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EL JUGADOR crítica: Perderoso compulsivo

Mark Wahlberg intenta en El jugador emular los éxitos de Kevin Spacey en 21 Black Jack

ROBERT THORNHILL

Sólo la tendencia simplista que impera en el Hollywood actual de hacer remakes a diestro y siniestro ahorrándose la tarea de ponerse a pensar en nuevas historias que interesen al público que va actualmente a las salas de cine, puede explicar que a alguien se le haya ocurrido hacer una nueva versión de una película tan extraña como semi-olvidada como es El jugador de Karel Reisz, con un James Caan interpretando a ese ludópata compulsivo de familia bien con un nulo amor propio al que se la suda ir tirando el dinero.

Este innecesario remake cuenta como cabeza de lanza a un Mark Whalberg como un niñato consentido de familia acomodada que vuelve a ponerse en la piel de un profesor como ya hiciera en El incidente, pero que en sus ratos de ocio lleva una segunda vida más interesante como obsesivo jugador de Black Jack con una tendencia enfermiza a perder.

 

"Veinte veces seguidas viendo 21 Black Jack y aún no sé cómo contar las cartas"

 

El encargado de escribir el guión a partir de la peli de 1974 es Oscar William Monahan, que triunfó con el de Infiltrados de Scorsese, curiosamente otro remake, pero si en aquella ocasión consiguió una brillante adaptación de Infernal Affairs, potenciada, eso sí, por un reparto espectacular e irrepetible, esta vez no ha tenido tanta suerte con El jugador. El personaje de Whalberg es muy frío y lineal, y se nos antoja que tampoco es el actor más adecuado para un papel donde se tendría que percibir más matices y ver cómo realmente se autodestruye una persona por el juego; quizás un Robert Downey Jr. más acostumbrado al vicio y a vivir al borde de la ley lo veríamos más convincente.

Y si en la versión de Karel Reisz había mucho contenido de mala leche y de real decadencia del personaje, esta vez el protagonista parece deambular penosamente por la película dilapidando la fortuna familiar debiendo dinero a “peligrosos” gangsters y usureros, aunque la verdad sea que en ningún momento percibimos ningún peligro por su integridad y uno observa, atónito, como la peli se resuelve con un final sacado de la manga en el que haciendo juegos malabares casi milagrosos y más propios de Ocean’s Eleven consigue salir de todos los fregaos en que se había metido hasta el momento.

"El personaje de Whalberg es muy frío y lineal, y se nos antoja que tampoco sería el actor más adecuado para un papel donde se tendría que percibir más matices"

Y ya puestos a quitarle la profundidad al complicado personaje que había interpretado James Caan, no estaría mal recordarle al director Rupert Wyatt que al público del siglo XXI, la violencia y la sangre no le resulta repulsivo y que los malos de mantequilla ya no impresionan a nadie. Además del argumento principal, nos encontramos que de forma paralela se desarrolla un extraño e insulso romance del cenizo protagonista con una brillante estudiante, Brie Larson, actriz que sigue los pasos de Whalberg a la hora de usar el método de la mínima expresión, por lo que la relación es de lo más inverosímil que uno se puede echar a la cara.

El único que salva la papeleta en este desaguisado y que como siempre levanta la cabeza para dejar huella en la peli es el grandioso John Goodman, quien con su portentosa presencia y esa osada verborrea con la que nos deleitaba en El gran Lebowsky, hace que no se pierda detalle en las pocas escenas en las que aparece.

 

"La próxima vez que quieras contar cartas aprende de Dustin Hoffman en Rain Man"

 

En conjunto la película es un baldío intento de mostrarnos a un tipo adinerado que, por hobby, va perdiendo dinero sin parar hasta que un día dice basta y de la noche a la mañana reencauza su vida como si un ángel de la guarda hubiera llamado a su puerta y le hubiera dado la suerte que hasta entonces le daba la cara. Faltan explicaciones, más profundidad en un personaje principal al que no le acabamos de ver el número, y sobran algunas historias desaprovechadas y a la hora de la verdad inútiles, como una en que se soborna a un jugador para sacar tajada en una apuesta deportiva.

Se ha truncado pues la racha de Mark Whalberg, que había enlazado cuatro grandes pelotazos como El único superviviente, 2 Guns, Dolor y dinero y Transformers: La era de la extinción, en que había encontrado su rol ideal como héroe de acción, huyendo definitivamente de su pasado marcapaquete con sus Calvin Klein. Al igual que le pasa a Tom Cruise, debería darse cuenta que los arrebatos por convertirse en un actor de interpretaciones magistrales de Oscar se los puede ahorrar hasta que le salgan canas y sus boxers ya no abulten tanto como antes.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

Recomendada por Kuato a: los que quieran aprender o presenciar partidas de Black Jack con todo lujo de detalles.

No recomendada por Kuato a: los que juegan día tras día a un montón de quinielas y sorteo. Se sentirán tristemente identificados.

Ego-Tour de luxe por: ese John Goodman con sus 130 kg. de peso que no tiene problema a la hora de enseñar su barriga cervecera.

Atmósfera turbínea por: esa cara de pánfila de Brie Larson. ¿No había otra actriz menos sosa para alegrar un pelín la peli?

 

EL JUGADOR. Estreno en Venusville: 02/01/2015

 

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