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JOHN HURT artículo: El primer portador de un alien

John Hurt muere de cáncer de páncreas a los 77 años. Repaso a su vasta filmografía venusvillera

Formado en los escenarios del West End londinense, el hombre que tiene el honor de ser el primer alojador de un alien visto en una pantalla, se dio a conocer al mundo interpretando en una serie televisiva tan pulcra y british como Yo, Claudio (1976) a un psycho de lo más gore: Calígula. En ella nombraba senador a su caballo Incitato, se follaba a su hermana, le rajaba la barriga cuando estaba preñada, se comía el feto, y creía convertirse en Dios. Sí señor, eso es empezar por la puerta grande de una manera respetada en Venusville...

Tras intervenir en dos producciones fantásticas de corte menor, la televisiva Spectro (1977) y la cinematográfica El grito (1978), junto a Alan Bates, John Hurt se metió nuevamente a la crítica en el bolsillo al interpretar al yonki bigotudo y gafotas de El expreso de medianoche (1978), papel que le valió su primera nominación al Oscar y que precedió a la aportación cinematográfica por la cual será recordado en Venusville: encarnar a Kane en Alien, el octavo pasajero (1979).

Seguro que en esto estaremos todos de acuerdo: si votáramos digamos las tres mejores escenas de la historia del cine, la de la criatura creada por Giger saliendo del interior de Hurt reventándole esternón y costillas, sería una de ellas (miren si es buena, que él mismo la parodió para el –por suerte- sinpar Mel Brooks en La loca guerra de las galaxias en 1987…).

 


Yo, Claudio; El expreso de medianoche; Alien, el octavo pasajero; El hombre elefante

 

Protagonizado el evento que marcaría un antes y un después en la historia de Venusville (la parodia de La loca guerra de las galaxias no, el nacimiento del Alien), John Hurt se enterró bajo toneladas de látex y maquillaje para dar vida al freak más famoso del mundo (freak en sentido literal, ojo): el hombre elefante en El hombre elefante (1980). Nueva prueba de su compromiso de llevar la esencia venusvillera a un cine nada venusvillero y nuevo honor: interpretar al primer mutante real de la historia.

Compromiso con la causa venusvillera que demostraría nuevamente haciendo que La puerta del cielo fracasara estrepitosamente por ser un western nada venusvillero. “Inadmisible”, pensó, y tanto empeño puso en que pinchara la peli de Michael Cimino por cometer tan terrible afrenta, que las pérdidas ocasionadas acabaron arruinando a la United Artists. Y es que no nos cansaremos de repetirlo: la causa venusvillera ha encontrado en John Hurt a uno de sus más poderosos caballeros en su cruzada contra el cine intelectualoide.

Y no sólo eso, John Hurt no ha dudado además en ponerse al servicio de producciones animadas cada vez que le han propuesto ceder su voz a personajes de dibujos. Ahí ha estado como un campeón prestando su acurada dicción a Aragorn en la inacabada versión de Ralph Bakshy de El señor de los anillos (1978), y a personajes de la Pulgarcita de Don Bluth (2004) y de las disneyanas Taron y el caldero mágico (1985), Tigger Movie de la serie Winnie the Pooh (2000) y Valiant (2005).

 


El cuentacuentos; Harry Potter y la piedra filosofal; V de vendetta; Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal

 

Fiel a sus principios, en los ochenta rindió homenaje a la literatura fantástica protagonizando la adaptación de la visionaria novela de George Orwell cuyo título coincidía con el año en el que se estrenó, 1984 (1984), y volvió a sumirse en maratonianas sesiones de maquillaje para encarnar a uno de los personajes más góticos, oscuros y friks de la historia de la televisión, el cuentacuentos de la estupenda serie de Jim Henson del mismo título, El cuentacuentos (1988).

Durante los diez años siguientes picoteó de diferentes géneros (todos venusvilleros, por supuesto) sin casarse con ninguno: el de aventuras medievales interpretando al marqués de Rob Roy (1995); el western con el cameo de Dead Man y el papel de Wild Bill junto a Jeff Bridges (ambas también de 1995); y la ciencia ficción de serie A con Contact (1997), hasta estrenar el nuevo milenio con un atractivo papel en una desaprovechada peli que no le hizo justicia: el cura exorcista versión británica del padre Karras en Poseídos (y es que ese demonio asustaba menos que los fantasmas de Scooby Doo).

¿Por qué nos caemos? Pues para aprender a levantarnos, que diría Thomas Wayne, y John Hurt se levantó, y de qué manera, participando en la primera entrega de la saga cinematográfica más exitosa de la década con permiso de El señor de los anillos. Estamos hablando por supuesto de Harry Potter y la piedra filosofal (2001), donde interpretaba a Ollivander, el vendedor de varitas mágicas más prestigioso del Callejón Diagón. ¿Habría derrotado Harry a lord Voldemort si John Hurt no hubiera elegido por él la varita? Piénsenlo.

 


El topo; Immortals; Sólo los amantes sobreviven; Snowpiercer (Rompenieves)

 

A partir de ahí, nueva ascensión al Valhalla venusvillero: Trevor “Broom” Bruttenholm, padre adoptivo de Hellboy en Hellboy (2004), en otra muestra de su camaleonismo, y marido puteado por espiritús vudús en La llave del mal (2005), hasta llegar al presidente Adam Sutler de V de vendetta (2005), en la que anecdóticamente sale sólo a base de conexiones en primeros planos. Otro dato para el recuerdo.

Y si creían que con eso John Hurt ya lo había hecho todo, están muy equivocados, porque Hurt siguió arriesgando y dejándonos estos últimos diez años un buen puñado de clásicos. No dudó en colaborar con el cine español en Los crímenes de Oxford (2008), sustituir a Sean Connery al lado de Indy en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008), intervenir en la más british peli de espías por antonomasia El topo (2011), interpretar al mismísimo Zeus en Immortals (2011) y a la versión vampira del dramaturgo Christopher Marlowe en Sólo los amantes  sobreviven (2013), y pelarse de frío (aunque con mucha dignidad) en Snowpiercer (Rompenieves) (2013).

Por estos cincuenta años de profesión y de dedicación absoluta al cine made in Venusville, le concedemos la medalla al valor y al mérito venusvillero, y nos despedimos de él con una salva de honores clamando una frase sacada de V de Vendetta adaptada en su honor para la ocasión. ¡John Hurt prevalece!

 

JOHN HURT

 

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