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LA BELLA Y LA BESTIA (2017) crítica: Con el pétalo en los talones

Versión real de La bella y la bestia más parecida a un show Disney On Ice que a una película

ANNA BOU

Como que tengo hambre voy directamente a hincarle el diente a la crítica: no me gustan los musicales, La bella y la bestia de animación del año 1991 había dejado el listón muy alto, Bill Condon dirigió Amanecer 1 y 2, las películas más ridículas de la saga Crepúsculo, y a Emma Watson siempre la he encontrado una marisabidilla, estiradísima, como si le hubieran metido una gigantesca varita Patronus por un orificio de su lindo cuerpo. ¿Algún prejuicio más? Seguimos para bingo.

Pero ha sido ver el primer número musical de La bella y la bestia que, de hecho es como empieza la película, y entrar de lleno en ella. Sí, Bill Condon ha sabido imprimirle brío y mucha, mucha frescura a la archiconocida historia del príncipe que debe romper el maleficio que lo ha convertido en bestia, antes de que se desprenda el último pétalo de la hechizada rosa. Y no tan sólo ha conseguido regalar un bonito homenaje a la película Disney primigenia, sino que además La bella y la bestia tiene personalidad propia y una pátina humorística que le va como anillo al dedo, no como en la versión  de 2014 del director francés Chistophe Gans, que se tomaba demasiado en serio a sí misma.

 

"Vente conmigo esta noche y sabrás lo que es una bestia de verdad"

 

Debemos alejarnos del ruido que entra per los tímpanos de la película, como ese activismo feminista de botellón que pregona Emma Watson, orgullosa de haberse negado a llevar corsé en sus vestidos. Muy bien campeona, agarrándote a un detalle banal y raquítico sin tener en cuenta que protagonizas una película en la que interpretas a un personaje cuyo nombre, desgraciadamente, es en sí mismo un piropo (los piropos, esos escupitajos verbales). Si tanto quieres demostrar que la belleza está en el interior (ejem) y que una mujer no es un jarrón, haber propuesto un nombre que no fuera en sí mismo un juicio estético, como por ejemplo Herminia o Dolores. ¿Qué tal "La Mari Puri y la bestia"?, Elemental, querida Watson, que mucho bla bla y poco bli bli.

El otro tema que ha despertado am-pollas (nunca mejor dicho) es la homosexualidad de Lefou, el cual sí, tiene una pluma que bastaría para rellenar diez fundas nórdicas. Pero, independientemente de que el motivo haya sido la hipocresía de lo políticamente correcto llevado al cine, este Lefou me ha parecido un innecesario pero fresquísimo acierto. De hecho, son los personajes secundarios los que aportan todo el encanto a La bella y la bestia. Tal como decía, Lefou es un encantador bujarrón de cuidado (gran Josh Gad) que empareja a las mil maravillas -precisamente por ser tan antagónicos- con el gallo del corral que es Gastón, maravilloso y autoparódico Luke Evans. De hecho, estos actores aguantan el encanto de sus homónimos animados, saliendo orgullosos del pulso al pillar el punto de estos Gastón y Lefou humanos; el irónico número musical de Gastón que protagonizan ambos en la taberna es brillante. Magníficos los dos.

"No tan sólo ha conseguido regalar un bonito homenaje a la película Disney primigenia, sino que además La bella y la bestia tiene personalidad propia"

Y por supuesto, la casa encantada. El plus de calidad y ternura que aportaban los objetos vivos en la primera La bella y la bestia tiene aquí unos nuevos parientes a su altura. Mucho empeño ha dedicado Bill Condon en animar este castillo encantado y nosotros que lo agradecemos. Son los elementos fantásticos los que hacen subir enteros a la película. Las impagables voces de Ewan McGregor, Ian McKellen, Emma Thompson y Stanley Tucci (sí, cien por cien recomendable ver la película en versión original) dan vida al encantador y seductor candelabro (esta vez con más forma humana, delicioso Lumiere), a su inseparable amigo el reloj Cogsworth, a la refunfuñona taza Mrs. Potts que se enfada porque le ponen más años de los que tiene, al desafinadísimo piano que intentará sonar a pesar de tener dolor de muelas (es decir, le faltan teclas...)

Los objetos son todos y cada uno absolutamente carismáticos, incluso más que los personajes principales, además, unos muy conseguidos efectos digitales consiguen que nos creamos que los objetos están vivos, hecho que le suma humanidad a una película con actores de carne y hueso. Estos objetos que respiran son, como ya lo fueron en la homónima animada, entrañables. Y son ellos los que protagonizan los mejores momentos musicales; en concreto "Qué festín"  cantado por Ewan McGregor (vozarrón, como ya demostró en Moulin Rouge), número absolutamente magnético, brillante, a puntos neurótico, imaginativo, loquísimo, bravo, bravísimo.

 

"¡Toma ya! Mejor que Arnie y Jamie Lee Curtis en Mentiras arriesgadas"

 

Y, según mi humilde criterio, donde más flojea la película es -precisamente, y ya es mala pata- en la relación Bella-Bestia. Emma Watson está correcta y Dan Stevens encarna -también con aprobado- a una bestia que físicamente es una mezcla entre macho cabrío y Gerard Piqué, el jugador del Barça (los mismos ojos, lo que te digo). Pero la relación es más naftalina, ni tiene tanto margen ni le han sabido imprimir la frescura que rezuma (qué bonita palabra tan confundible con rebuzna) el resto de la película.

Además, así como la digitalización de la casa encantada es perfecta, Bestia tiene unos andares a trompicones, anquilosados, y los ojos se ven fríos, quizás porque el alma de la película no está en su interior (ni quizás tampoco la belleza), sino dentro del delicioso candelabro, el loco ropero que canta ópera, el taburete que ladra, el piano sin dientes. Porque sí, porque por una vez en la vida, y sin que sirva de precedente, la belleza está en los objetos y los humanos tan solo rellenan el bulto que queda entre ellos.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: los que prefieran los musicales de toda la vida, y no la la la las ciudades estrelladas que ganan oscars con número musicales más que dudosos.

No recomendada por Kuato a: los nostálgicos enfurruñados en creer que los tiempos pasados fueron mejores. De acuerdo, esta La bella y la bestia no supera a la deliciosa versión animada, pero tiene sus méritos propios.

Ego-Tour de luxe por: los objetos. Déjense enternecer por la tristeza del perchero. Y los número musicales, algunos nuevos para la ocasión. Brillantes.

Atmósfera turbínea por: la hipocresía, esta manía de ser políticamente correctos en las películas. Hablamos de ficción y no de un código ético. Las películas quieren arrasar en taquilla, no ganar el Nobel de la paz.

 

LA BELLA Y LA BESTIA. Estreno en Venusville: 17/03/2017

 

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