Ufo en porciones El Caserío Versión seria de Independence Day sin humor, Por Ray Zeta |
<Quién iba a decir que Independence Day, con todos los errores que se le pueden atribuir derivados de su vocación comercial (ser un descarado vehículo de lucimiento para Will Smith, su humor facilón, y su exagerado mensaje pro-yanqui), sería aún quince años después de su estreno, la película de referencia en invasiones alienígenas de nuestra era como lo fue Encuentros en la tercera fase de la suya. Ni siquiera el mismo Spielberg consiguió arrebatarle el título con el remake de La guerra de los mundos, malograda por una bajada de ritmo brutal a medio metraje y un happy end no apto para diabéticos (cuando dan La guerra de los mundos por televisión, el pulgar se te va a hacer zapping, en cambio, cuando dan Independence Day, con las vaciladas de Will Smith, el desternillante discurso panfletario del presidente de los Estados Unidos, y el combate aéreo final, puro de la victoria incluido, es imposible apartar la mirada).
Tampoco va a ser Invasión a la Tierra la película que bata a Independence Day en su terreno pese a sus buenas intenciones: facturar una obra sin excesos, sin lucimientos gratuitos, y seria, sobre todo seria. Lo que acaba por volvérsele en contra, ya que Jonathan Liebesman parece tan preocupado por apartarse del film de Roland Emmerich, que acaba por manufacturar una obra lineal y falta de sorpresas que sigue a pies juntillas una estructura tan tópica como una ecuación de primer grado.
Empieza presentándonos a los marines protagonistas, mostrándonos que cada uno de ellos está en la flor de la vida para que parezca una putada aún más supina que tengan que entrar en combate: uno que se va a casar, otro que tiene la mujer embarazada, otro jovencito cuyos padres sufren por él… Metraje malgastado, ya que igual que le pasó a Ridley Scott con La teniente O’Neil, son presentados tan fugazmente que es imposible simpatizar con ellos, y así, cuando entran en batalla a las primeras de cambio, al espectador se la suda si viven o mueren porque apenas les reconoce.
Con quien sí se toma el director su tiempo para presentarlo debidamente es con Aaron Eckhart, el sargento chusquero que liderará la defensa en un giro de guión tan previsible como una tabla de multiplicación: siendo un pureta al que los mozos de la base le pasan la mano por la cara cada vez que realizan una prueba física, es obligado por el alto mando a obedecer las órdenes de un oficial de recién nombramiento (el primero de la promoción en su academia y tal) que resulta ser un nenaza y que, cómo no, acaba por delegarle el mando cuando se hace caquita en los pantalones.
"Jonathan Liebesman parece tan preocupado por apartarse de Independence Day, que acaba por manufacturar una obra lineal y tan falta de sorpresas como una tabla de multiplicar " |
Qué quieren que les diga, Aaron Eckhart es un actor que merece todo mi respeto, no hace falta decirlo, sólo por haber sido Dos Caras Harvey en El caballero oscuro ya lo tiene, pero para hacer de sargento bragado en mil combates, mil bares y mil catres, como cuando Clint Eastwood se presenta en El sargento de hierro diciendo eso de que ha bebido más cerveza, ha meado más sangre, ha echado más polvos, y ha chafado más huevos que toda la tropa junta, como que no. Lo veo demasiado blandengue y mucho más apto para interpretar papeles secundarios en comedietas románticas como Sin reservas o Love Happens.
Porque da igual que la ofensiva militar sea contra extraterrestres. Estos se mantienen en segundo plano durante gran parte del metraje, siendo la peli una simple cinta bélica que funcionaría exactamente igual (y en esto recuerda en gran medida a Black Hawk derribado) si el enemigo fuera humano. Aquí de lo que se trata es de mostrar que los marines norteamericanos tienen todos un par de huevos y son los salvadores del mundo, para ensalzar el espíritu castrense y aumentar así el número de alistamientos en el ejército (divertida es la escena en la que descienden encordados del helicóptero por solidaridad, y la que rehúsan comer y descansar por patriotismo. Patético es en cambio el monólogo en el que Aaron Eckhart recuerda a sus soldados caídos recitando de memoria sus números).
Más interesante es la parte de ciencia ficción pura. En ella se nos muestra que las naves alienígenas tienen forma de porciones de pizza o quesitos El Caserío, para que todas juntas conformen una base nodriza circular, en un recurso ingenioso al que no se le acaba de sacar partido porque desafortunadamente pasan de puntitas por él. Lástima. En cuanto a los extraterrestres, estos siguen la línea de sobriedad impuesta en el resto del conjunto, y careciendo de efectismos gratuitos no destacan ni para bien ni para mal limitándose a tener forma humanoide y estar protegidos por una armadura que les confiere aspecto robótico. Como los androides de la Federación de Comercio que luchan contra los gungan en Naboo al final de La amenaza fantástica, pero con dos metros y medio de altura. No quedan mal, pero hasta Michelle Rodriguez de soldado da más miedo que ellos (“no estoy aquí por mi cara bonita”, dice cuando aparece. Claro que no reina, estás aquí porque eres un machorro que sólo quedas bien si interpretas a un machorro embutida en ropas militares…).
Invasión a la Tierra se aparta así en todo lo que puede de Independence Day, pero paradójicamente acaba cometiendo algunos de sus mismos errores, que son aún más evidentes por el hecho de ir de película seria; los de Independence Day en cambio son más perdonables porque los llevan a un extremo que roza la parodia. Si cogemos Independence Day y le quitamos las vaciladas de Will Smith y el humor, pero dejamos el mensaje pro-yanqui, ¿qué queda? Pues Invasión a la Tierra./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Dos Caras Harvey |
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Recomendada por Kuato a: los que siempre se quejaron de que Independence Day era demasiado fantasma. Ésta lo es tan poco que se echa en falta a Will Smith llamándole “hermano” a un alien. | ||
No recomendada por Kuato a: los que les repateó el mensaje pro-yanky de Independence Day. Aquí es peor porque va de serio, así que espectadores anti-OTAN progres y pacifistas abstenerse. | ||
Ego-Tour de luxe por: los conocimientos en biología de Aaron Eckhaart. Explora un alien y llega a la conclusión de que como todo ser vivo, su punto débil es el corazón. Muy bien figura, doctorado en ciencias médicas por la Universidad de Massachusetts como mínimo. | ||
Atmósfera turbínea por: que el presidente de los Estados Unidos no arengue a las tropas con un discurso panfletario, y al final no se fumen un puro para saborear el humo de la victoria como marcan los cánones. |
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