan Reynolds, que es el grumetillo adiestrado a lo Ethan Hawke en Training Day en la dura vida de los agentes de la CIA, en la que hay que echarle un par de huevos y no fiarse ni de uno mismo.

 

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"No te emociones chaval, que ni esto es Collateral ni tú eres Tom Cruise"

 

   Para el que suscribe esta crítica, Ryan Reynolds no es un actor por el cual movería un mísero pelo de su cuerpo por ir a ver su cara de niño bueno que tanto gusta a las tías (ha sido elegido el hombre más sexy del 2011). Es posible que esta animadversión hacia él sea provocada por 1: porque en La morada del miedo luce una tableta abdominal con la que siempre he soñado, y 2: porque ha disfrutado durante unos años del placer de compartir lecho con la actriz más sensual, deseada y con los labios más sugerentes de Hollywood: Scarlett Johansson. Dejando mis manías a un lado, lo cierto es que en El invitado tiene de partenaire a un coloso robaplanos de esos que te come con patatas, que dadas las características de la peli seguramente es lo que se pretendía de él: un sparring con el que Denzel Washington se quedara a gusto sermoneándole y puteándole a más no poder.

   En estos meses que envuelven a los Oscar y sus sentimentaloides pelis, El Invitado resulta un soplo de aire fresco que agradecemos y recibimos con los brazos abiertos./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
  Recomendada por Kuato a: todo el que no le interesen las pelis que compiten por los Oscar porque las consideran aburridas. Esta se llevaría un Oscar especial en que la estatuilla estaría con una Coca-cola y un bolsa de palomitas en cada mano.
     
  No recomendada por Kuato a: los que se tomaron muy en serio lo del wikileaks y se consideren comprometidos con la causa de difundir los truculentos secretos que se conozcan. Con esta peli, verían un espejismo porque a diferencia de la realidad, ganan los buenos.
     
 

Ego-Tour de luxe por: las pintas que me lleva Denzel Washington en la primera mitad de la peli, acojonante con su pelo a lo afro y su barba musulmana.

     
  Atmósfera turbínea por: que me ha dolido ver a Robert Patrick en un papel tan fugaz; el que fuera aquel robot tan guapo en Terminator 2 y encarnara al sucesor del gran Fox Mulder se merecía un poco más.

 

 

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