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SWISS ARMY MAN crítica: Quien tiene un amigo tiene un tesoro

Paul Dano es un náufrago y Daniel Radcliffe un muerto que hace de Wilson en Swiss Army Man

CHEMA PAMUNDI

Quizás sea exagerado afirmar que You Tube, internet y las series de TV han matado el cine, pero lo que sí parece claro es que el riesgo y la experimentación han emigrado en buena medida de las salas de proyección en busca de pastos (en este caso, formatos) más verdes. Con muy pocas excepciones, lo que se estrena en pantalla grande semana tras semana suele responder a cánones absolutamente estándar y adocenados a la hora de contar historias. No es que hoy día se haga mal cine, pero cine sorprendente, más bien poquito. Por eso, cuando llega una película como Swiss Army Man, una locura tan audaz y con tan pocas cortapisas narrativas que bien podría pasar por una miniserie comprimida del canal Adult Swim, toca celebrarlo. Aunque quizás no sea todo lo redonda, inteligente ni rompedora que han pretendido su pareja de directores y guionistas (que la firman simplemente como “The Daniels”). Aunque tenga un guión al que parece costarle llenar noventa minutos, y aunque al acabarla no sepamos muy bien si encierra alguna reflexión de peso o si es puro humo postmoderno. Porque, en cualquier caso, lo que no podrá decir de Swiss Army Man es que eso ya lo había visto antes.

Hank (Paul Dano), un náufrago en una isla desierta, está a punto de suicidarse de pura desesperación cuando descubre que otra víctima (Daniel Radcliffe) ha llegado a la orilla. Al echarle un vistazo descubre que en realidad es un muerto arrastrado hasta allí por la marea, pero para entonces ambos ya se han hecho amigos y la idea del suicidio se ha esfumado. Cuando estás más solo que la una, por fuera y por dentro, incluso la compañía de un cadáver puede convertirse en la mejor terapia. Siguiente escena: vemos a Hank practicar esquí acuático usando como propulsión los cuescos de gas que deja escapar su nuevo colega, fruto de la descomposición. Todo esto que acabo de contar no es una sinopsis de Swiss Army Man, es un resumen de sus cinco primeros minutos.

 

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"No sabía yo que el hechizo Patronus iba tan bien para soltar gases..."

 

De hecho, los pedos, las cagarrutas y otras asquerosidades corporales diversas suponen una constante en el tipo de humor que despliega Swiss Army Man; y sin embargo, lejos de ser gratuitos, estos elementos ayudan a forjar una historia que, por debajo de su tono general de comedia más o menos manida sobre un tipo que se convierte en mejor persona al verse sometido a una situación extrema, lanza unos cuantos dardos envenenados con muy mala hostia: la hipocresía es una habilidad imprescindible para forjar relaciones humanas saludables, la amistad entre hombres se sustenta sobre unas bases atávicas y palurdas, y el amor romántico puede ser una enfermedad mental de lo más autodestructiva. No está mal.

"Aunque no sepamos muy bien si encierra alguna reflexión de peso o si es puro humo postmoderno, lo que no podrá decir de Swiss Army Man es que eso ya lo había visto antes"

Uno de los aciertos principales de la cinta reside en su ausencia casi absoluta de justificaciones. En vez de intentar ajustarse a la lógica del mundo real, el guión se construye su propia lógica, sus propias normas, y se atiene a ellas de principio a fin sin vendernos la moto de que son alucinaciones del protagonista (tampoco nos asegura lo contrario, ojo) ni rebajar su discurso al de una bufonada escatológica. Aparte de eso, se beneficia de un muy buen ritmo (que acelera o disminuye con fluidez según si la historia se vuelve más turulata o más intimista), de un uso originalísimo de la música (incluyendo un par de tarareos míticos de la sintonía de Parque Jurásico), y sobre todo de dos interpretaciones soberbias.

 

"Ahora es cuando yo te llamo Harry y tú a mí Ginny Weasley"

 

Lo de Paul Dano ya no nos sorprende porque el tío lleva una década bordando todos los papeles que le caen, y aquí sabe componer un protagonista frágil-fuerte que va de la locura a la sabiduría alucinada, a la depresión, a la euforia, rebotando por todos los estados de ánimo intermedios como la bola de un pinball. En cuanto a Daniel Radcliffe, lo suyo es de otra liga. Su personaje, el muerto, no mueve un solo músculo de manera voluntaria en toda la peli, no hace otra cosa que dejarse manipular para todo tipo de usos, desde guardar agua dentro de su cuerpo como si fuera un botijo hasta servir de martillo o arma de caza (de ahí el título, que se podría traducir como “la navaja suiza humana”), y aún así es el alma de la historia. Un poco como el Wilson de Náufrago pero en versión putrefacta y flatulenta. Lejos de haberse acomodado en su carrera post-Harry Potter, Radcliffe ha ido salpimentándola con proyectos atrevidos (desde cine indie como Kill Your Darlings hasta obras teatrales como Equus), pero nunca había tenido que afrontar un personaje a la vez tan simple y tan complejo como este. Pues se come la pantalla.

Swiss Army Man no dejará indiferente a casi nadie. Para algunos será una genialidad de culto, para otros una pedantería intragable, para otros una estafa y para otros quizás las tres cosas, pero pocos espectadores se irán a casa con una impresión tibia. Estoy seguro de que eso es justo lo que sus dos directores consideran un triunfo en toda regla.

  

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: quien este dispuesto a entrar en el juego de que le rompan los esquemas, aún a riesgo de que el resultado no le guste.

No recomendada por Kuato a: quien busque un simple túrmix de chistes de pedos a medio camino entre Muchachada Nui y Este muerto está muy vivo.

Ego-Tour de luxe por: la audacia de darle la vuelta al alcanforado concepto de “la chica de tus sueños”, para mostrarlo no como un ideal romántico sino como la paja mental de un zumbado.

Atmósfera turbínea por: ¿y si resulta que, realmente, Swiss Army Man no es otra cosa que una tomadura de pelo para hipsters?

 

SWISS ARMY MAN. Estreno en Venusville: 24/02/2017

 

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