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READY PLAYER ONE crítica: Cualquier tiempo pasado fue anterior

Steven Spielberg desempolva los años 80 del baúl de los friki-recuerdos en Ready Player One

CHEMA PAMUNDI

"Ready Player One" es una novela mediocre... que no puedes parar de leer. Es la quintaesencia de la fan-fiction, plagada de momentos previsibles, personajes tópicos y diálogos de vergüencita; y, sin embargo, al mismo tiempo te transporta a un lugar en el que se está la mar de bien; y sabes que allí se está la mar de bien porque es donde pasaste toda tu “edad del pavo”, y a donde intentas volver cada vez que juegas a D&D, escuchas el "Take on Me" de A-ha, te compras una camiseta con la frase “Han Shot First” o ves una reposición de Los cazafantasmas. Se trata de un libro curioso, por cuanto está escrito como una aventurilla adolescente pero va principalmente dirigido a los treintañeros y cuarentones que siguen comprándose cada nuevo modelo de la Sony Playstation. Ernest Cline, su autor, tiene clarísimo que la nostalgia vende, que el revival de los 80 viene ya durando el doble de lo que duraron los propios años 80, y con "Ready Player One" creó la ametralladora de referencias ochenteras definitiva. Más que un escritor de gran talento literario, Cline es un observador atento, que ha sabido identificar como nadie cuál es el zeitgeist de la cultura pop en la actual era de sacralización del ocio: el reciclaje permanente.

Por eso, si alguien podía coger ese material, plagado de buenas ideas pero algo tosco en cuanto a estilo, y elevarlo a obra mayor, era Steven Spielberg, el reciclador nostálgico por excelencia del cine moderno. El director que volvió a poner de moda los OVNIS, los dinosaurios y las aventuras pulp estilo años 30, que ha tratado desde todos los ángulos posibles el tema de los paraísos infantiles/adolescentes perdidos y el pavor a madurar, era la elección perfecta para llevar al cine una oda a la infantilización como "Ready Player One" y llevarse el galardón imaginario a “mejor película basada en un libro regulero pero simpático”. Al fin y al cabo, es uno de los artistas de los últimos 40 años que más ha colaborado a crear el marco estético-emocional en el que se mueve la novela. Si Spielberg hubiera sido panadero en lugar de director de cine, quizás "Ready Player One" ni siquiera se habría escrito.

 

Ready Player One: ciencia ficción

"Interesados en que seamos los Goonies del siglo XXI pulsar 1, y quien prefiera que seamos los Explorers pulsar 2"

 

Antes de seguir, no obstante, mini-explicación del universo donde tiene lugar la acción que nos ocupa, para quienes no lo conozcan: en un futuro no muy lejano pero sí muy distópico, el mundo está hecho una mierda. Por suerte/desgracia, hay un juego de realidad virtual, “OASIS”, al que media humanidad está enganchada. OASIS te permite ser y hacer todo aquello que se te niega en tu vida cotidiana. Una especie de "Second Life" mezclado con "World of Warcraft" mezclado con Matrix mezclado con TODO. Porque en OASIS puedes adoptar la personalidad y el aspecto que quieras. Por ejemplo, el protagonista Wade Watts (cuyo avatar responde al nombre de Parzival cuando está jugando en OASIS), conduce un coche que replica de manera exacta al Delorean de Regreso al futuro, lleva un cinturón de los Thundercats, y cuando quiere ligar se viste como Buckaroo Banzai o Michael Jackson en Thriller. Otros personajes conducen una motocicleta como la de Kaneda en Akira o tienen el aspecto de Harley Quinn, Freddy Krueger, Mechagodzilla o el robot de El gigante de hierro.

