DJANGO DESENCADENADO artículo: Eastwood desencadenado

Eastwood desencadenado Demostración de que Django desencadenado es un refrito de todos los westerns de Clint Eastwood Por El Hombre de Boston

<Se ha publicitado mucho que Django desencadenado es un libre remake del Django de Sergio Corbucci y que por ello es una actualización del spaghetti western, pero miren por dónde, yo diría que Quentin Tarantino ha tomado más como modelo el cine del oeste de Clint Eastwood y las películas que hizo éste con directores norteamericanos, que las que rodó bajo las órdenes de Sergio Leone o los westerns hispano-italianos rodados en Almería en los años 60, con cuatro cañas, cuatro mulas y cuatro tíos feos guarros en general. Es más, lo digo: Tarantino ha copiado la manera de concebir el western de Clint Eastwood, ha tomado sus constantes y referencias, lo ha metido todo en su coctelera personal con caca de caballo de aquí y de allá (el disco duro que tiene el hombre en el cerebro es innegable, basta con ver el popurrí de cine oriental que es Kill Bill), y lo ha agitado hasta obtener Django desencadenado. 

    Lo que no es nada de extrañar, pues si la generación de nuestros abuelos tenía como referente de cowboy al Gary Cooper elegante y romántico de títulos como El forastero, El árbol del ahorcado o Solo ante el peligro, y nuestros padres al John Wayne rudo y noblote de la mayoría de los títulos que constituyen la filmografía de John Ford, la nuestra hemos tenido desde siempre al duro y expeditivo Clint Eastwood. Tanto en las pelis del oeste en las que participó sólo como actor, como las que ha realizado posteriormente como director. Por eso, salvo raras excepciones como Blackthorn, para la que Mateo Gil tomó como referencia la filmografía westerniana de Sam Peckinpah, el 99 % de cineastas actuales que se lía la manta a la cabeza (o mejor digamos el poncho a la cabeza) para realizar un western, toma a Clint Eastwood como modelo. Que se lo pregunten sino a Kevin Costner, a ver si su Open Range no es una copia inconfesa de Sin perdón…

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   Por eso, a diferencia de las citadas co-producciones hispano-italianas de los 60, el “Django” de Tarantino no es un western sucio y oscuro, sino todo lo contrario, es un western limpito, pulcro y luminoso que se aparta de pobluchos y ranchos mugrientos para deleitarnos con majestuosos escenarios naturales en la más pura línea Anthony Mann y ricas plantaciones de algodón como las de Lo que el viento se llevó. Tampoco es un western pesimista e individualista como abogaba Sergio Leone, ya que el personaje del Dr. Schultz, brillantemente interpretado por Christoph Waltz, es jovial, rebosa optimismo por cada poro de su piel, y adopta a Django (Jamie Foxx) con una camaradería digna de los soldados irlandeses borrachines que lidera John Wayne en las obras de John Ford. Por no decir que por no ser, no es ni barato ni cutre, pues con los cien millones de dólares aflojados por los hermanos Weinstein para su presupuesto, es cualquier cosa menos barato y lo último que éstos habrían querido es que hubiera lucido cutre, como ha hecho de manera expresa Tarantino con otras obras suyas como Grindhouse.

   Así las cosas, tenía más de spaghetti western Kill Bill Vol. 2 en la parte de Nuevo Méjico, y Malditos bastardos en su escena inicial (esos movimientos de cámara recorriendo el paisaje y esos primeros planos cerrados antes del interrogatorio a cargo de Christoph Waltz…) que todo Django desencadenado junto. Las explícitas referencias al Django original con el tema musical “Django” y el cachondo cameo de Franco Nero (“la d es muda”), intérprete del primer Django, se cuentan entre los pocos homenajes que rinde Tarantino a la escuela italiana. El resto es un western cien por cien Eastwood y sin disimularlo, como demuestra la inclusión del tema musical compuesto por Ennio Morricone para Dos mulas y una mujer en la escena en la que Waltz y Foxx entran a caballo en el primer pueblo. Tarantino rueda además esta entrada con un travelling que va recorriendo la calle principal mientras va mostrando las fachadas de los edificios que hay a lado y lado, resultando una entrada clavada a la que protagoniza Eastwood en su Infierno de cobardes.

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   No hay tampoco duelos hombre a hombre, ni primeros planos de los personajes entrecerrando los ojos, ni una banda sonora con trompetas, arpas de boca o silbidos que recuerde a las compuestas por Ennio Morricone (excepto la citada del propio Ennio Morricone), todos ellos elementos habituales del spaghetti western. Sí hay en cambio un personaje convertido en forajido a la fuerza que practica el tiro al blanco antes de iniciar su misión como el Josey Wales de El fuera de la ley de Clint Eastwood o el Will Munny de Sin perdón (de hecho, todo Sin perdón podría ser la secuela de El fuera de la ley titulada “Josey Wales 20 años después”), que se enfrenta en solitario a un poderoso terrateniente protegido por un gran número de pistoleros como Eastwood en El jinete pálido y Sin perdón, y tiroteos, muchos tiroteos que recuerdan nuevamente a los de Sin perdón, con alguna escena sacada literalmente de esta película. ¿Recuerdan cuando Clint Eastwood dice aquello de “Los que no quieran morir que salgan de este salón”? ¿Y cuando pregunta quién es el dueño del saloon para pegarle un tiro a bocajarro sin contemplaciones? Pues Tarantino copia-plagia-homenajea (díganlo como quieran) estas escenas de pe a pa.

   Todo Django desencadenado respira Clint Eastwood por los sus cuatro costados de celuloide, y no es para menos, pues como decía al principio de este artículo, Clint Eastwood es por méritos propios el modelo actual a seguir en lo que a materia de western se refiere. Con poncho, sin poncho, sobre un caballo, sobre una mula, disparando un revólver o disparando un rifle, Clint Eastwood ha calado tan hondo en nuestro intelecto que siempre será el cowboy de nuestra generación. Por eso no sólo Kevin Costner lo copió para su Open Range, otros cineastas de igual prestigio lo tomaron también como referencia explícita. Álex de la Iglesia con el personaje que planea durante toda la película en 800 balas hasta su aparición final (lástima que al final Eastwood no accediera a rodar ni un solo plano), Robert Zemeckis haciendo que “Clint Eastwood” sea el nombre que adopta Michael J. Fox en su andadura por el lejano oeste en Regreso al futuro III (¿acaso no escogerían ustedes el mismo?), Gore Verbinski plasmándole como el “espíritu del oeste” en la escena más onírica de Rango… Así que Quentin Tarantino no ha sido menos, lo que no nos extraña, porque ¿a quién iba a elegir como modelo un director como él tan dado a fagocitar y reciclar el buen cine para realizar un western? Pues a Clint Eastwood, claro./>

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