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LA CUEVA entrevista a Alfredo Montero: Terror bajo tierra

"The Descent usa los monstruos para dar miedo, mis monstruos son los propios protagonistas"

RAY ZETA

ENTREVISTA TELEFÓNICA, 10/072014. No conozco personalmente a Alfredo Montero, pero al otro lado del hilo telefónico me responde una voz afable con la que conecto al instante. Le pido que se mantenga a la espera mientras me ausento un minuto para conectar la grabadora en un supletorio. "No te habrás metido en una cueva mientras esperabas", le pregunto cuando regreso. "Últimamente no", bromea él, "desde el momento que acabamos la última escena de la película". Y así entre risas empezamos. Alfredo me dedica su tiempo sin apremiarme en ningún momento, y responde a mis preguntas pausadamente con la tranquilidad del que sabe que ha realizado un trabajo bien hecho. Desde que La cueva fue presentada en el Festival de Cine Fantástico de Sitges en 2012 llamando la atención de crítica y público, ha sido parcialmente rodada de nuevo para ser estrenada comercialmente, y ha ganado en el Festival de Málaga la Biznaga de plata a la Mejor Película en la sección Zonazine, y el premio a la Mejor Película en el Festival de Cine Fantástico de Madrid Nocturna. Por eso la carrera su comercial no ha hecho más que empezar. Terror español real bajo tierra que a buen seguro va a provocar una disminución en los ingresos de las agencias dedicadas a organizar excursiones de espeleología veraniegas. 

-Cuéntame cómo ha sido el proceso de rodar material nuevo para estrenarla comercialmente tras haberla presentado en el Festival de Sitges en 2012.

-Ha sido una experiencia peculiar. La película se rodó en marzo de 2012. Yo ya había escrito el guión en 2011 mientras hacía en paralelo la pre-producción y el guión, ya que había decidido producirla junto a mi socio Marcos Ortiz, que es uno de los protagonistas de la película, el que interpreta al personaje de Jaco. La preparamos ensayando dentro de la cueva mientras iba escribiendo el guión, y preparando todo muchísimo para que a la hora de rodar todo estuviese muy cerrado y no hubiese ningún problema. Como no teníamos un gran presupuesto, planificamos un rodaje de 17 días, de los cuales tres los dedicamos a los exteriores, y catorce días intensísimos al rodaje de la cueva. Fue un rodaje en el que entrábamos por ejemplo a las nueve de la mañana, y hasta las once o las doce de la noche no salíamos de la cueva para comer y beber.

Fue un rodaje muy intenso y muy duro, un rodaje criminal en lo físico y difícil de aguantar mentalmente, pero gracias a un equipo artístico y técnico pequeñito pero muy apasionado y talentoso, se llegó a construir una película de 80 minutos muy potente que llegó a Sitges en 2012 en la sección Panorama, y allí fue el pistoletazo de salida del reconocimiento de la película. Cuando Morena Films la descubre nos felicita y nos propone si estamos dispuestos a rodar material nuevo, ya que la película podía ganar muchísimo sin hacer grandes cambios, respetando su concepto original y todas sus cosas buenas, y suprimiendo las que no funcionaban tanto.

-¿Cuáles son entonces las principales diferencias entre las dos versiones?

-En lo que más fallaba la primera versión era el ritmo, así que dedicamos ese cambio a mejorarlo. Lo que cambia de la primera a la segunda es que los personajes están mejor presentados, hay más interacción entre ellos y se notan más los conflictos, incorporamos también escenas de sustos nuevos, como la escena de la rata. También la escena submarina, que es la más peligrosa porque es una cueva real y el agua te chupaba. Y cambia también el prólogo y el epílogo. El prólogo lo pusimos a modo de presentación, ya que empezaba directamente con la grabación de los chavales, y le faltaba algo que identificase que era una película de terror, de ahí esa musiquita ténebre, esas llamadas telefónicas informando de que algo ha pasado para generar cierta tensión, y el presentar la cueva. Y en cuanto al epílogo, intentamos cambiar el formato para darle un empaque más cinematográfico y que el espectador recuerde que lo que está viendo empieza y termina porque es una película. En algunos tests algunos espectadores salían muy afectados porque creían que lo que estaban viendo era real.

