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SITGES 2016 crónica 4: De tripas corazón

Carnage Park; Dog Eat Dog; Blair Witch; El extraño (The Wailing); 31

CHEMA PAMUNDI

Ayer hablaba de los invitados al festival de Sitges, y hoy quiero detenerme un momento a reflexionar sobre lo que se hace con ellos. ¿Para qué sirve un invitado del festival de Sitges? Obviamente, las estrellasde nivel mundial resultan un vehículo estupendo parapromocionar en los medios al propio certamen (nada mejor que la cara de Jodie Foster o Tarantino sonriendo junto al logo del festival, para asegurarse de ser mencionados en todos los telediarios). Pero, ¿qué ocurre con los invitados, dijéramos, “menores”? ¿Los Ti West, Adam Wingard, Dante Lam y compañía?  ¿A qué los traen? (un colega de otro medio me responde que “¡A comer paella!”).

Quiero decir, ¿qué sentido tiene que Nacho Vigalondo venga a promocionar Colossal si luego hay que perseguir a su jefa de prensa durante tres días para sacarle una entrevista de 10 minutos? ¿Es de recibo traer a Dolph Lundgren para que suba al escenario a presentar su película Don’t Kill It, y que al pobre se la programen en una maratón de madrugada? ¿Para qué se monta una rueda de prensa con Julia Ducournau, la directora belga de Raw, si el festival no dispone de ningún intérprete que hable francés y la cosa degenera en un ridículo épico, con alguien que “chapurrea un poco” y que traduce sus respuestas medio inventándoselas? ¿En base a qué se decide que la rueda de prensa de Rob Zombie vaya antes que el pase principal de 31 en el Auditori, y por lo tanto haya que ir a hacerle preguntas sobre ella sin haberla visto? Todo esto no lo comento a mala uva, es que, en serio, no entiendo el criterio. A menos que dicho criterio sea “que vengan, y ya veremos qué hacemos con ellos”. Claro, eso explicaría momentos tan psicotrónicos como el de Christopher Smith en la presentación de su película Detour, que el tío ha pillado por banda el micro de la sala Tramuntana y se ha cascado un monólogo de 10 minutos sobre el brexit. Las típicas cosas que sólo pasan en Sitges…

Las cinco sesiones de hoy:

 

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Max Von Sydow, Rob Zombie, Bruce Campbell y Dolph Lundgren, los invitados

 

CARNAGE PARK (Mickey Keating. E.U.A., 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Mickey Keating tiene 25 años, ha dirigido ya tres películas y, claro, los referentes se lo comen por los pies. Forma parte de esa generación de realizadores para los que “los clásicos” son las primeras obras de Tarantino y Rob Zombie. Su estilo consiste en imitar el cine setentero pero sin haberlo mamado, por “película interpuesta”, podríamos decir. Da la sensación de que si le mencionas La matanza de Texas probablemente se creerá que le hablas de Marcus Nispel. Así las cosas, no nos hemos de extrañar de que Carnage Parksea el pastiche barato que es.

Una joven (Ashley Bell, buena actriz a la que descubrimos en El último exorcismo) es tomada como rehén por unos atracadores de bancos. Sin embargo, ese será el menor de sus problemas, pues tras una serie de vicisitudes la pobre acabará correteando por su vida en una inhóspita región estilo Las colinas tienen ojos, habitada por un psicótico veterano de la guerra del Vietnam (el normalmente excelente y aquí inadvertido Pat Healy), que ha convertido la zona en una especie de parque temático del horror, en el que poder hacer prácticas de tiro con cualquier desgraciado que pase por allí. ¿Y por qué querría nadie pasar por esa mierda de sitio, en el culo de la América profunda? No se sabe, pero según se da a entender, víctimas no le faltan. Debe de haber un Carrefour cerca o algo.

Carnage Park recurre a todos los tópicos que cabría esperar dadas las circunstancias, como si el director los fuera tachando de una lista: la fotografía amarillenta para que sepamos que estamos en los 70, el psicópata absolutamente letal que de pronto pierde la puntería cada vez que dispara contra la chica, el sheriff que parece que va a salvarla pero muere como un capullo, la guarida decorada con trozos de cadáveres y lámparas de piel humana (de verdad, ¿todos los asesinos en serie tienen el mismo gusto estético? ¿Hay un IKEA para psychokillers, o qué?), la súbita resurrección del villano cuando parecía que ya lo habían matado del todo, la persecución final por unas catacumbas a oscuras… Ninguno de esos tópicos está bien utilizado ni suma absolutamente nada a este ejercicio de exploitation sin gracia ni talento. Cuesta creer que 80 minutos puedan llegar a hacerse tan largos.

