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SITGES 2016 crónica 1: No tan fantástico

Inside; Proyecto Lázaro; Train to Busan; Córki Dancingu (The Lure); Colossal

CHEMA PAMUNDI

Arranca ooootra edición del festival de Sitges, la 49, y Diario de Venusville vuelve a desplazarse hasta allí para informaros puntualmente de todo lo bueno, malo y regulero que va a deparar el cine de género durante sus nueve días más intensos del curso 2016.

Desde hace tres o cuatro ediciones para acá, empieza a ser habitual que la organización del certamen nos apriete más y más las clavijas a los enviados de medios pequeños. La venta de entradas al público alcanza datos de récord en cada nueva edición, así que supongo que es inevitable que hagan cuentas y concluyan que con nosotros “están perdiendo dinero”, que nos vean como una panda de gorrones que viene a ver películas gratis. Sin embargo, al menos en mi caso, nada más alejado de la realidad: cubrir el festival de Sitges me supone gastar días de vacaciones laborales, y malcomer/maldormir para poder entregar cada día una crónica de casi dos mil palabras explicando todo lo que aquí ocurre. O sea, les estoy haciendo promoción gratis. Bueno, qué coño gratis: pago religiosamente mi acreditación (40 loiros este año) más las entradas que compro por mi cuenta para suplir sesiones que no vienen incluidas en ella, más el alojamiento y todos los gastos extra que supone esto; y lo hago por amor al arte cinematográfico, porque me gusta formar parte de algo que considero único y mágico.

Sin embargo, eso no significa que sea idiota o que esté dispuesto a tragar con todo sin quejarme; y la verdad es que duele un poco tener la sensación de que, en cierto modo, los redactores de blogs y webs no profesionales “estorbamos”, que somos un mal necesario con el que al festival de Sitges no le queda otro remedio que convivir porque necesita el boca a boca friki para seguir viento en popa. El director Ángel Sala siempre repite que el gran público que compra entradas y abonos vip es “el alma del festival”. No sé dónde nos deja eso a quienes nos chupamos cinco o seis películas al día y luego renunciamos a nuestras horas de sueño a fin de escribir y colgar un artículo, pero no estaría de más que nos demostrara un poquito de amor.

 

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Vamos allá: queda inaugurado el Festival de Sitges 2016

 

Y ya ni siquiera me voy a quejar por el estado postguerrista de los cines Retiro y Prado, o por lo cutre que es esa especie de almacén con sillas y un monitor de plasma grande al que llaman Sala Tramuntana. Me refiero más bien a que este año tenemos que pedir entradas vía web para absolutamente todas las películas que queremos ver. TODAS. Cada día, a partir de las 7 de la mañana y hasta las 9 de la noche, se liberan en la web oficial del festival las entradas de prensa para las sesiones del día siguiente. Entras con tu contraseña y pides las tuyas. Un máximo de cinco al día. La explicación a este nuevo sistema es que el festival quiere controlar el número exacto de acreditados que irán a cada sesión, para poder vender como entradas al público las plazas que vayan a quedar libres, en vez de tener que reservar a la prensa asientos que luego se queden vacíos; y yo eso lo entiendo, y me parece hasta bien, aunque sea una putada para mí porque me obligue a planificar todas las sesiones con un día de antelación y sin el menor atisbo de flexibilidad o improvisación (se acabó eso de “creo que me voy a saltar la comida para ver la sesión de las tres de la tarde en el Prado”). No pasa nada. Sonríes y lo aceptas.

Lo chusco del asunto, lo mosqueante, es que el festival haya aprovechado la medida para poner a nuestra disposición, ya de base, menos entradas que acreditaciones (tras habernos dicho, en un mail interno, que tranquilos que habría para todos). O al menos eso parece, porque si un día cometes el error de levantarte tarde (pongamos a las 8 de la mañana), en la web ya te encuentras las plazas de prensa agotadas en varias de las sesiones importantes del día siguiente. O sea, que cada jornada de festival te toca ponerte el despertador a las 6:50 de la mañana para asegurarte de estar a las 7 en punto delante del ordenador sacando tus entradas, algunas de las cuales vuelan ante tus ojos en cuestión de minutos; y a  medida que te quedas sin tickets para tal o cual sesión, claro, te toca volver a modificar todo tu cuadre de horarios. Por ejemplo, yo estoy escribiendo este texto un sábado, y no os puedo decir qué películas voy a poder ver el lunes. Es una gran mierda y un estrés (añadido al que ya llevamos encima) que nos podrían haber ahorrado, la verdad.

