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SITGES 2016 crónica 5: Amor y muerte

The Handmaiden; Equals; In a Valley of Violence; Grave (Crudo); Midnight Special

CHEMA PAMUNDI

Otra de las particularidades del Festival de Sitges, que daría para debatir largo y tendido, es la insondable confección de su parrilla de películas. Entiendo que hacer cuadrar doscientos y pico títulos en nueve días de proyecciones sea un rompecabezas de locos, y que a estas alturas la supervivencia del certamen haya pasado a depender tanto de la venta de entradas como para que resulte implanteable recortar el número de sesiones, pero eso da lugar a casos delirantes. Dos de las películas que reseño hoy han sido víctimas de ello. Midnight Special por un lado e In a Valley of Violence por el otro. Ambas se han proyectado en pase único. La primera en el Auditori, pero entre semana y a la 1 de la madrugada. La segunda ha tenido un horario algo mejor, de media tarde, pero se ha pasado en el mini-cine Prado que, como era de esperar tratándose de un western con Ethan Hawke y John Travolta, se ha quedado ridículamente pequeño hasta el punto de que a mí, que he llegado cinco minutos antes de que empezara la sesión, me ha tocado verla desde el último gallinero, en una zona habilitada como trastero y sentado en una silla de bar; y ojo, que aún he tenido suerte: los que han entrado detrás de mí han acabado viéndola de pie, asomando la cabeza por detrás de una columna.

Preguntado Ángel Sala al respecto, me contesta que Midnight Special es una película que se había visto ya en muchos festivales y que incluso está disponible en descarga legal por iTunes (aunque lo mismo podría decirse de otras como Swiss Army Man, 31 o Hardcore Henry, que no obstante han sido programadas de manera más cuidadosa en Sitges 2016). Respecto a In a Valley of Violence, Sala se remite a que formaba parte de la sección Seven Chances, y que esas películas tienen pase único y en el Prado, que además “no es un cine subsidiario” y se merece tener películas exclusivas e importantes. Veamos, yo no digo que Seven Chances no tenga que funcionar así, pero justamente la afirmación de Ángel Sala deja en mal lugar al cine Prado, que será todo lo icónico que quieras, pero por ejemplo, le siguen faltando butacas en unas cuantas filas. O sea que aquí no se trata de que no haya que maltratar al cine Prado, sino al contrario: a lo que no habría que maltratar es a las películas que tienen la mala suerte de proyectarse en él. ¿Para cuándo una reformita que lo adecúe a las necesidades del siglo XXI? Aunque claro, luego ves el estado en el que está el otro cine del pueblo, el Retiro, y ya casi que mejor dejarlo correr…

Las pelis de hoy:

 

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El director del festival Ángel Sala, orgulloso de su criatura

 

THE HANDMAIDEN (Park Chan-wook. Corea del Sur, 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Lo nuevo de Park Chan-wook siempre va a suponer uno de los momentos cumbre de cualquier edición de Sitges, pero este año muchos estábamos esperando The Handmaiden con especiales ganas. Hacía falta un título mayor que viniera al rescate de un festival que de momento ha deparado demasiadas películas que “no están mal, pero…”. The Handmaiden es, desde luego, ese título mayor. Se inspira libremente en el bestseller "Falsa identidad", de Sarah Waters, trasladando la acción desde la Inglaterra de finales del XIX que se describe en el libro hasta la Corea ocupada por el ejército japonés justo antes de la Segunda Guerra Mundial.  Cuenta, en tres actos, cada uno de ellos narrado desde la perspectiva de uno de sus personajes protagonistas, una arrebatada historia de amor entre dos mujeres: una rica heredera y una de sus doncellas, que en realidad había entrado a su servicio como parte de un elaborado plan para dejarla sin blanca pero que, al poco tiempo, se enamora de ella hasta el punto de dudar de todo. El primer acto es un febril drama de época filmado con una elegancia y mesura que harían aplaudir con las orejas a James Ivory. El segundo acto es puro cine de timos y engaños estilo David Mamet. El tercer acto es una coda que nos hace replantearnos todo lo que hemos visto hasta entonces,que básicamente ha sido una puñetera obra maestra.

El director hace avanzar la historia quitándole poco a poco capas de sutileza y clasicismo estético, hasta que lo que acaba quedando en su tramo final es puro delirio Park Chan-wook. No obstante, la película no sólo no descarrila debido a ello sino que mejora aún más. The Handmaiden está llena de sexo, ambición y deseo, pero sobre todo habla del intercambio de poder que suelen producir todas esas cosas. Otro punto álgido en una filmografía que sigue asombrando.

