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SITGES 2016 crónica 2: El infierno son los demás

Hell or High Water; Under the Shadow; The Void; Sam Was Here; La autopsia de Jane Doe

CHEMA PAMUNDI

Pues nada, en mi primera crónica de Sitges 2016 me dediqué a quejarme de la organización del festival y este segundo día, como no podría ser más adecuado teniendo en cuenta dónde estamos, el karma me ha enviado una tormenta con viento racheado de las que hacen época (al estilo de la que le caía encima al cura de La profecía). El temporal me ha pillado entre sesiones, corriendo del Auditori al Retiro, y he acabado resbalando y aterrizando de culo sobre mi propio ordenador portátil, que ha quedado de inmediato convertido en un posavasos haciéndome perder dos crónicas ya escritas y por entregar (por descontado, no había hecho copia de seguridad de ninguna de las dos, porque, ¿qué sería la vida sin estas pequeñas emociones?). TOTAL, que las crónicas de los próximos dos días de festival (esta es una de ellas) van a ser reescrituras completas, de memoria y a contrarreloj de los textos originales. El único cambio de planes es que tenía pensado abrir esta intro hablando sobre las estrellas invitadas de este año, pero casi mejor lo dejo para mañana. Como suele decirse, "perdonen las disculpas", y vamos ya con las películas de hoy:

 

HELL OR HIGH WATER (David McKenzie. E.U.A., 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

"Hell or High Water" es una expresión en inglés que viene a significar algo así como "caiga quien caiga", y en el caso de esta película define bastante bien a los personajes protagonistas: de un lado dos hermanos (interpretados por Chris Pine y Ben Foster) que, hartos de ser más pobres que las ratas, se lanzan a perpetrar una ola de robos a sucursales bancarias de poca monta, a fin de conseguir reunir la pasta suficiente para pagar las deudas que dejó su madre, e impedir así que el banco les expropie el rancho familiar (en el que se acaba de encontrar petróleo). Del otro lado un ranger prejubilado (Jeff Bridges) decidido a atraparlos para cerrar así su carrera policial con un broche de oro. Es decir, personajes circulando a toda máquina en direcciones opuestas y en ruta de colisión.

Hell or High Water es un western moderno de estructura muy sencilla y corte absolutamente clásico, y lo digo como un halago. "Unos buenos personajes y una carretera, a veces no hace falta nada más", me ha dicho alguien al salir del pase, y no puedo quitarle la razón. Dominan la función unos diálogos excelentes, un Jeff Bridges gigantesco cuya mera presencia devora la pantalla (aparte de ir soltando una retahíla de sentencias lapidarias como no se veía desde que Clint Eastwood dejó el negocio), y la sensación ominosa de que aquello va a acabar como el rosario de la aurora, en una historia en la que se hace difícil tomar partido porque todos los personajes molan (incluso la camarera viejuna que le sirve el filete a Bridges como si fuera un sargento instructor de marines). El primer clásico instantáneo de Sitges 2016.

 

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"Mientras no crean que es R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal 2, todo irá bien"

 

UNDER THE SHADOW (Babak Anvari. G.B.-Jordania-Qatar, 2016)

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Que el cine iraní presente una película de cine fantástico es, de por sí, un notición, pero lo es aún más que dicha película se convierta en una de las propuestas más estimulantes del festival de Sitges y, desde ya, en la favorita para rascar premio dentro de la sección en la que ha sido encuadrada (Noves Visions). Under the Shadow es una historia de fantasmas con ecos evidentísimos de The babadook: una madre joven y su hija de 8 años pasándolas reputas cuando su casa se ve infestada por una serie de presencias sobrenaturales a las que la niña llama "duendes malos". La trama tiene lugar dentro de un contexto histórico muy concreto, el Teherán tardo-ochentero, hacia el final de la guerra Irán-Irak, pero dicho marco no se queda en simple anécdota de fondo ni tampoco domina la narración por completo (o sea, esto no es "cine político con poltergeists"), sino que se entremezcla con los elementos paranormales de la película de manera elegante y orgánica, como un todo indivisible (mejor, por ejemplo, que en El laberinto del fauno, película que estaba más claramente dividida en dos mitades casi independientes: la trama fantástica por un lado y el suspense guerra-civilista por el otro).

Under the Shadow funciona de coña como denuncia sociopolítica sobre nuestras tragaderas a la hora de aceptar la pérdida de libertades sin rechistar y como valerosa y lúcida proclama feminista. Pero al mismo tiempo, y eso es lo más sorprendente, también funciona y de qué manera como cine de terror. El director Babak Anvari sabe cómo generar atmósferas y planificar sustos perfectos, y no comete el error de explicar lo sobrenatural más de la cuenta. Hay una escena concreta, muy al principio de la película, que sirve como buena muestra de sus maneras sutiles: la madre se está entrevistando con un representante del gobierno, cuando de súbito, por la ventana del despacho vemos pasar en la distancia un misil que impacta contra un edificio lejano. Ambos personajes lo miran brevemente y luego reemprenden su conversación, con una expresión de apatía resignada ante la barbarie que lo dice todo. En ocasiones, los vivos demostramos estar en realidad más muertos que cualquier espectro.