 

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"La verdad es que la hemos rodado en Montjuïc y nadie se ha dado cuenta"

 

DOG EAT DOG (Paul Schrader. E.U.A., 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Paul Schrader, Nicolas Cage, Willem Dafoe, mafiosos de medio pelo, golpes perfectos que salen mal, ajustes de cuentas… y la ves en la parrilla de Sitges 2016 y piensas “Esto va a ser la bomba”. Pues no. A ver, que Paul Schrader ha hecho cosas enormes a lo largo de su carrera y no tiene que demostrar nada. Que si Hardcore, que si Affliction, que si los guiones de Yakuza, Taxi Driver, Toro Salvaje y La costa de los mosquitos. Precisamente por eso no tiene sentido juzgar el conjunto de su filmografía al hablar de Dog Eat Dog, pero tampoco pasa nada por decir que es una película del todo menor, pésimamente estructurada y rodada con absoluta desgana (hay incluso fallos de continuidad que la hacen inconexa), por parte de un director que probablemente ya le ha dado al cine todo lo que tenía que darle.

El meollo de la trama consiste en secuestrar a un recién nacido, algo que Nicolas Cage ya hizo en Arizona Baby con bastantes mejores resultados, tanto argumentales como cinematográficos. Dog Eat Dog es una mala caricatura de cine negro, un túrmix de los hermanos Coen, Tarantino (qué buen escritor de diálogos, pero cuánto daño han hecho todos los que han tratado de imitarle) y el Gary Fleder de Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto, pero sin la chispa de ninguno de ellos. Es una cinta tan deslavazada que más parece un happening de “los amiguetes de Schrader”, todos ahí improvisando escenas a lo loco y añadiendo material sin que el director supiera decirles que no (hay como mínimo un monólogo de Nicolas Cage, en el que de pronto se pone a hablar imitando a Humphrey Bogart, que fue idea del actor y que Schrader ha reconocido que no eliminó del montaje final por no discutir). Seguramente se lo pasaron muy bien rodándola. Bastante mejor que el resto del mundo viéndola.

 

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Sailor y Bobby Peru 25 años después

 

BLAIR WITCH (Adam Wingard. E.U.A., 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Vaya por delante que posiblemente no había una forma correcta de hacer una secuela de El proyecto de la bruja de Blair que no decepcionase y que explicase algo nuevo o merecedor de ser contado (y no, enseñar a la bruja es justamente lo que NO había que hacer); y vaya también por delante que, una vez decidido hacer dicha secuela, Adam Wingard, el cerebro detrás de la saga de cuentos de terror indie V/H/S parecía una elección perfecta para pilotar el proyecto. Dicho todo lo anterior, hay muchísimas cosas que podrían haberse hecho con más tino en el desastre sin paliativos que es Blair Witch.

Algo que no todo el mundo pilla de El proyecto de la bruja de Blair (una parte sustancial de la crítica la sigue machacando 18 años después de su estreno, negando la evidencia de que reformuló todo el cine de terror posterior a ella), es que, más allá del rompedor formato de metraje encontrado , lo que la hacía tan jodidamente efectiva era la sensación de veracidad que transmitía. El ritmo, las entrevistas con los lugareños de Burkittsville que ponían la leyenda de la bruja en contexto, las secuencias interminables de los tres protagonistas caminando hacia ninguna parte (árboles y más árboles) que iban añadiendo textura y construcción de personajes sin que nos diésemos cuenta… Todo aquello era lo que hacía que la media hora final diese tantísimo miedo. Sin embargo, Wingard ha malinterpretado dichas claves, y su secuela tiene el ritmo y los parámetros equivocados. A los 15 minutos ya está en faena, haciendo que pasen cosas raras con el GPS, llenando el bosque de ruidos y asustando a los protas, que no al espectador. Porque el mayor pecado que comete Blair Witch es que no asusta un carajo. Sin haberse molestado en darle un tono a la narración ni en generar complicidad (los cuatro mochileros de turno son una panda de guapitos a cuál más capullo, que te tientan a ponerte del lado de la bruja), los sustos que se van sucediendo son simples proyectiles de fogueo, respingos puntuales que no aportan tensión al conjunto sino que simplemente molestan, como alguien que grita demasiado al hablar.

Era evidente que Blair Witch iba a tener que ser más obvia y explícita que su predecesora, pero la suspensión de la incredulidad se estira tanto con algunos de los sucesos paranormales (tiendas de campaña que levitan, transformaciones en mostrenco, personajes que desaparecen y vuelven a aparecer con barba, como si llevaran años vagando por el bosque) que el efecto buscado, en lugar de aumentar, disminuye, como les pasa a tantas otras películas que han buscado repetir la fórmula de El proyecto de la bruja de Blairy ni se le han acercado. Eso es lo más triste y paradigmático de todo, que Blair Witch acabe estando menos influenciada por su fuente original que por todos los subproductos que a su vez la han copiado a ella. Al final, la única lección útil que uno rescata de las ruinas humeantes de esta secuela es que, después de todo, sí que había una manera correcta de honrar la memoria de la obra maestra de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick, y era dejarla descansar en paz.