 

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"Atlápame" si puedes

 

EQUALS (Drake Doremus. E.U.A., 2015)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

En un futuro distópico de esos que el cine suele representar mediante gente muy acelgada, vestida toda igual y viviendo en complejos súper espaciosos pero con decoración minimalista (de Gattaca a La fuga de Logan), las emociones de cualquier tipo están consideradas una peligrosa enfermedad degenerativa y, por lo tanto,han sido prohibidas. La peña se pasea arriba y abajo con permanente cara de carta de ajuste, preocupada sólo en resultar productiva y mantener la rueda girando. Esto se entiende como una reacción de autodefensa tras una devastadora guerra nuclear que estuvo a punto de exterminar a la humanidad, pero quizás la extinciónhubiese sido lo mejor, porque es muy discutible que una sociedad en la que el amor está perseguido merezca la pena ser preservada. Es el mismo tipo de argumento tronado que dan los pro-taurinos cuando dicen que, sin las corridas, los toros bravos se extinguirían. Pues oiga, que se extingan, pero las banderillas se las mete usted por el culo.

Ese entorno se hará irrespirable para Silas (Nicholas Hoult) y Nia (Kristen Stewart), dos jóvenes que, pese a todo el condicionamiento recibido y todas las píldoras inhibidoras que se toman, se enamorarán perdidamente. Estamos hablando de un amor enfermizo nivel Romeo y Julieta, de esos de no poder ni tan siquiera respirar bien cuando te falta la otra persona. Por supuesto, el hecho de que los dos chiquines sean completamente inexpertos a la hora de gestionar sus sentimientos lo hará todo mucho peor, mucho más extremo. Básicamente, los convertirá en yonquis el uno del otro.

Durante buena parte de su metraje, Equals es una remezcla de THX 1138 con los números de serie borrados y sin la sutilidad, la riqueza simbólica ni las contundentes imágenes de la cinta de George Lucas (aquí se abusa de las cámaras lentas y los planos cortos de los protagonistas languideciendo de amor). El interés del público se aguanta casi de manera exclusiva por la sólida labor actoral de Hoult y Stewart (a ella, por cierto, igual ya tocaría dejar de darle palos por haber hecho la saga Crepúsculo). Ambos transmiten de manera más que convincente el machaque psicológico que supone tener que aguantaruna compostura fría y racional 24 horas al día, sin poder dejar salir la impaciencia y la frustración que les roe las entrañas. Son interpretaciones dificilísimas, que sólo pueden apoyarse en los silencios o las miradas. Los dos lo bordan.

Y entonces, hacia la hora de metraje, llega de repente un inesperadogiro de guión que propicia un último acto de intensidad creciente, culminado por un final apabullante. Se me ocurren tres o cuatro maneras distintas de acabar la película, pero ninguna más valiente ni interesante que la elegida por el guionista Nathan Parker y el director Drake Doremus. Equals es una película de la que te empiezas burlando pero que te acaba poniendo un nudo en la garganta. Mucho mejor eso que lo contrario.

 

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"Por el fin de los vampiros purpurines y los lobos tarzanitos"

 

IN A VALLEY OF VIOLENCE (Ti West. E.U.A., 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Ti West es uno de esos realizadores que disfrutan su estatus de “estrella de la serie B” y lo aprovechan para picotear allí donde les apetece. El western siempre había sido una asignatura pendiente para él (Sin perdón es una de sus películas favoritas), y con In a Valley of Violence se quita por fin la espina, aunque los resultados sean irregulares. La trama obedece al típico patrón de forastero que llega a un pueblucho/le dan por saco/se venga, con un primer tramo que recuerda mucho a Acorralado (sí, no te lo pierdas), y un clímax en general bastante calcadito al de Open Range. El forastero en cuestión es Paul, un pistolero y ex-soldado que tiene las facciones de Ethan Hawke y va acompañado por un chucho que hace buena la frase “hay perros más inteligentes que sus amos” (ojo con el perrete, que roba absolutamente todos los planos en los que aparece). Quien le da por saco es el hijo del sheriff local (James Ransone), el típico matón chuleras que siempre tiene que demostrar que mea más lejos que nadie. Su padre, interpretado por John Travolta, es un “villano a su pesar”, pues se debate entre el sentido de la justicia (sabe que su hijo es un imbécil y que el forastero recién llegado no ha hecho en realidad nada malo) y el hecho de que hay que mantener la ley y el orden a toda costa y que, bueno, al fin y al cabo el matón chuleras no deja de ser su hijo. También anda por ahí Taissa Farmiga, que regenta el hotel del pueblo, está hasta las narices del sheriff, de su hijo y de sus secuaces, y se pone bastante cardiaca cuando el forastero le pasa cerca. Esos son los hilos con los que se tejerá el drama.