En las últimas décadas se ha acuñado en Hollywood el término “recognition cinema”, para definir a esas películas que buscan la complicidad con el público homenajeando abiertamente a títulos más populares. Los diálogos sobre Star Wars de los personajes de Kevin Smith, los gags paródicos de la saga Scary Movie, los mil y un “microplagios” de Kill Bill a otros tantos spaghetti westerns y cintas de guantazos orientales, etc. Ready Player One es la “versión apisonadora” de todo eso, el mayor bombardeo de cameos jamás visto en una pantalla (tantos, de hecho, que a ratos llegan a aturdir, igual que ocurría en el libro), vomitados a velocidad supersónica, en alta definición y con el volumen a tope. Tras ver los primeros trailers había recelos de que, al pasar del papel a la imagen en movimiento, la historia hubiese perdido personalidad, que toda su fachada retro se hubiese diluido. Que en la escena de la discoteca no sonara "Blue Monday", por ejemplo. Pero en cuanto bajan las luces de la sala, pantalla en negro, y escuchas la intro de sintetizador del "Jump" de Van Halen, te das cuenta de que todo está en orden. Ese arranque es una declaración de intenciones, un “Relájate y disfruta”; y tú te relajas... y haces todo lo posible por disfrutar.

"Ready Player One es el mayor bombardeo de cameos jamás visto en una pantalla, vomitados a velocidad supersónica, en alta definición y con el volumen a tope"

Es cierto que el libro ha sido un tanto “remodelado”, pero respetando su armazón base. Puede que las obras referenciadas no sean exactamente las mismas (el juego de rol Dungeons & Dragons, fundamental en la novela, ha quedado reducido a lo anecdótico: una mención a Gary Gygax y una imagen icónica pintada en una furgoneta), pero está claro que tanto Cline como Spielberg vibran en la misma longitud de onda. Spielberg ha filmado SU versión de "Ready Player One", llevándola a su sensibilidad y cambiando unos guiños por otros que le resultaban más cercanos, o que respondían mejor al ritmo propio de un blockbuster. El conjunto, no obstante, es plenamente reconocible. En algunos casos los cambios han sido para mejor (la historia va más por faena), en otros para peor (el personaje de James Halliday, el gurú creador de OASIS, ha perdido matices hasta quedar reducido a un Mark Zuckerberg con un toque de Forrest Gump), y en otros ni una cosa ni otra (la subtrama amorosa es quizás menos estomagante pero igual de superficial e inverosímil).

Si apenas estoy dando detalles sobre la trama y los personajes, es porque de ambas cosas hay bien poquito. Si lo piensas, en Ready Player One hay bien poquito de todo, salvo un encadenado de set pieces de acción y huevos de pascua milimetrados para hacer aullar a la audiencia en piloto automático. Mira mira, una maqueta de la Valley Forge de Naves silenciosas; mira mira, las Tortugas Ninja de fondo en un combate; mira mira, el Chucky de Muñeco Diabólico; mira mira, un poster del videojuego "Galaga", mira mira, una frase sacada de Todo en un día... Sin embargo, si le quitamos todo ese chorreo de homenajes, y las explosiones, tiros y carreras que los acompañan ¿qué nos queda? El metalenguaje puede ser una herramienta muy útil para ayudar a forjar narrativa (un ejemplo excelente: La cabaña en el bosque), pero aquí se utiliza como simple ejercicio masturbatorio. Un pajote de dos horas que te avasalla, pero no te toca el tuétano. Es más, uno puede pillar al vuelo todos los chistes privados que inundan la pantalla, sonreír al verlos, y aún así acabar mirando el reloj del móvil para calcular cuánto queda de película (durante la media hora anterior al climax final, la cosa incluso se arrastra un poco). Ver Ready Player One se parece bastante a hojear el catálogo de una juguetería.

 

Ready Player One: ciencia ficción

"Ahora es cuando me dices que debo regresar al futuro para rehacer la línea espacio-temporal, ¿a que sí?"