Y bueno, hasta aquí mis cinco minutos de clamar en el desierto. No voy a arreglar nada pero al menos me quedo a gusto. Centrémonos ya en la parte más agradable del festival de Sitges, es decir las películas. Hoy han sido cinco, nada mal como primera jornada:

 

INSIDE (Miguel Ángel Vivas. España, 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Las decepciones y los cabreos cinematográficos son el pan de cada día en el festival de Sitges, un certamen experto en “hypear” títulos que a la hora de la verdad se quedan en nada (aún nos acordamos, hace años, de Ángel Sala advirtiendo que había una unidad del Samur para atender a la gente que tuviera ataques de pánico durante el pase de Paranormal Activity, y del choteo y el concierto de silbidos que se generó en el Auditori tal como acabó la proyección). Esta vez, para no perder el tiempo hemos comenzado con las decepciones y los cabreos ya desde el minuto cero: Inside, la película inaugural de Sitges 2016, no hay por dónde cogerla; y no porque este remake español del clasicazo francés A l’Interieur (uno de los títulos más frescos, arrebatados y salvajemente geniales del nuevo gore francés que nos estalló a todos en la cara durante la pasada década) sea especialmente vergonzoso, al menos no en la línea de lo que lo fue por ejemplo el remake americano de Martyrs el año pasado...

Inside hace algo en cierto modo mucho peor, mucho más denunciabe: intentar “corregir” las supuestas carencias de la obra original en un lamentable ejercicio de pedantería; y es que si a A l’Interieur le quitas los excesos gore, el grand guignol y el aire de historieta que parece salida de las páginas de la revista "Creepy" (sólo así puedes tragarte la premisa de una embarazada asediada por una psicópata que quiere rajarle la tripa para robarle al bebé), lo que te queda es una ridiculez sin pies ni cabeza, mediocre, previsible y repetitiva hasta decir basta. El guión de Jaume Balagueró y Manu Díez es de una estupidez supina, y las dos actrices protagonistas pasan completamente inadvertidas, en especial Laura Harring, que no llega ni a la suela de los zapatos de Béatrice Dalle, cuya mera presencia en la versión francesa helaba la sangre en las venas. Una relectura que nadie había pedido y que no hacía ni puñetera falta.

 

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"Si no decís que es un remake de A l'Interieur igual no se dan cuenta

 

PROYECTO LÁZARO (Mateo Gil. Francia-España, 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Proyecto Lázaro va de resurrecciones. Concretamente de un joven que, ante la tesitura de morir de cáncer con sólo 32 años de edad, decide suicidarse y criogenizarse para ser resucitado en el futuro, cuando la tecnología haya avanzado lo bastante como para proporcionarle la vida que ahora se le niega. Sin embargo, por desgracia para él sus proyecciones optimistas de un “reset” en condiciones distan mucho de la parodia de vida que le esperará como resucitado. Que una cinta de ci-fi dura, y más si es española, aguante todo su metraje sin que el guión se descosa en ningún momento ni haga la menor concesión al cine espectáculo es, de por sí, un milagrito que cabe aplaudir.

Quizás ya sería demasiado pedirle que encima no tuviera bajones de ritmo, que el elenco de actores no fuese una completa sosería, que la puesta en escena no pareciese alternativamente un anuncio de Danacol, de Ferrero Rocher o de Estrella Damm, y que no se abusara de la narración en off para subrayar cosas que las imágenes ya explican (o deberían explicar) por sí solas. O sea, que toca conformarse con una historia razonablemente bien contada y punto. La película es obra de Mateo Gil, quien en su día escribió para Alejandro Amenábar el guión de Abre los ojos, de la que Proyecto Lázaro podría entenderse como una suerte de continuación bastarda (su punto de partida es exactamente el mismo que el final de aquella). Gil escribe bastante bien y dirige de aquella manera, y en Proyecto Lázaro se notan ambas cosas.