 

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"La próxima vez hacemos la secuela de Buenas noches, Sr. Monstruo"

 

EL EXTRAÑO (THE WAILING) (Na Hong-jin, Corea del Sur-E.U.A., 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Tras dar una lección magistral de thriller policiaco con The Chaser, y otra de cine de acción con The Yellow Sea, Na Hong-jin se pasa en su tercera película al drama de endemoniados. El resultado sigue exhibiendo el músculo narrativo y el poderío visual al que ya nos ha acostumbrado el director, en la que posiblemente sea su obra más ambiciosa hasta la fecha, si bien no la más redonda. Cuenta la historia de un detective rural de policía que ve cómo los vecinos del pueblo empiezan a mostrar comportamientos extraños (y cuando digo “extraños” me refiero más bien a “homicidas”) coincidiendo con la llegada de un misterioso japonés. La cosa acabará requiriendo el concurso de un chamán, en una terrorífica escalada de maldiciones y contrahechizos.

Lo mejor de El extraño es que frustra constantemente las expectativas de la audiencia impidiendo que la trama se vuelva previsible (el final es de traca), que logra llevar la tensión hasta límites notabilísimos (hay una escena de exorcismo que te deja físicamente agotado), y que representa de manera magistral el mal absoluto, como una fuerza engañosa a la que es muy difícil identificar entre las numerosas debilidades humanas. Lo peor, que el guión parece a ratos demasiado prolijo (se podría haber llegado al mismo punto con dos o tres requiebros menos), y que el tono de drama sobrenatural de la película tarda quizás demasiado en desplegarse (los primeros 30 minutos parecen simplemente una relectura de The Chaser ambientada en el campo y con toques de comedia borrica). Aún así, el conjunto es bastante satisfactorio. Terror psicológico de una densidad casi dolorosa. Como suele decirse, el demonio está en los detalles.

 

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"Aquí lo extraño es que en una peli oriental de fantasmas no salgan niños de cara blanca"

 

31 (Rob Zombie. E.U.A., 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Los primeros quince minutos de 31 son lo peor que ha dirigido Rob Zombie en su puñetera vida (y quien haya visto Lords of Salem sabrá que eso es decir muchísimo). Cine genuinamente cateto, que intenta buscar la comuniónde la audiencia con el grupo de white-trashers protagonistas a base de chistes sobre pollas y diálogos inanes mientras están cagando. A partir de ahí la cosa mejora ligeramente, pero sólo porque Zombie decide que los preámbulos y el “slow-burn” no son lo suyo, y corta directamente al meollo de la película: unos payasos psicópatas secuestran a los protasy los meten en una fábrica abandonada en la que los van matando con dolor. Sí, en realidad la cosa es un poco más elaborada que todo eso (hay cierta relación con la fiesta de Halloween, y sale Malcolm McDowell como maestro de ceremonias disfrazado de noble del siglo XVII), pero al final es la mierda de siempre: una galería de excusas pobres para poder acabar cortando a alguien en dos con una motosierra.

Podría decirse que RobZombie es lo bastante honesto como para no marearnos con demasiadas justificaciones ni elipsis explicativas, e ir directo a lo que sus fans quieren (menudillos), pero algunas set pieces se desarrollan y se resuelven de una forma tan abrupta que más bien parece que los productores le hayan obligado a recortar duración, y que debido a eso la coherencia narrativa se haya acabado quedando tirada en la sala de montaje. La película es una catástrofe de primer orden en todos los departamentos: visualmente carece de inspiración, narrativamente no tiene pulso, no crea ninguna atmósfera ni da miedo o dentera, los diálogos son de vergüenza ajena, la interpretación de Sheri Moon Zombie resulta paupérrima (esto ni siquiera nos sorprende), y los payasos asesinos parecen marcas blancas del Capitán Spaulding de La casa de los 1000 cadáveres y Los renegados del diablo (los dos únicos títulos del directorque tienen “algo”, aunque en realidad sean meros collages que no han envejecido particularmente bien).

Rob Zombie siempre había sido un autor bastante sobrevalorado, pero por suerte esos tiempos ya pasaron y él solito se está poniendo en su sitio, con una filmografía que empieza a acumular mucha más paja que grano. Hasta hace poco lograba disimularlo a base de copiar a otros directores con mayor talento que él. Ahora ha decidido empezar a copiarse a sí mismo, y en 31 la realidad queda trágicamente al desnudo.

 

31: cine de terror

"¿Seguro que esto no es Los renegados del diablo 2?"

 

SITGES 2016

 

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