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EL PLANETA DE LOS SIMIOS artículo: De la rebelión al origen

Comparativa simiesca entre la saga nueva y la saga original de El planeta de los simios

CHEMA PAMUNDI

LA SUPERVIVENCIA DEL MÁS FUERTE

Según la mayoría de estudiosos sobre la materia, la frontera entre “cine clásico” y “cine moderno” se establece en el albor de la década de los 70. Concretamente en 1968, fecha de estreno de 2001: una odisea del espaciode Stanley Kubrick, la película que lo cambiará todo tanto desde el punto de vista del público como de la propia industria. Sin embargo, hoy poca gente retiene el dato de que aquel mismo año se estrenó El planeta de los simios (de hecho ambas llegaron a los cines con muy pocos días de diferencia), un título que, aunque claramente inferior a 2001: una odisea del espacio, en su momento caló en el imaginario popular con una fuerza similar a la cinta de Kubrick, que le ganó el premio al mejor maquillaje en los Oscar de aquel año, y que además de dar lugar a cuatro secuelas, un remake y la precuela que se acaba de estrenar, generó dos series de televisión, una larga colección de comics a cargo de la editorial Marvel y una gama de juguetes de bastante éxito.

Como todo “niño de bien” criado en los 70, recuerdo haber disfrutado como un oso con las constantes reposiciones televisivas de cualquiera de las películas de la serie; en el programa de TV “La Clave” de Jose Luis Balbín, indefectiblemente caía una de las cinco cada vez que debatían sobre la teoría de la evolución, la guerra atómica, el colapso de la sociedad moderna o cualquier otra zarandaja similar. La saga de los simios, pese a su más que discutible calidad fílmica (la primera película es maravillosa, pero las demás dan bastante risa) y sus numerosas incongruencias de base (a su lado, series como Fringe o Dr. Who parecen ciencia-ficción dura), planteaba una serie de fascinantes cuestiones evolutivas y antropológicas que hasta entonces el cine apenas se había molestado en explorar.

 

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"Lo que nunca dijo Balbín es por qué no tenemos salones de belleza"

 

Ahora nos llega una nueva entrega, que nos explica el victorioso alzamiento de los simios liderados por Cesar, el primer monete con inteligencia humana. Pero no solo eso, sino que El origen del planeta de los simios se anuncia como un reinicio completo de la franquicia desde cero; y teniendo en cuenta que el cine de ciencia-ficción de nuestros días ha perdido buena parte de su carga especulativa y metafórica, para convertirse en mero divertimento de multisala, cabe preguntarse si una epopeya como la de los simios sigue teniendo sentido. ¿Cómo encaja El origen del planeta de los simios con el resto de películas simiescas que hemos visto hasta la fecha? ¿Qué elementos aprovecha y cuales descarta? ¿Mantiene su furiosa mala hostia (porque eso sí que hay que reconocérselo), y su validez como reflexión social, o se ha quedado en una mera excusa para vender palomitas y pasar una tarde de domingo entretenida? Veámoslo. Por cierto, huelga decir que este artículo contiene spoilers a mansalva. Estáis avisados, así que luego no quiero lloros…

 

¡QUITA TUS SUCIAS MANOS DE ENCIMA, TIM BURTON!

Lo primero que hace bien El origen del planeta de los simios es ignorar por completo el ridículo, estúpido y abismalmente fallido remake de Tim Burton, con sus chimpancés jugando a street basket y su lamentable final sorpresa, que convierte toda la película en una especie de chiste malo sólo apto para una convención de veterinarios. En la nueva precuela no hay la más mínima referencia a aquel soberano churro, ni siquiera en forma de guiños u homenajes (es sencillamente como si nunca hubiera existido). No obstante, aunque sin duda es la decisión más sabia que los guionistas podían haber tomado al respecto, también entraña el riesgo de generar confusión en parte de la audiencia, que acudirá al cine esperando que (lógicamente) El origen del planeta de los simios establezca lazos de conexión con la versión inmediatamente anterior de la saga. Quizás la publicidad previa (los tráilers y tal) debería haberse esforzado un poco más por dejar claro que esto no tiene absolutamente nada que ver con El planeta de los simios de Tim Burton. Aún así, aplaudimos la iniciativa.

 

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"No les escuches cariñín, a mí me encantó nuestra película"

 

LA REBELIÓN QUE NUNCA EXISTIÓ

Si El origen del planeta de los simios se basa en alguna película anterior es en La rebelión de los simios, la cuarta entrega de la pentalogía, dirigida en 1972 por J. Lee Thompson y que vista a día de hoy resulta una atrocidad cinematográfica la mar de divertida (especialmente si llevas tres o cuatro mojitos en el cuerpo). Su argumento, delgado como el papel de fumar, se explica por completo en el mismo título (los simios se rebelan y eso), y sus imágenes de luchas callejeras entre monetes y humanos tuvieron el mal gusto de inspirarse en unos disturbios reales acaecidos pocos años antes en Los Ángeles, entre la policía y los vecinos negros del barrio de Watts, que se saldaron con casi 40 muertos.