 

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"Pues tenían razón cuando decían eso de que dentro de cien años todos calvos"

 

TRAIN TO BUSAN (Yeon Sang-Ho. Corea del Sur, 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Primera parada obligatoria del festival. En su país de origen devastó la taquilla por completo, y en Sitges era una de las propuestas con las que más se frotaban las manos los fans del cine oriental. Train to Busan es un tebeo de zombis rápidos (pero MUY rápidos; estilo Guerra Mundial Z de rápidos) que campan arriba y abajo por un tren de alta velocidad. Los protagonistas principales del asunto son un ejecutivo que sólo piensa en sí mismo y su hija de 8 años, harta de tener como padre a un capullo egoísta. Por supuesto, la experiencia extrema de tener que hacer frente a una horda de no muertos correvagones acercará posturas entre el adulto y la niña. Train to Busan no aporta ni una sola idea original al planteamiento clásico del grupo de civiles variopintos intentando sobrevivir a una pandemia zombi en un espacio cerrado (esto ya se hizo, por ejemplo, en Plane of the Living Dead, cambiando el tren por un avión), pero como cinta de acción es un verdadero locurón, los personajes enganchan lo suyo y, aunque le sobra un cuarto de hora bien bueno (ciertos momentos en los que se toma a sí misma demasiado en serio), durante la hora y media restante es más divertida e intensa de lo que The Walking Dead será jamás. La gente ha salido encantada.

 

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"Es la última vez que viajamos en quinta"

 

THE LURE (Agnieszka Smocynska. Polonia, 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Bizarrísimo musical polaco que mezcla folclore fantástico acuático (sirenas y tritones con forma humana), un espíritu de cuento macabro cercano al Freaks (La parada de los monstruos) de Todd Browning, una ambientación de night club decadente/enfermizo/ochentero que encantaría a David Lynch, y sobre todo una galería de personajes que no desentonarían en una comedia de Wes Anderson. ¿A que suena estupendo? Pues en la práctica, pasada la efervescencia de sus primeros 20 minutos, es una excusa perfecta para recuperar horas de sueño ( y más si tienen la mala leche de programarla a las cuatro de la tarde, hora de hacer la digestión).

Hay que reconocerle su buena factura técnica y cierto carisma en sus números musicales (la banda sonora, en la que te puedes encontrar desde canciones pop polacas hasta el hit discotequero "I Feel Love" de Donna Summer, es excelente), pero la película intenta tocar demasiados palos a la vez, y deriva paulatinamente en batiburrillo que primero confunde y al cabo aburre.

 

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"Si El rey león tiene su musical, La sirenita no podía ser menos"

 

COLOSSAL (Nacho Vigalondo. Canadá, 2016)

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Pese a llevar ya cuatro películas a sus espaldas, Nacho Vigalondo sigue dando la impresión de ser básicamente un director de cortometrajes. Incluso su mejor obra, Los Cronocrímenes, era un constante girar sobre sí misma al que le sobraba una hora de metraje o le faltaba una hora de guión (que cada cual elija la opción que prefiera). Al tipo se le ocurren buenísimos puntos de partida, pero luego los desarrolla pobremente y eso acaba reduciendo todo su cine al nivel de chascarrillo. Sería un guionista/director estupendo para capítulos de series como Black Mirror, pero los largometrajes se le siguen haciendo justamente eso, largos. Colossal, que utiliza el género kaiju (monstruos gigantes arrasando ciudades, en este caso Seúl) para narrar en clave de semi-comedia una historia pequeñita e íntima sobre la superación personal y el aprender a aceptarse, abunda en todo lo que acabo de explicar: diálogos inanes que se confunden con desarrollo de personajes, situaciones alargadísimas que, en vez de evolucionar, se repiten y se repiten y se repiten hasta una resolución final que te cae encima como un piano, actores sobreactuados (Anne Hathaway, de bofetón)…

Pese a eso, Colossal no es un desastre que haga honor a su título, sino posiblemente lo más parecido a una película funcional (en el sentido de tener una estructura ordenada) que jamás haya facturado el cántabro. La idea de fondo es muy original, tiene gags divertidos y el armazón de guión es potable, pero las mencionadas reiteraciones y el navegar hacia ninguna parte la acaban haciendo caer en el tostón. Así pues, Vigalondo, como en el cole: progresa adecuadamente, necesita mejorar.

 

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"Ay, aquellos tiempos en los que ganábamos Oscars..."

 

SITGES 2016

 

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