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MI AMIGO EL GIGANTE crítica: La gran bobada

Steven Spielberg se nos pone aún más abuelito de caldito y mantita en Mi amigo el gigante

ANNA BOU

El poeta hebreo Yehuda Amihai tiene un verso que dice "Prohibido mostrar debilidad", en irónica referencia a la incapacidad humana de mostrar nuestras emociones. Este verso se le resbala a Steven Spielberg, que cada vez tiene menos problemas en mostrar sus bienintencionadas pero bobainas debilidades. El final cursi que asesinó a golpe de bicolor La lista de Schindler, o la ñoñez galopante que supuraba Caballo de batalla ya apuntaban las maneras de un director con tanto brío con la cámara como kleenex en los bolsillos. Y nuestros temores se han confirmado con Mi amigo el gigante, bobada a conjunto con el tamaño del protagonista del título.

Y es una lástima, porque Mi amigo el gigante se basa en un libro de Roald Dahl, autor de otros libros que han dado lugar a fantásticas adaptaciones cinematográficas como Charlie y la fábrica de chocolate o Matilda. Historias -a priori infantiles- pero con una mala leche adulta y con una chispa que demuestran que la mano que mece la cámara tiene todo el poder para convertir la adaptación en una delicia o en un buñuelo. Y a juzgar por el resultado, un solo Oompa Loompa burtoniano es capaz de zamparse de un bocado al gigante amigo. Y al propio Spielberg.

 

Mi amigo el gigante: cine fantástico

"Ponme la manaza encima y llamo a Jack el cazagigantes"

 

La niña Ruby Barnhill interpreta a Sofía, una huerfanita que es secuestrada por un gigante reparte-sueños y se la llevará a su país, donde unos gigantes menos bonachones querrán zampársela. Claro, no me extraña, una niña pequeña debe aportar una milésima de gramo a la ingesta hiper-mega-calórica que debería necesitar un gigante, por eso mi corazón estaba en un puño, oiga. Me dirán que es una fábula. Pues muy bien, como fábula no funciona. Primero porque es aburrida, las escenas son largas y escasea la acción, y el tono de la comedia es repetitivo. Por cierto, ¿representa que nos hemos de reír con esa forma de hablar con faltas ortográficas de los gigantes? Creo que sí.

"Steven Spielberg cada vez tiene menos problemas en mostrar sus bienintencionadas pero bobainas debilidades"

El segundo problema es que Mi amigo el gigante no llega a emocionar, no tiene alma. Está muy bien hecha, pero también están muy bien hechas las flores de plástico, pero no huelen. Ni pinchan. Por muchas escenas oníricas que hayan (por ejemplo, cuando atrapan sueños como luciérnagas), no nos llegamos a emocionar ni un milímetro. Ni sentimos empatía por esta niña, pequeño misscasting, que actúa de modo frío y repelente. Siento admitir que me entraron ganas de que el gigante malo se la zampara para que saliera otra niña en sustitución. Empatía cero, emoción cero. La función la salva el gigante, que gracias a la técnica de moda de la captura de imagen, tiene los rasgos y las emociones (sí, esta vez sí) del actor Mark Rylance, cuya primera colaboración con Spielberg bien le valió un Oscar por El puente de los espías.

 

Mi amigo el gigante: cine fantástico

"Siempre quise sentirme como Merry y Pippin"

 

Evidentemente Mi amigo el gigante está machacada como papilla para bebé, por eso el gigante tiene rasgos de tierno abuelete, de esos que te dejaban la mejilla llena de besos y babas. Se dejan las facciones duras y feúchas para los gigantes malos, para que aprendamos claramente qué está bien y qué está mal, como en una lección arriba-abajo de Epi y Blas. Shrek se mearía de la risa si viera Mi amigo el gigante. En cuanto al mundo gigantil, poca cosa, una ocasión desperdiciada para enseñar un mundo fantasioso y desconocido. Porque por mucho que este país no salga en los mapas, lo poco que enseñan de él es un campo verde como cualquier campo verde humano, con los ocho gigantes (sin contar al amigo del título), repito, tan sólo ocho (vaya churro de país de gigantes) que campan como hooligans mientras destrozan la lengua de Shakespeare, ellos, que representa que existen desde que el mundo es mundo.

Pero la panacea llega con el desenlace de la acción, tan sólo apuntaré que, teniendo todo un mundo de fantasía al que se podría explotar con mil reglas fantásticas, aparece Buckingham, sí, God save the Queen. Quizás otro director le habría sabido sacar jugo e ironía a esta absurda premisa, pero en manos de Spielberg (al que otras veces hemos amado) queda como la gran bobada, por no hablar del gag del pedo verde. Así como una ninfómana pide más a sus amantes, nosotros, amantes del cine, le exigimos más a Steven Spielberg. Nadie mejor que él para saber que, con un extraterrestre feúcho pero tierno, con un tiesto que respira, y con la simple frase "mi casa" se puede llegar al alma de toda una generación. Steven, dónde te has ido, vuelve a casa.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

Recomendada por Kuato a: los que piensen que la vida sigue un camino ascendente. Falso. La de hostias que todavía te puedes dar. Miren a Spielberg.

No recomendada por Kuato a: los guiris que visitan Inglaterra sin dominar el idioma. Pudiera parecer que, aunque destroces el inglés, te reirán las gracias. Mentira. No hay mayor ofensa para un inglés.

Ego-Tour de luxe por: Mark Rylance, cuya tierna expresión de ojos y labios llega a recordar asombrosamente a Robin Williams.

Atmósfera turbínea por: la música extra melosa que nos machaca durante toda la película, por si íbamos cortos de sensiblería.

 

MI AMIGO EL GIGANTE. Estreno en Venusville: 08/07/2016

 

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