 

 

-Me dijo José Luis Alemán, director de La herencia Valdemar, que si llega a saber lo complicado que era rodar en una cueva, se lleva todo el set a un decorado. ¡Los actores no podían ni salir a mear!

-(Risas) Claro, claro, ni más ni menos, y además teniendo en cuenta que es una peli muy física en la que los actores tienen que correr, tienen que arrastrarse, tienen que tirarse al suelo y golpearse... Las galerías son profundísimas y técnicamente es muy difícil rodar allí dentro. Es claustrofóbico, es angustioso, es desquiciante... Cuando tenías que salir a comer, a beber o a ir al baño te lo planteabas: "¿realmente qué me interesa más, pegarme aquí una caminata arrastrándome 200 metros o salir a buscar aire?".

-Entonces tú nunca te planteaste rodar en decorado, ¿no? Lo tuviste clarísimo desde el principio.

-Claro, aparte de que para mí era imposible económicamente, aunque hubiese podido hacerlo no lo hubiera autorizado. Yo lo que quería era que fuese una película con un rodaje muy físico porque todos esos inconvenientes que perjudican técnicamente a la hora de rodar, luego funcionan a favor de la historia. Todo ese ambiente denso y claustrofóbico que hay lo usan los actores y yo mismo muy a favor de la película, y toda esa cueva real que nos tragó y nos maltrató en el rodaje, fue el mayor acierto porque ayuda a que la película sea mejor.

-He leído por allí que para rodar dentro de la cueva te inspiraste en Alien y en cómo rodó Ridley Scott el interior de la nave Nostromo, ¿qué hay de cierto en eso?

-Sí, es que esas grutas son muy Alien. Por ejemplo esas cavernas y esa cueva que hay en Prometheus, si te fijas, esas formas son muy parecidas a las formas naturales de la propia roca. Y esas tripas que tiene la cueva donde yo rodé, recordaba la nave de Alien y esas persecuciones por dentro de sus galerías, que allí eran metálicas y aquí de roca, pero me lo recordaban muchísimo. Era una roca casi siempre negra, muy maciza, sin peligro de desprendimiento, como si fuese un diseño humano de arquitectura, me recordaba mucho a la nave Nostromo de Alien.

"En algunos tests algunos espectadores salían muy afectados porque creían que lo que estaban viendo era real"

-¿Repasaste además otras películas de cuevas como The Descent, La caverna maldita o El santuario?

-Sí, The Descent sobre todo.

-Es que es la buena, no como El santuario que era muy mala...

-(Risas) Bueno, a mí no me disgustó, lo que pasa es que está hecho a lo flipao, a lo grande, como hacen los americanos... Pero sí, The Descent sobre todo por el escenario, es una película a estudiar a pesar de que ellos la rodaron en un decorado, siempre encuentras ideas, tanto fotográficamente como para imaginarte los personajes de tu historia dentro de una cueva. Sí que La cueva mama mucho de The Descent en algunas cosas, pero se aleja mucho en otras porque The Descent, además de que se ayuda en la música y en los golpes de efectos de sonido, es mucho más acción, la mía se concentra más en los propios personajes y no en los monstruos que hay allí. Neil Marshall usa los monstruos para dar miedo y mis monstruos son los propios protagonistas, que pasan de ser amigos y humanos a inhumanos, a ese ser prehistórico y salvaje que llevamos dentro, que lo único que quiere es sobrevivir y por ello está dispuesto a cualquier cosa. Se transforman de chavales a zombies en ochenta minutos.

-¿Nunca te planteaste sacar un monstruito o algún elemento fantástico?