 

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"Como este Babadook es iraní, tiene forma de camello en vez de pájaro"

 

THE VOID (Steven Kostanski. Canadá, 2016)

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Varios habitantes de un pueblo de la América rural, con su sheriff a la cabeza, deberán hacerse fuertes en el hospital ante el asedio de una horda de cultistas y criaturas mostrencas que pretenden limpiarles el forro y completar un ritual que invocará a una supra-entidad extraplanar con muy malas pulgas y muy poco sentido del humor. The Void saquea sin contemplacones escenas y conceptos de El príncipe de las tinieblas, La cosa, Asalto a la comisaría del distrito 13 (sí, aquí hay Carpenter por un tubo), Hellraiser, Silent Hill o La niebla (en este caso la de Darabont), entre muchas otras. Incluso, no sería descabellado asumir que la acción transcurra en el mismo universo que la serie de TV Stranger Things.

Sin embargo, a lo que remite en realidad la cinta es a los relatos de terror cósmico de H. P. Lovecraft, con sus sectarios encapuchados y armados con cuchillos ceremoniales, sus bicharracos hipertentaculares, sus mundos paralelos y sus dioses primigenios (a cualquier rolero que haya jugado a "La llamada de Cthulhu", se le hará difícil no identificar al villano final de The Void con una de las 999 formas de Nyarlathotep). Eso no justifica el batiburrillo, a ratos incomprensible, que es el guión de la película, pero la hace más simpática que si los antagonistas de turno fuesen simples zombis o vampiros, y da ocasión al departamento de efectos especiales para lucirse con algunos planos despampanantes de paisajes alienígenas dominados por ominosas pirámides negras. Un pasarratos de serie B correctito, pero que se hace querer.

 

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"Debajo de las sábanas estamos Snake Plissken y Pinhead"

 

SAM WAS HERE (Christophe Deroo. Francia-E.U.A., 2016)

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Sam Was Here, del director francés Christophe Deroo, es como una película de otro director francés igual de loco, Quentin Dupieux (Rubber, Wrong, Reality...), pero cambiando el humor surrealista por mal rollo surrealista. Lo que empieza como las andanzas de un vendedor que recorre el desierto americano en coche, buscando clientes sin encontrar absolutamente a nadie (hasta las estaciones de servicio y los moteles están vacios, pese a tener rastros de presencia humana reciente como por ejemplo tazas de café humeantes), irá derivando poco a poco en una especie de descenso a los infiernos (y no tengo claro que sea en sentido metafórico). ¿Se ha entendido lo que quiero decir? A ver, probaré con un símil más directo: lo que empieza un poco como Carretera al infierno, acaba mutando en otra carretera bastante diferente: la Carretera perdida de David Lynch. ¿Más claro así? No, ¿verdad? Lo suponía.

Sam Was Here es un largometraje opresivo, ocasionalmente muy violento (y no, ahora no estoy siendo metafórico) y cuya intención principal (creo) es jugar con el formato estilístico y las claves psicológicas que es capaz de proyectar el género de terror cuando se hace bien; igual que si la película fuera un cuaderno de colorear en blanco, para que el espectador lo pintarrajee como quiera (un ejemplo: ¿qué es esa luz roja, esa especie de OVNI que aparece de vez en cuando brillando en el cielo, a lo largo de toda la película?). Quien se ponga a ver Sam Was Here con el chip de una cinta convencional de terror desértico en plan Las colinas tienen ojos se aburrirá muy malamente. A mí, en cambio, que me pasen los lápices de colorear ahora mismo.

 

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"Dejar de vender neveras en el Polo Norte para esto"

 

LA AUTOPSIA DE JANE DOE (André Ovredal. G.B., 2016)

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Dos médicos forenses, padre e hijo (el hijo es Emile Hirsch y el padre es Brian Cox, dos actores que suelen mejorar cualquier obra en la que prestan la cara), están a punto de dar su jornada de trabajo por concluida cuando reciben, por sorpresa, el encargo urgente del sheriff local de practicar esa misma noche la autopsia al cadáver de una joven que ha aparecido, enterrada y completamente desnuda, en el sótano de una casa escenario de un crimen múltiple. Nadie ha podido identificar a la muerta y su presencia allí no encaja para nada con el resto de víctimas. Nuestros protagonistas se ponen a la faena con intención de acabar rapidito... y bueno, digamos que si bien por fuera la muchacha parece ser absolutamente normal, por dentro guarda más sorpresas que las estanterías de un bazar chino.

La autopsia de Jane Doe es un cuentecillo de terror que podría perfectamente narrarse al calor de una fogata durante una noche de Halloween y, salvo por algunas servidumbres a los tópicos del cine hollywoodiense (le sobran los falsos sustos, un par de inverosimilitudes de planteamiento y varios topicazos de género que se ven venir a la legua), podemos considerarla una de las cintas de terror old school más redondas de la década. Un ritmo endiablado, un guión inteligente (incluyendo varios giros inesperados que te dejan genuinamente boquiabierto) y una puesta en escena primorosa son suficientes para tenerte hora y media con el corazón bombeando más rápido de la cuenta. En sus mejores escenas, La autopsia de Jane Doe "hace de la necesidad virtud", logrando asustar al personal con muy pocos elementos (es una película de presupuesto modesto, con tres o cuatro personajes y un único escenario), lo cual debe de resultar bastante humillante para todos esos "James Wans de la vida" que necesitan gastarse un pastizal en efectos digitales para intentar dar miedo. En La autopsia de Jane Doe, basta con el simple sonido de una campanita...

 

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"¿Viste el año pasado El cadáver de Anna Fritz, papá?"

 

SITGES 2016

 

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