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RIDLEY SCOTT artículo: Replicantes y peplum

   

Replicantes y peplum

De renovador de la ciencia ficción
a renovador del peplum medieval

Por Da II

 

<Sin duda alguna, uno de las muescas más importante en la carrera de Ridley Scott es haber sido uno de los regeneradores del cine de ciencia ficción. Ahora puede sumar otra, ya que también va camino de convertirse en uno de los responsables de devolver al firmamento el cine peplum de toda la vida. No deja de ser curioso, porque en la historia del cine las innovaciones tecnológicas, desde el technicolor hasta cualquier avance en los efectos especiales, solían ser la excusa para rodar una buena camada de películas históricas. Sin embargo, ante quizá la evolución técnica más bestial del cine, este género había quedado en un segundo plano. A uno le gustaría haber visto la cara del productor cuando el bueno de Ridley se plantó delante de él para plantearle el rodaje de Alien, el octavo pasajero. Supongo que le contestaría algo parecido a “¿qué has bebido, chato?”, una respuesta similar debió de recibir cuando no hace tanto, al tipo se le ocurrió rodar una de romanos.

   Es cierto que el éxito de “Bravojerto” ablandó el camino para las siguientes películas de espadas, faldas y batallitas. Sin embargo, la película del Mel “ojos azules” se movía todavía en las formulas más clásicas del género, sin demasiados alardes para los efectos especiales, con escenarios más o menos reales, sin ansia de espectacularidad, con unas batallas donde destacaba por encima de todo cierta tendencia a la casquería. Está más cerca de sus predecesoras de los años cincuenta o sesenta que de Gladiator.

 

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"La verdad es que me había bebido toda la cosecha de los viñedos de Un buen año"

 

   Sin entrar a valorar si el talento de Scott anda en decadencia, todavía le resta buena parte de esa gracia especial para la estética, la ambientación y la fotografía, y la capacidad para sumar a la gran pantalla cosas del lenguaje publicitario, como esa querencia a las frases impactantes (desde el “fuerza y honor” o aquello de “Jerusalem lo vale todo… Nada” o “he visto anuncios de Apple más allá de la nebulosa de Orión”…). Y un punto de pesadez, porque esto de las películas históricas, según plasma su filmografía, siempre le ha tirado, más incluso que la ciencia ficción. Debutó con una, Los duelistas, y ya probó una versión extraña con intención de espectáculo y con final de fracaso como “1492 ¿dónde estaba el paraíso?”.

 

  "Sin entrar a valorar si el talento de Scott anda en decadencia, todavía le resta esa gracia especial para la estética, la ambientación y la fotografía"  

 

   Un denominador de las grandes producciones del cine histórico es la búsqueda de la espectacularidad, quién no recuerda la última batalla de Espartaco, todavía no superada, o la carrera de cuadrigas de Ben Hur. Con Gladiator se recupera esa esencia del género que ya se había apuntado en “Bravojerto. Desde el carrusel de planos, tomos y enfoques que llena de ritmo a la película –y quizá lo más destacado-, pasando por la batalla inicial (“a mi señal ira y fuego”) hasta las justas de gladiadores en el coso romano que ríete de una final de Champions. Sin embargo, un servidor se queda con la llegada del hispano a Roma y la impresión que le provoca el Coliseo a él y a los demás gladiadores, quienes vuelven la mirada para ver esa reproducción digital con ese color de los atardeceres de la Lazio, y una bandada de pájaros cruzando el cielo, como si fuera el anuncio de alguna prestigiosa tarjeta de crédito.

 

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"Lo que me sorprendió al ver el Coliseo fue que el Barça ganara su segunda Champions"

 

   Es cierto que esa excelencia de tomas y planos se va difuminando en las posteriores, El reino de los cielosy Robin Hood (ninguna alcanza en ningún aspecto a su predecesora), pero ambas mantienen algunas formas bastante conseguidas y batallas de suficiente calado (como el bombardeo sobre Jerusalén o ese desembarco de Normandía en tiempos de Ricardo Corazón de León). De la que son deudoras Troya, 10.000 y La última legión (aunque ésta casi sería más bien una precursora de este Robin Hood, dado cierta similitud en el planteamiento del argumento), y que vienen a demostrar ese nueva juventud del cine histórico (a la que hay que añadir otras que si bien no entran dentro del peplum son también muestra de los dicho, como Apocalypto o Master and Comander). Hasta la de Amenábar, que también es deudora en algunos aspectos. Y no menciono a Alejandro Magno porque es algo aparte, como casi todas las idas de olla del amigo Stone, un director que es casi un género en sí mismo.

   Tampoco me he referido a Tigre y Dragón, que coincide en el tiempo con Gladiator, y que también supone una modernización técnica del género porque considero que es una tradición diferente con referentes propios (aunque con las últimas entregas de las leyendas chinas se van acercando a los planteamientos occidentales). Aunque sí podemos considerar el 2000, el año de ambas películas, como el reverdecer del peplum, un reverdecer global como mandan a día de hoy los mercados./>

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