Si a todo lo anterior le unimos un nefasto diseño de producción, una ausencia total de tensión dramática (ya sabemos cómo va a acabar la cosa; la única gracia está en ver cómo sucede), unos diálogos de traca y un postizo “happy ending” reescrito a posteriori y metido a martillazos en la escena final (el movimiento de los labios de Cesar, el líder simiesco, ni siquiera cuadraba con lo que estaba diciendo, así que mientras habla sólo se le ven los ojos), nos encontramos con que La rebelión de los simios es una película que hoy está considerada casi tabú en Hollywood.

 

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"Pero al menos teníamos pasta para vestuario, que en el remake actual van en pelotas"

 

Por tanto, El origen del planeta de los simios recicla muy pocos elementos de aquella peli (tampoco había mucho que aprovechar). A saber: el cautiverio de Cesar en un centro de contención para primates, donde toma conciencia de que la única posibilidad de auténtica libertad es la rebelión armada (un pasaje de la película que por suerte guarda más paralelismos con dramas carcelarios estilo Fuga de Alcatraz o La leyenda del invencible que con La rebelión de los simios), y la escena en que el propio Cesar habla por vez primera, pronunciando la palabra “¡NO!” ante un humano que intenta someterlo a palo limpio (secuencia que en El origen del planeta de los simios funciona con perfecta precisión dramática, dejando al espectador patidifuso de asombro).

 

EVOLUCIONA O MUERE

El público actual no tiene las mismas tragaderas que el de los años setenta, así que para que la actualización de la saga funcionara, el guión de El origen del planeta de los simios debía incluir dos cambios de paradigma casi simultáneos: por un lado la adquisición de inteligencia humana por parte de los simios (que les lleva a rebelarse), y por otra la virtual extinción de sus enemigos, los seres humanos; y además ambas cosas debían ocurrir en un periodo de tiempo muy corto (antes de que los humanos tuviesen tiempo de encontrar una cura y aniquilar a los monos con su superior potencial militar). De esa necesidad nace la idea sobre la expansión descontrolada del compuesto de laboratorio ALZ-113, que mata dos pájaros de un tiro: aumenta el raciocinio de los simios mientras que supone un virus letal para los humanos. Así se generará una pandemia que a la vez nos exterminará a nosotros y convertirá a los monetes en la nueva especie dominante del planeta.

En la saga clásica nunca se preocuparon tanto por justificar los pormenores de este vuelco evolutivo. Allí la causa-efecto era mucho más psicotrónica: en la tercera película de la serie (Huída del planeta de los simios), Cornelius y Zira (la pareja de chimpancés buenos que ayudan y protegen al astronauta Taylor en la película original), escapan del planeta de los simios en la nave espacial de Taylor justo antes de que sea destruido por una megabomba atómica (lo cual sucede al final de la segunda película, Regreso al planeta de los simios). ¿Cómo consiguen Cornelius y Zira sacar la nave del fondo del lago en el que se había hundido, por no hablar de repararla, hacerla despegar y pilotarla? Bah, detalles sin importancia. El caso es que, en una paradoja temporal inversa a la de la primera película, lo único que consiguen Cornelius y Zira es viajar hacia atrás en el tiempo, llegando a la Tierra en nuestro presente.

 

"Suerte que vimos Apolo XIII tomando apuntes"

 

Ambos acaban muriendo tiroteados (los humanos somos muy cabrones cuando nos ponemos), pero tienen un hijo llamado Cesar al que salvan ocultándolo como chimpancé de circo. Con los años Cesar crecerá y acabará liderando la revolución de los comeplátanos. Sin embargo, en ningún momento explican cómo se pasa de un solo chimpancé inteligente (Cesar) a toda una población mundial de monos avanzados. Simplemente, al principio de la cuarta peli (la ya mencionada La rebelión de los simios) nos encontramos con que los monos se han hecho listos y son usados por los humanos como esclavos, en una especie de delirante distopía fascista. ¿Qué ha pasado en el interín? No preguntes. Simplemente desconecta el cerebro y tira millas (ya hemos dicho que no tiene ningún sentido intentar tomarse en serio esta saga).

