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SITGES 2017 crónica 3: Amores imposibles

Musa; The Bad Batch; Hounds of Love; Mom and Dad

CHEMA PAMUNDI

Cuando uno piensa en los nombres que, a lo largo de los años, han sido premiados en el Festival de Sitges con la María Honorífica al conjunto de su carrera, es normal que le vengan a la memoria estrellazas como Max von Sydow o David Prowse (por citar dos de los más recientes). Sin embargo, a mí personalmente siempre me ha hecho mucha gracia que el festival, a menudo, se preocupe de reconocer la labor de personajes que, si bien no tan mediáticos, han llevado a cabo una labor igual de fundamental dentro del cine de género. Como por ejemplo el premiado de la presente edición, el director de fotografía, técnico de efectos especiales y restaurador cinematográfico Juan Mariné.

No es que este hombre le falten los galardones, ni mucho menos (tiene la casa llena como él mismo dice, incluyendo por ejemplo el Premio Nacional de Cinematografía). De hecho, lo que me parece importante en este caso no es la estatuilla en sí, sino que haya servido como excusa para ilustrar al público del Auditori (yo incluido) sobre la filmografía de un tipo que, en 80 años de carrera (tiene 97 y sigue en activo) ha hecho de todo, desde películas musicales con Nati Mistral hasta clasicazos del estilo de La gran familia o incluso series B de terror como Mil gritos tiene la noche o Slugs, muerte viscosa. Mariné ha subido al escenario, ha pillado por banda el atril y se ha tirado sus buenos 20 minutos dándole a la sinhueso. Nos ha contado toda su vida (incluyendo la calle donde nació), salpimentada con anécdotas diversas a cual más salada.

Ha retrasado considerablemente toda la parrilla de tarde del Auditori (el director Ángel Sala ya no sabía cómo ponerse, viendo que el hombre no callaba; cuando le aplaudían hacía una pausa y seguía con otra batallita), pero era su momento y ha molado bastante. Sitges es un sitio especial, y una de las razones es que en su palmarés histórico figuren los Juan Mariné de la vida, a la misma altura que cualquier superstar de alfombra roja.

Las pelis de hoy:

 

Juan Mariné, el hombre de los premios

 

MUSA (Jaume Balagueró, España-Irlanda, 2017)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Un profesor universitario que ha vivido una tragedia bastante tocha tiene un extraño sueño en el que ve morir asesinada a una mujer. Al día siguiente, se entera de la noticia de que, en la vida real, a esa misma mujer le han dado matarile exactamente igual que en el sueño; y no sólo eso, sino que conoce a otra chica que asegura haber soñado lo mismo también. Qué yuyu todo, ¿no? Pues nada, a investigarlo.

Vaya por delante que no soy precisamente el presidente del club de fans de Jaume Balagueró. Más allá de algunas excepciones notables (Los sin nombre, Mientras duermes y REC., básicamente), su cine me parece aburridito, no sólo en lo narrativo (thrillers sobrenaturales en los que hay que "resolver un misterio", yendo de la pista "A" a la "B", de ahí a la "C", luego a la "D"...) sino también en lo visual, con esas gamas cromáticas apagadas y esa penumbra forzada, como si sólo le interesara contar historias protagonizadas por personajes obsesionados por ahorrar pasta en el recibo de la luz.

Musa es otro tedioso ejercicio de fórmula aplicada con estructura de best-seller estilo Dan Brown, en el que las cosas ocurren no cuando resultan interesantes, sino cuando tienen que ocurrir para que la trama avance sin estridencias hasta el siguiente dilema, hasta el siguiente momento "¡Oh, cielos!". Los personajes secundarios son meros "packs de datos" andantes, construidos para darnos la información que necesitamos saber justo antes de que venga alguien y los liquide (la mejor amiga del protagonista es, adecuadamente, una experta en temas ocultos, que le cree y le ilustra desde el minuto uno; mira tú qué buena suerte, ya todo eso que nos ahorramos en tener que convencerla). De igual modo, las reglas que rigen el elemento paranormal de la película podrían definirse como "por los santos cojones del guionista"; y bueno, el clímax final en plan duelo de macarras es ya una risa. Película fofa, acomodada y sin personalidad ninguna. El cine como una (mala) variante de aventura gráfica.

 

"La única musa que quiero ver es Sharon Stone tal como salía en The Muse"

 

THE BAD BATCH (Ana Lily Amirpour, EUA, 2017)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

A veces uno se precipita en el elogio, y tras ver The Bad Batch parece que ese podría haber sido el caso con Ana Lily Amirpour, que nos noqueó hace un par de años con la love story vampiresca Una chica vuelve a casa sola de noche. Aquella era una película imperfecta pero que se te metía en las entrañas, y que nos descubría a una cineasta aún a medio formar pero ya con muy buena pinta. The Bad Batch nos siembra la duda de si no estaremos ante una "one hit wonder".

A Samantha, la protagonista, se le ponen muy mal las cosas ya desde el arranque. Es lo que tiene vivir en un futuro distópico, ser considerada un desecho social y verse expulsada por las autoridades a una zona desértica, una especie de "tierra maldita" poblada por una tribu de caníbales culturistas. Después de que se la intenten comer varias veces (con éxito parcial), acabará encontrando sentido a su existencia y descubriendo el amor.

