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EL SECRETO DE ADALINE crítica: En busca de la cana perdida

En El secreto de Adaline Blake Lively no envejece esperando que le digan "Sólo puede quedar uno"

ANNA BOU

Iré al grano, no me gusta hacer perder el tiempo. El secreto de Adaline empieza con la escena en que la protagonista va a verse con un falsificador que, por supuesto y muy inteligentemente, tiene nombre falso. ¿Dónde quedan, en un tugurio nocturno con las caras en penumbra, dado que la falsificación es un delito castigado con una multa superlativa y con 6 años de prisión? No, queridos Sherlocks, Adaline y el hacha quedan en la casa de éste, a plena luz del día, y entran en su dormitorio llena de fotos privadas y trofeos con el nombre real cincelado. Este pequeño detalle, que encaja perfectamente con el resto del guión, debería servirles de advertencia para no ir a ver esta película, igual que cuando en la calle nos cruzamos con un conocido que no es de nuestro gusto y giramos la cara para evitar hablar con él. Lo mismo, no crucen una palabra con esta película si se la encuentran en los cines.

Lee Toland Krieger, el joven director al que le auguro un gran futuro en las minas de carbón de Hollywood, nos regala esta película sólo apta para paladares con halitosis romántica. El secreto de Adaline cuenta la historia de dicha heroína, la cual, tras un fatal accidente a principios de siglo XX sufre una especie de calambrazo cósmico que la resucitará y de paso (dos en uno), hará que no envejezca. Ciencia en estado puro, señoras y señores, esta teoría astro-estúpida con efectos de crema antiarrugas se merece un Nobel. Cuántica tontería hay en el mundo, Señor ten piedad. Y dicha teoría nos la cuenta una voz en off que nos mastica la información como una vaca rumiante. Es la primera vez en la historia que una voz en off se hace un auto-spoiler, pues nos avanza una información que Adaline desconoce, quitándonos la única pizca de emoción que podía contener la película.

 

El secreto de Adaline

"Mientras no venga ningún inmortal a decapitarme todo irá bien"

 

   El secreto de Adaline no se aguanta por ningún lado, para empezar Adaline (Blake Lively) no cuenta a nadie su secreto, excepto a su hija (a la que irá viendo envejecer), y vivirá como una fugitiva, por eso necesita una falsa documentación. ¿Pero, por qué lo oculta? ¿De qué es culpable? ¿No puede simplemente explicar su curioso caso y exhibir su peculiaridad, igual que la mujer barbuda exhibía su barba en las ferias de monstruos?

"Lee Toland Krieger nos regala esta película sólo apta para paladares con halitosis romántica"

Evidentemente esto es marcar el terreno, como el perro que mea para delimitar su reino; este estado de fugitiva, de mártir del reloj es el que le hace huir del amor: ¿para qué enamorarnos si no podemos envejecer juntos, cariño? En fin, que ya estamos delante de otro amor imposible en esta carrera del suma y sigue de amores imposibles por causas externas, como si el amor no fuera imposible por sí solo.

 

El secreto de Adaline

"A falta de Sean Connery, lo de 'Sólo puede quedar uno' te lo puedo decir yo"

 

Créanme, esta película es aburridísima, sin tono, no funciona ni como comedia ni como drama, ni crea ningún tipo de empatía con el espectador, y en esto tiene mucho que ver Blake Lively, la bella y elegante actriz con andares de modelo que parece más preocupada por salir en cada plano como si fuera a aparecer en una portada del Vogue. De acuerdo, tener 107 años y seguir con la piel tersa y porcelánica de los 29 debe ser un trauma que seguro que ninguna mujer del planeta querría tener, de ahí que muchas se operen para echarse arrugas encima, pero representa que Adaline hace ya muchos, muchos años, que sabe de su circunstancia, por esta razón no hace falta que Blake Lively se pasee por toda la cinta con la cara lánguida y melancólica como flor de cerezo a punto de ser violada por el viento. La actriz se mueve hieráticamente endiosada como si se hubiera tragado un palo de selfie. Por no hablar del error que arrastra la película y que la desmonta de cuajo: no envejecer no significa ser inmortal. Adaline no es una vampira de Jarmush en Sólo los amantes sobreviven, aunque su presunta erudición puede tener puntos en común, Adaline es una humana, y por tanto debería ser susceptible de desaparecer, como cualquier mortal, joven o viejo.

Navegando por este despropósito que se ahoga en su propio jugo encontramos a Harrison Ford, con la encasquetada profesión de astrónomo, detalle evidentemente nada casual. Con su aparición como padre del chico que pretende a Adaline, la trama rizará el rizo, y el elemento fantástico volverá a aparecer, apostando doble en el casino de la tontería. En fin, créanme y no malgasten su tiempo con El secreto de Adaline. Si lo que desean es que les cuenten una historia de amor imposible, lo mejor es que llamen a una amiga o amigo para que les cuente su particular amor imposible, que seguro que lo hay: será un guión más bien trabajado (y de bajo presupuesto), más real (como la vida misma), con sorpresas (qué duda cabe), y les creará una empatía que se calará hasta el fondo de cada una de sus arrugas, benditas y encontradas arrugas.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Condenada a alforfones

INF VNV 1

Recomendada por Kuato a: las empresas de cremas antiarrugas.

No recomendada por Kuato a: los que quieran ver una historia de amor que emocione. Esta película no emociona ni a las uñas de los pies.

Ego-Tour de luxe por: Harrison Ford, el único que le pone pasión al tema. Nuestro Han, más Solo que nunca.

Atmósfera turbínea por: Blake Lively no quiere ir más allá con Michiel Huisman, pero a la primera de cambio accede a ir a pasar un fin de semana con los padres de él, vaya, lo más lógico del mundo cuando no se quiere seguir adelante con una relación.

 

EL SECRETO DE ADALINE. Estreno en Venusville: 31/07/2015

 

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