Por suerte, el “reset” que plantea la nueva película esquiva por completo la subtrama del viaje al pasado, que no había por donde cogerla (aunque todo sea dicho, Huída del planeta de los simios es de lo más potable de la saga). Las paradojas temporales son un marrón que siempre suele acabar en incongruencias narrativas y dolor de cabeza para el espectador, así que mejor no abrir esa puerta.

 

MONERÍAS VARIAS

Como era de esperar, El origen del planeta de los simios es un festival de referencias al resto de la serie: la frase “quita tus sucias manos de encima, mono asqueroso” (que aquí pronuncia uno de los villanos de la función); el apodo de “Ojos Claros” con que bautizan los científicos a la madre de Cesar (el mismo mote que la Dr. Zira daba al personaje de Charlton Heston en El planeta de los simios); la propia aparición de Charlton Heston en un televisor (en unas imágenes de su película El tormento y el éxtasis), el detalle de Cesar jugando en su cuarto con una estatua de la libertad de juguete; los carceleros sometiendo a los monos a manguerazos o los policías cargando contra ellos a caballo (como reverso de dos de las secuencias más icónicas de la primera película); y por supuesto el anuncio del lanzamiento hacia Marte de la nave tripulada Icarus (en la que iba Charlton Heston), y su posterior desaparición en mitad del espacio (me juego algo a que volvemos a verla en una entrega posterior de la saga). Por suerte ninguno de estos guiños interfiere en la narración, se pasa de obvio ni cae en la autoparodia fácil.

 


"No te quejes, mejor llamarte 'Ojos Claros' que 'Picha Brava'"

 

APOCALIPSIS SIMIA

Llegados hasta aquí, ¿cómo continuar la serie a partir del punto de partida que plantea El origen del planeta de los simios? Básicamente habría dos buenas maneras de hacerlo: la primera opción es seguir con la cronología de los hechos tal como han quedado al final de la película, narrando la guerra abierta entre una población de simios inteligentes cada vez más extensa contra una humanidad paulatinamente diezmada por la pandemia; la otra posibilidad sería saltar dos mil años en el futuro (o los que sean), y cascarse un remake directo de El planeta de los simios, con la nave Icarus saliendo del agujero de gusano en el que ha estado metida y aterrizando en un planeta Tierra muy diferente del que recordaban los astronautas protagonistas.

Particularmente me atrae más la primera opción, por novedosa y porque podría ser la bomba ver cómo la civilización humana se derrumba sobre sus propios cimientos, en una especie de variante de 28 días después… pero con simios en vez de infectados. La cosa daría incluso para una trilogía (o hasta una tetralogía) de películas, cuyos sucesos acabasen desembocando a modo de gran homenaje en la cinta primigenia de 1968 (¿para qué rehacerla, si es imposible mejorarla?). Sin embargo quizás es un plan demasiado ambicioso, muy caro de rodar y que depende de que la saga funcione en taquilla de manera sostenida a lo largo de varias películas, así que es de esperar que los productores se acaben decantando por una secuela más contenida y autoconclusiva.

 

Cesar se emociona ante las conclusiones del reportaje

 

En resumidas cuentas, El origen del planeta de los simios es un “reboot” coherente y respetuoso con la historia de la franquicia, pero también fresco y original. Sus creadores han sabido leer razonablemente bien qué era lo que funcionaba en las películas de la serie, qué era lo que no se aguantaba ni con pinzas, y qué era lo que convenía cambiar por haberse quedado anticuado. Obviamente la película no está exenta de chorradas argumentales que ponen a prueba las tragaderas del espectador (los monos que se vuelven inteligentes de la noche a la mañana, el orangután que sabe hablar por señas porque trabajó en un circo, los villanos de opereta, el insulso romance entre los dos protagonistas humanos, el científico patoso que se contagia del virus y no lo ponen en cuarentena…), y las reflexiones sociopolíticas de la serie han quedado aquí reducidas a la mínima expresión (hay un mensaje sobre el maltrato a los animales y los límites éticos de la investigación científica, pero todo muy superficial).

Sin embargo sus ciento cinco minutos de duración son tan sumamente divertidos, tienen tal ritmo e intensidad, que se lo perdonas todo (y Andy Serkis está espectacular como el chimpancé Cesar). Aunque claro, hará falta esperar a próximas entregas para saber si los hallazgos de El origen del planeta de los simios son fruto del talento de sus creadores o de una feliz casualidad. Al fin y al cabo ya sabemos lo que dice el teorema matemático de los monos infinitos: si pones a infinitos monos a pulsar al azar un teclado, transcurrido el suficiente tiempo uno de ellos acabará escribiendo sin darse cuenta las obras completas de Shakespeare…

 

EL PLANETA DE LOS SIMIOS

 

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1 Respuesta

  1. Anónimo
    jessi<br />eees unaa mierda pincha en un palo .

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