 

Que la historia tenga la estructura de un videojuego-gimkana (hay que encontrar una serie de pistas ocultas por todo OASIS, para impedir que su control caiga en manos de una megacorporación tiránica, que bla, bla, bla...) tampoco ayuda. Buena parte de la acción consiste en ver cómo el unidimensional Wade Watts/Parzival (interpretación plana de Tye Sheridan, que parece tener sólo dos expresiones faciales: “Esto mola” y “Ay, que me matan”) resuelve puzzles y desafíos diversos. Algunos de esos pasajes son la hostia de divertidos, pero otros tantos resultan rutinarios, por lo que la suma total es cero. Si Parzival hubiera tenido que superar la mitad de pruebas, o el doble, antes de llegar a la resolución final, la historia que se nos cuenta quedaría idéntica. En realidad son los mismos defectos de los que adolecía la fuente literaria, y la versión fílmica los amplifica al querer serle demasiado fiel en cuanto a estructura (el propio Ernest Cline figura como uno de los guionistas). Porque el caso es que Ready Player One funciona de coña cuando propone ideas nuevas. Su mejor escena no está en el libro, y es una virguería de puesta en escena, sentido del suspense y, esta vez sí, homenajes que a la vez empujan la trama hacia delante y generan narrativa de varias capas. Es quizás el único momento en que se erige en cine de culto por méritos propios. Si sus dos horas y media fueran así, estaríamos ante una obra maestra. Pero no.

Tiene mérito que Spielberg, partiendo de semejante no-guión, haya logrado facturar una peripecia disfrutable. A sus 71 años el tío sigue dando lecciones gratis sobre cómo mover una cámara y planificar una escena de tiros con diez mil cosas pasando a la vez. Pero éste no es el Spielberg de los 70 y los 80, al que el talento improvisado le chorreaba por los poros. Aquí todo está un pelo más calculado, es un pelo menos espontáneo. No es es el Spielberg eufórico de Tiburón o En busca del arca perdida. Es, como mucho, el de Minority Report, un buen artesano esforzándose a todo lo que da para repetir una fórmula. Que no está mal... pero no es lo mismo. Ready Player One pretende ser una carta de amor al fandom y se queda en simple muestrario, tan espectacular como gratuito. No parece que tenga mucho que decir sobre los iconos culturales que nos han convertido en lo que somos. Simplemente los enumera marcando paquete, como quien recita de memoria los marines coloniales de Aliens para demostrar que se los sabe (por cierto: Apone, Hicks, Hudson, Vasquez, Frost, Wierzbovski, Drake, Spunkmeyer...). Porque la nostalgia vende. Porque la nostalgia siempre ha vendido. Pero en vez de utilizar la nostalgia como simple reclamo, hubiera estado bien que Ready Player One la usara como motor creativo a partir del cuál ofrecer algo que pareciese fresco, que oliera a nuevo, que nos hiciera exclamar “¡Guau! ¡Esto no lo había visto nunca!”. Hubo un tiempo en que Spielberg sabía cómo hacer eso.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

Recomendada por Kuato a: fans irredentos del libro, que verán plasmado en pantalla (casi) todo lo que querían ver. Lo bueno y lo menos bueno.

No recomendada por Kuato a: semi-fans del libro que confiaban en que Spielberg lo mejorase.

Ego-Tour de luxe por: su buen uso de la música de videoclip ochentera (Prince, Twisted Sister, Tears for Fears, Blondie, Bee Gees...), un recurso que a la postre resulta más evocador que el torrente de FX que Spielberg te lanza a la cabeza.

Atmósfera turbínea por: que está claro que los cánones de Hollywood mandan poner a una pareja chico/chica guapitos al frente del reparto, pero uno de los puntos chulos de la novela era que Parzival y Art3mis eran dos frikis acomplejados. Aquí han sido suavizados y embellecidos hasta más allá de lo sosaina.

 

READY PLAYER ONE. "Ready Player One" (2018). Director: Steven Spielberg. Guión: Zack Penn y Ernest Cline. Reparto: Tye Sheridan, Simon Pegg, Mark Rylance, Ben Mendelsohn, Hannah John-Kamen y Olivia Cooke. Estreno en Venusville: 29/03/2018.

 

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