The Bad Batch ahonda en el tema del amor imposible entre seres disfuncionales, que ya articulaba el anterior título de la directora, pero en este caso apenas hay reflexión introspectiva y sí mucha sátira política sobre la América de Trump. Tiene algunas cosas que, mira, guay, como la puesta en escena luminosa y colorista que nos pinta un post-apocalipsis a medio camino entre las pelis de Mad Max y los cómics de Tank Girl. O la pintoresca galería de secundarios, desde el mesiánico líder interpretado por un Keanu Reeves transmutado en Pablo Escobar, hasta el chatarrero mudo que aparece cuando más se le necesita, empujando un carrito de la compra lleno de cachivaches molones (Jim Carrey, dando espectáculo).

Sin embargo, son destellos aislados en un conjunto demasiado deslavazado, con un ritmo muy mal llevado, unas pretensiones de tripi visual que se quedan en mera pirotecnia y una ensalada de referentes pop que sólo consiguen poner aún más de manifiesto lo hueca que es en realidad la película.

 


"Listos para rodar la secuela de Dolor y dinero cuando quieran"

 

HOUNDS OF LOVE (Ben Young, Australia, 2016)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Mediados de los años 80: en la ciudad de Perth, un matrimonio de mediana edad se dedica a secuestrar, violar y asesinar a chicas adolescentes. El marido está a tope con el tema, pero su mujer lo ve menos claro, de hecho da la sensación de que simplemente le sigue la corriente por cuelgue emocional, para que no la abandone. Las crisis maritales son ya de por sí una cosa peliaguda, pero si encima la pareja en cuestión está formada por dos asesinos en serie, apaga y vámonos. Esto no hay terapia que lo arregle. Hounds of Love es a la vez un thriller de horror, un drama sobre los celos y una reflexión sobre las mecánicas de manipulación que utiliza el machismo; y en los tres campos resalta como una obra robustísima.

El interés principal de Hounds of Love está en cómo utiliza su malsano punto de partida para soltar unas cuantas verdades sobre la violencia, el abuso de poder y la dominación psicológica infligida contra las mujeres. El director y guionista Ben Young (debutante, nadie lo diría), demuestra, aparte de una notable capacidad de riesgo, un elevado grado de inteligencia emocional, porque sabe llevar lo extremo de la situación con la suficiente habilidad como para que el discurso de fondo sobre roles de género, lejos de quedar tapado por la casquería, destaque todavía más.

El peso dramático de un filme como este reposa casi por completo en las espaldas de sus dos protagonistas, y tanto Stephen Curry como sobre todo Emma Booth están descomunales. La dirección de cámara es también primorosa, siempre fijando la mirada en lo más interesante antes que en lo simplemente explícito (hasta las cámaras lentas están bien puestas). Hounds of Love es, no cabe duda, una cinta dura de ver, pero en realidad sólo muestra las salvajadas necesarias para hacer avanzar la acción, sin recrearse en planos exploit que emborronarían cualquier aspiración de hacer reflexionar al espectador (o sea, sin cometer los errores de, por ejemplo, A Serbian Film). Sin la menor duda, lo mejor que he visto en Sitges 2017 hasta el momento.

 


"A esto es lo que yo llamo sexo seguro"

 

MOM AND DAD (Brian Taylor, EUA, 2017)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Hace ya mucho que Nicolas Cage dejó de ser un actor en el sentido clásico del término, para devenir en una suerte de one-man show, sobre todo cuando hace cine de género. Los fans van a ver sus películas esperando sus arranques de histrión, sus caras de loco, sus frases gritadas con la cara desencajada incluso en escenas en las que podría tomárselo con más calma. eso es lo que esperaba el público asistente al pase de Mum and Dad, y desde luego eso es lo que ha recibido (gran algarabía en la platea). ¿Y la película merece la pena? Bueno, eso, si acaso, ya tal.

Mom and Dad parte de una premisa excelente, y luego no sabe muy bien qué hacer con ella. Dicha premisa es que, por motivos desconocidos, todos los padres y madres del mundo entran en una especie de furia homicida contra sus propios hijos (no contra los hijos de los demás, ojo). Los padres en los que se centra concretamente la película son Nicolas Cage y Selma Blair (ella está bien, pero él, como ya hemos dicho "steals the show"), que lo intentan casi todo para matar a sus dos hijos, desde gasearlos hasta reventarles la cabeza con utensilios varios de cocina. Mom and Dad es un "hit and miss" casi al 50%: tiene golpes de humor negro muy ocurrentes (cuando aparecen en la casa, en plena batalla campal, los padres de los padres, y se lía una persecución a tres bandas bastante loca), y un uso muy efectivo de los flashbacks para dar contexto, pero también tiene momentos demasiado tibios ("casi" matan a un par de bebés, pero claro, no hay narices), a ratos la narración es un tanto embarullada, y su final no es que sea insatisfactorio, es que está claro que no se les ocurría cómo acabarla y sencillamente no lo han hecho. Entretenida, efervescente y, por desgracia, bastante más inofensiva y moralista de lo que parecía. Cuatro risas y a otra cosa.

 

"Esto por decir que el peluquín de Ghost Rider me quedaba ridículo"

 

SITGES 2017

 

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