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ÓRBITA 9 crítica: Spanish Passengers

Clara Lago y Álex González son la versión española de Jennifer Lawrence y Chris Pratt en Órbita 9

RAY ZETA

Decía Chema Pamundi en su crítica de Proyecto Lázaro, que toda película de ciencia ficción española es de por sí un milagrito que cabe aplaudir porque el género aún está verde y a medio hacer. Quizás porque es un género demasiado ambicioso, porque es demasiado caro, o simplemente porque es demasiado difícil, la ciencia ficción española nunca ha acabado de salir tan bien como otros géneros como el terror o el thriller. Tres ejemplos claros son películas recientes como Eva, Autómata y Proyecto Lázaro. Aunque de resultados dispares, ninguno de ellos es redondo pese a tener buena producción (Eva), un buen guión (Proyecto Lázaro), o un reparto de peso (Autómata).

La ciencia ficción española sigue resistiéndose y Órbita 9 no es el título que va romper esa maldición. Una vez más las intenciones de sus responsables son encomiables, pero su pobre producción y su poca ambición cienciaficcionera al no atreverse a profundizar en este género, para pasar rápidamente al romance más edulcorado primero, y al thriller más facilón después, acaban por hacer de Órbita 9 un título que queda en tierra de nadie al picotear de demasiados géneros sin apostar claramente por ninguno, quedando en su conjunto como una propuesta deslavazada e indefinida. Con buenas ideas y buenos elementos, pero sin haberlos sabido explotar dando como resultado una nueva oportunidad perdida.

 

"Quizás Proyecto Lázaro no saliera bien, pero los protas se pasaban la peli follando"

 

Y eso que el punto de partida es más que prometedor. Clara Lago vive en solitario en una nave espacial con la que viaja desde que nació hacia el planeta en el que se establecerá. Ciencia ficción pura y dura en la que se muestra el día a día en el espacio como en un Gran Hermano Espacial, con ecos de Naves misteriosas y de Moon (está bien, y también de Passengers, no quería decirlo), abordando temas como la distopía terraquea, la colonización planetaria (que también vimos en Wall-E), y la resistencia humana al aislamiento. Hasta que Álex González aparece por sorpresa como ingeniero mecánico para arreglar algunas averías de la nave y permitir que continúe viaje hacia su destino.

"La ciencia ficción española sigue resistiéndose y Órbita 9 no es el título que va romper esa maldición"

Pero a partir de aquí, giro argumental sorpresa de 360 grados y adiós a la ciencia ficción para pasar al romance más ñoño y al thriller más facilón, donde las carreras de la pareja protagonista al más puro estilo de La isla de Michael Bay, y un villano de cartón piedra interpretado por Andrés Parra (la película es una co-producción con Colombia) haciendo de científico loco, lastran las buenas intenciones de las que hasta ese momento hacía gala Órbita 9, para convertirse en una película más del montón. Eso sin contar que tan brusco y arriesgado giro argumental a modo de sorpresa, gustará o cabreará al espectador dependiendo de las esperanzas y las expectativas que haya depositado en la película.

 

"No volveremos a hacer ciencia ficción hasta que se haga El ete y el oto 2"

 

Lástima, porque entre tanta carrera p'arriba y p'abajo, Órbita 9 deja alguna buena idea por el camino, como la subtrama de Belén Rueda como psicóloga holográfica anónima, además de plantear otros temas de reflexión como los límites de la bioética y los pocos escrúpulos de las grandes empresas corporativas. Pero el director novel salamantino Hatem Khraiche (guionista de La cara oculta y Retornados) se limita a apuntarlos en lugar de profundizar en ellos, más preocupado de hacer correr a sus protagonistas los cien metros lisos en menos de diez segundos, que de utilizar la película como vehículo de denuncia. Películas con menos elementos como Moon han dicho más y mejor.

Porque la ciencia ficción puede ser sólo conceptual, y ese concepto, valga la redundancia, no parecen entenderlo los cineastas españoles. Si no hay presupuesto, mejor una buena idea que no necesite una dirección artística ambiciosa, que vestir a los protagonistas con un mono blanco en una nave con decorados de plástico. Código 46 e Hijos de los hombres demostraron que se puede hacer ciencia ficción de la buena sin una sola nave espacial. Hasta Nacho Vigalondo dio la misma lección en 2002 con su corto Código 7. Se veía a un tío normal haciéndose el desayuno, y una voz en off contaba que era un aventurero galáctico viviendo una realidad virtual por ser el prisionero de un malvado emperador sideral.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

Recomendada por Kuato a: espectadores con la convicción estadística que sale una película de ciencia ficción española de cada cien. Si es así, ya falta una menos.

No recomendada por Kuato a: quien tenga a El astronauta de Tony Leblanc como la panacea de la ciencia ficción española. Órbita 9 no la supera.

Ego-Tour de luxe por: la subtrama de Belén Rueda, aunque quede un tanto desaprovechada.

Atmósfera turbínea por: que puestos a correr p'arriba y p'abajo, la pareja protagonista sea Claro Lago y Álex González en vez de Scarlett Johansson y Ewan McGregor como en La isla.

 

“Órbita 9” (2017). Dirección: Hatem Kraiche. Guión: Hatem Kraiche. Reparto: Clara Lago, Álex González, Belén Rueda, Andrés Parra, Kristina Lilley y John Alex Castillo.

 

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