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EX MACHINA crítica: Más humanos que los humanos

Esta robot de Ex Machina es más perfecta incluso que las que salen en Las mujeres perfectas

CHEMA PAMUNDI

Las críticas más farragosas de escribir son justo las de títulos como Ex Machina, sobre los que realmente no hay mucho que decir, ni bueno ni malo (pese a todo, me lo voy a currar para llegar a los 5.000 caracteres porque soy un profesional). Algunos ya estamos empezando a perder la esperanza de que Alex Garland se descuelgue algún día con una obra mayor, que deje ver todo su potencial (si es que lo tiene). Son ya demasiados años esperando a que se quite el cartel de eterna promesa, demasiadas películas que “no están mal” pero que parecen a medio cocer. Aún librándole de toda culpa en el desaguisado que fue La playa (escribió la novela original, que no he leído pero que se me ha recomendado mucho, y no tuvo casi nada que ver con su desastrosa adaptación a la gran pantalla), hasta ahora sus guiones más celebrados han sido los de Dredd y 28 días después, dos brillantes pero a la postre sencillas obras de género, cuya personalidad le debe más a la despampanante puesta en escena y al brío en la dirección, que a la trama, los personajes o los diálogos.

Aparte de eso, Sunshine fue un intento estimable de hacer ciencia-ficción espacial dura, que se iba al cuerno al incluir elementos propios de una slasher-movie (entre ellos un elenco de personajes protagonistas que eran perfectos idiotas), y Nunca me abandones supuso una relectura algo rebajada en agua de un libro absolutamente desolador. Ex Machina, el nuevo filme de Garland, es quizás su proyecto más ambicioso hasta la fecha, no sólo por los temas que trata sino porque además supone su debut como director; y, bueno... pues es otra película que no está mal.

 

"Si Banderas hubiera construído sus autómatas con esta técnica, otro gallo le hubiera cantado"

 

El problema de Alex Garland como guionista es que siempre ha sido mucho mejor planteando historias que desarrollándolas, y Ex Machina hace patente tanto lo uno como lo otro. Pese a no inventar nada que no hayamos visto antes en otras mil películas sobre inteligencias artificiales que se salen de madre (piensen ustedes en el título que prefieran, y seguro que Ex Machina le roba alguna idea o escena), hay que reconocer que la cosa empieza como lo haría un buen episodio de Black Mirror (de hecho el actor protagonista, Domhnall Gleeson, lo fue también de uno de los capítulos de dicha serie, que igualmente trataba el asunto de si las máquinas pueden desarrollar sentimientos auténticos).

Durante la primera hora de metraje, Garland consigue desmadejar una intriga inquietante que, aunque no sorprende, apunta maneras (el hecho de adivinar los posibles giros argumentales casi a la vez que el protagonista tiene un punto satisfactorio, que genera complicidad en el espectador). Pero de pronto, pasado el ecuador de la cinta, es como si a Garland le entrase vértigo, pensara que la audiencia se está aburriendo y decidiese rebajar los contenidos virando hacia un desenlace forzado y trufado de tópicos (a grandes rasgos, un remedo soso y mal disimulado de Almas de metal), que quizás encaje bien en los parámetros del gran público que va al cine a ver historias confortablemente entretenidas, pero que estropea las posibilidades que se habían estado barajando hasta ese momento.

"El problema de Alex Garland como guionista es que siempre ha sido mucho mejor planteando historias que desarrollándolas, y Ex Machina hace patente tanto lo uno como lo otro"

Porque cuando Ex Machina se aparta de su idea inicial, la verdad es que no hay detrás mucho más que la sustente. Ni su trío de personajes protagonistas tiene demasiada gracia, ni sus especulaciones científicas chorrean atrevimiento (más allá de una pincelada sobre los buscadores de internet utilizados como una especie de consciencia colectiva), ni el conjunto despierta sensaciones muy intensas en positivo o en negativo. No es una película que te cabree al tomarte por idiota ni al pasarse de pedante (dos cosas que ocurrían en Transcendence, por ejemplo)... es que de hecho no genera ningún tipo de respuesta emocional o intelectual. Es como ver un espectáculo de magia en el que sabes de antemano cómo se hacen todos los trucos. Valoras el esfuerzo, pero cuesta entusiasmarse.

La segunda mitad de la película es un constante dar bandazos, combinando errores y aciertos casi al cincuenta por ciento. El personaje del ingeniero Nathan deja ver una moral ambigua y megalomaníaca que a grandes rasgos resulta creíble, pero también tiene momentos en los que más que un genio excéntrico parece un villano de James Bond (demasiado trazo grueso en los diálogos y en la interpretación de Oscar Isaac). La relación entre el joven Caleb y la robot Ava logra transmitir cierto patetismo y desasosiego, pero a la postre es fría como un témpano (sí, ya, ella es un robot... pero también lo era el protagonista de A.I. Inteligencia Artificial y te hacía sufrir cosa mala). Garland incluso apunta un mensaje de fondo pretendidamente feminista (salpimentado con dos o tres frases sobre sexualidad e identidad de género), pero al final da la sensación de hacerse un poco la picha un lío y lo único que acaba consiguiendo es añadir más ruido a una trama que, en general, tiene facilidad para irse por las ramas sin llegar a ninguna parte.

 

"Menos mal que no me han puesto el careto operado de Nicole Kidman de Las mujeres perfectas"

 

Paradójicamente, un escritor por naturaleza como Garland parece desenvolverse mejor con la parte visual que con la narrativa de Ex Machina. La sensación de tensión creciente entre el trío protagonista se consigue no a base de diálogos brillantes (que no lo son demasiado) ni de genialidades de guión (que apenas las hay), sino mediante una puesta en escena elegantemente claustrofóbica, cierto buen gusto para mover la cámara y algunas imágenes sugerentes de androides femeninos quitándose y poniéndose piel (excelentes efectos especiales), que recuerdan a las ilustraciones de Hajime Sorayama o a comics estilo Metal Hurlant.

El subgénero de los ordenadores que desarrollan humanidad y luego no saben gestionarla es uno de los más sugerentes de la ciencia-ficción, pero también es uno de los que empiezan a acumular más paja que grano, más películas y novelas que repiten una y otra vez el mismo discurso. ¿Cuántas obras realmente importantes, originales o con voz propia ha dado el tema desde Blade Runner, hace ya más de treinta años? Respuesta: se pueden contar con los dedos de una mano. Quizás la solución esté no en lo que se cuenta, sino en cómo se cuenta (el año pasado tuvimos un ejemplo brillante con Her). Alex Garland es sólo el enésimo autor que no sabe escapar a un enfoque absolutamente convencional del tema. Ex Machina no es para nada una mala película, es sólo otra película más artificial que inteligente.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

Recomendada por Kuato a: quien pese a todo disfrute con el picoteo de géneros habitual en las historias de Garland.

No recomendada por Kuato a: quien se aburra viendo películas que ya ha visto.

Ego-Tour de luxe por: la interpretación de Alicia Vikander como el androide Ava. Siendo el personaje más contenido, es el que muestra más matices frente a las permanentes caras de susto de Domhnall Gleeson y el “histrionismo guay” de Oscar Isaac.

Atmósfera turbínea por: ¿por qué Ava sólo tiene la cabeza, las manos y los pies cubiertos con piel artificial, y el resto del cuerpo con los circuitos al aire? ¿Para que nos demos cuenta de que estamos en una peli de ciencia-ficción?

 

EX MACHINA. Estreno en Venusville: 27/02/2015

 

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