En In a Valley of Violence, Ti West ha intentado homenajear a Sergio Leone y Don Siegel sin enmendarles ni una coma, pero le ha salido una cosa rara, con demasiados brochazos tarantinianos en los diálogos y un guión poco trabajado, que parece una mera coartada para poder rodar un tiroteo al final. Abunda en esta teoría el hecho de que las dos o tres escenas de tiros que incluye la película esténrazonablemente bien filmadas, pero que al resto de la cinta le falten toneladas de punch. Hawke, Travolta y Farmiga parecen algo inseguros, como si fueran conscientes de que el material con el que están trabajando no es precisamente de primera. Podría haber sido un peliculón, pero se queda en peliculín; y aún gracias que está el perro…

 

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"Lo bueno de venir de Los siete magníficos es que no hace falta cambiar de vestuario"

 

GRAVE (CRUDO) (Julia Ducournau. Francia-Bélgica, 2016)

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La vida es un coñazo cuando eres adolescente; y si encima descubres que también eres caníbal, ya ni te cuento. Grave es una película sobre el “coming of age”, que utiliza el canibalismo de manera literal (hay unas cuantas escenas de casquería gruesa) pero también y especialmente como metáfora sobre el miedo al sexo, sobre la asunción de responsabilidades y sobre la desesperante sensación de sentirse un bicho raro, de no ser capaz de encajar. La protagonista es una chica vegetariana recién llegada a la facultad de veterinaria, cuyos hábitos alimenticios serán puestos en jaque después de que, debido a una novatada, pruebe la carne. A partir de ahí será como si se le hubiese disparado un “gen caníbal” que tenía latente, y se convertirá en una fanática cada vez más extrema de la sangre y la carne cruda.

Grave asume (y es mucho asumir) que nos vamos a tragar sin rechistar los diversos bandazos argumentales que propone, y aunque al final todo resulta tener un motivo, todo queda explicado y justificado, lo cierto es que algunos de esos bandazos no resisten el menor análisis lógico. Ni metáforas ni hostias. La realizadora Julia Ducournau se desenvuelve mucho mejor a la hora de plasmar el complejo universo teenager que a la hora de narrar una historia de horror con cara y ojos. De hecho, los momentos genuinamente malsanos de Grave tienen que ver más con lo primero que con lo segundo. Ver a la prota arrancarle a alguien el mofletede un mordisco y zampárselo puede dar mal rollo, pero ver a sus compañeros de clase humillarla subiendo a internet un vídeo en el que aparece al borde del coma etílico es mucho más escalofriante, porque podría pasarle a cualquiera. Es decir, una película mitad resultona, mitad fallida.

 

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"Si Divine se comía en Pink Flamingos una caca de perro, tú también puedes"

 

MIDNIGHT SPECIAL (Jeff Nichols. E.U.A., 2016)

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Los rumores eran ciertos. Los rumores que comparaban a Midnight Special con la brillantez narrativa del Spielberg de los inicios, concretamente el de Encuentros en la tercera fase (aunque en el plano puramente argumental casi tenga más puntos de contacto con el Carpenter de Starman). Se trata de una sencilla historia de ciencia ficción con maneras de road movie, acerca de un tipo que intenta darse a la fuga con su hijo, al que al parecer busca todo quisque, desde el FBI hasta la NSA y los miembros de una secta (que parece bien intencionada pero guarda en el doble fondo de su iglesia un arsenal de armas automáticas). El niño lleva unas gafas muy raras y lee compulsivamente tebeos de Superman, aunque no tiene ni idea de lo que es la kriptonita. Tampoco voy a explicar mucho más, porque esta es una obra que cabe disfrutar con la menor información previa posible. Ya he dicho demasiado, de hecho.

Lo que sí diré acerca de Midnight Special es que esta construida sobre un guión portentoso (y una fotografía espectacular, y una banda sonora acojonante, y unas interpretaciones redondas…), no por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta, por el goteo de información que va soltando y por cómo confía al espectador las herramientas necesarias para que él mismo rellene los huecos que de lo contrario se van a quedar vacíos. Todos los elementos importantes de la historia nos llegan de manera visual, en lugar de saturarnos con minutos y minutos de diálogos explicativos y jerga fantacientífica. Es una obra que te obliga a trabajar, que no te lo va a dar todo masticado, y eso hoy gusta más bien poquito.

Jeff Nichols, que la ha escrito y dirigido, y cuyo talento no debería extrañar a cualquiera que haya visto la no menos fabulosa Take Shelter (también con Michael Shannon en el papel protagonista) centra buena parte de su atención en temas íntimos (que no son habituales a este tipo de cine de gran formato y efectos especiales), sobre todo en la generosidad absoluta que supone salvar a un hijo, aunque eso suponga tener que renunciar a él. En definitiva, Midnight Special es una película sobre emociones que funciona a nivel emocional, no racional. Eso no significa que lo que nos cuenta no tenga sentido, sino que uno tiene que conectar con ella para disfrutarla. Yo me he pasado las dos horas con los pelos de punta.

 

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"No me seas nenaza, que los niños de las pelis de Spielberg meaban solos"

 

SITGES 2016

 

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