-Pues es tentador, pero mi concepto inicial era que fuese realista siempre e intentar justificar todo lo que hacen los personajes, y justificar además por qué se graba en toda la película (es un found footage), que es lo más complicado. Lo fácil es decir: "es que si no se graba no hay película", pero yo quería llegar un poquito más allá, por eso cambio de manos la cámara y la cámara cambia de función según quien la lleve y en qué momento se lleve. Al principio es simplemente un tío grabando a sus amigos, después la utiliza para justificar las aberraciones y las salvajadas que han hecho porque ese clima se convierte en un micromundo que no es extrapolable a la realidad social que hay fuera. Si tú grabas a través de una cámara algo que te está sobrepasando parece que te afecta menos. A través de un visor o de una pantallita los dramas parecen menos dramas.

 

 

-A partir de cierto momento por eso, la peli podía haber tirado por cualquier género: al slasher, al gore más bestia, o incluso a una peli de vampiros o de zombies...

-Sí, pero ya te digo, a mí interesaban las relaciones personales, que el malo fuera ese animal que llevamos dentro y respetar siempre la credibilidad de la historia. En el momento que pongo un alien o música, comienza una película completamente distinta. Yo creo que el valor de esta película es que todo lo que pasa le podría pasar a cualquiera, y el realismo con el que está rodada e interpretada es lo que hace que ese terror sea real y ese miedo sea de verdad.

-Introduces el tema del canibalismo, pero no es un canibalismo higiénico como era el de ¡Viven!, aquí es un canibalismo vampírico.

-Es que aquí al principio hay que aprovechar la sangre y luego ya se comerán la carne (risas). Es una escena cortita pero es potente visualmente. Es una película de canibalismo pero lo que menos me interesa es enseñar ese canibalismo, me interesa el terror psicológico, así que una vez ya está contado por imagen no hay que pasarse. Utilizar además ese humor negro que utilizo a veces cada cierto tiempo para aliviar un poco al espectador y que vea que esto sigue siendo una película y no es tan tremendo es muy divertido. No había que pasarse de gore.

-Yo esperaba por eso que todo se fuera exagerando hasta convertirse en un auténtico festival orgiástico...

-Es que es una película muy básica. Es una película de terror pero yo le quito todos los recursos del terror, como la música o los efectos sonoros, que son muy importantes en el terror. Aquí no tienen ni moto-sierras, ni cuchillos, ni una miserable pistola para suicidarse... no tienen nada. Por eso una piedra se convierte en un objeto mortal, o una estalactita en un puñal... No tienen nada ni con qué matarse, ni con qué suicidarse, ni nada, es salvajismo puro.

-Ni con qué lavarse... Mel Gibson decía que en Braveheart utilizaba como maquillaje ocho litros de sangre de cerdo diariamente para él solo. ¿Cuántos kilos de roña has utilizado tú para tus actores?

-(Risas) ¡Madre mía! Lo que es barro, para el maquillaje en las caras, muchos kilos por persona durante todo el rodaje.. Era un barro de ciertas zonas de la cueva que yo les decía cómo se tenían que poner... No sé, cubos y cubos de barro, y eso el voluntario, el que era natural por arrastrarse en la cueva era peor. Además la ropa se la quitábamos a los actores a la salida de la cueva y las poníamos en bolsas. Fue criminal porque había que cargar con todo esa suciedad y ese barro durante trece o catorce horas al día. En cuanto a la sangre, la sangre real era un problema, ya que los cortes que se producían durante el rodaje había que disimularlos. Mucho del maquillaje que usamos fue para tapar las heridas, cortes y sangre que no debía tener el personaje.

-Y la última: ¿te ha felicitado Txumari Alfaro por solidarizarte con él al recomendar beber orina como remedio casero?

-(Risas) He leído mucho sobre esto para documentarme y dicen los médicos que beber orina no es bueno. A lo mejor cierto alivio en la garganta, al hidratar, sí que puede producir, pero en realidad no produce ningún beneficio al organismo, lo que pasa es que los personajes de mi película no lo saben, igual que no tienen ni puta idea de espeleología... Pero era un recurso que había que poner (risas).

-Claro que sí hombre, si Kevin Costner en Waterworld y James Franco en 127 horas también lo hicieron, tus personajes no iban a ser menos.

 

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LA CUEVA. Estreno en Venusville: 11/07/2014

 

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