Precuela de Mad max: Furia en la carretera con una Furiosa con trenzas, acné y a las diez en casa
Si analizamos la saga de Mad Max de manera cronológica, es fácil comprobar que se trata de un constante todo o nada por parte de George Miller, el director e ideólogo absoluto del invento. Cada uno de los títulos que ha ido engrosando la franquicia ha sido más operístico, estrafalario y animal que sus precedentes. Con Mad Max: Furia en la carretera la cosa llegó ya a unos niveles de paroxismo que parecían insuperables. No es solo que fuera la obra maestra más zumbada del cine de acción de la pasada década, es que por momentos era casi un experimento abstracto, una montaña rusa sensorial en la que el guión y los diálogos parecían quedar reducidos a un mero trámite, sólo necesario para poder catalogar al conjunto de “película”.
En ese sentido, Furiosa: De la saga Mad Max, precuela de Mad Max: Furia en la carretera que nos revela las aventuras fundacionales de una joven Imperator Furiosa (con Anya Taylor Joy ocupando el lugar de Charlize Theron), es una decepción parcial. Porque, por vez primera, da la sensación de que George Miller sólo ha conseguido igualar la apuesta. De que no se le ha ocurrido nada nuevo con lo que volver a dejarnos con el culo torcido y, simplemente, se ha ido por el desvío algo fácil de hacer la película de Mad Max más larga y más cara que hemos visto hasta la fecha. Disfrutarla no es un ejercicio tan orgánico y automático como lo era en Furia en la carretera, sino que exige recalibrar expectativas y evitar las comparaciones. Solo que eso, claro, es imposible.
Furiosa cubre buena parte de la vida de la protagonista, empezando con su niñez en una comunidad paradisiaca (agua, vegetación, fruta fresca…) que no parece haberse visto afectada por el infierno de polvo, metal y gasolina hacia el que ha degenerado el resto de Australia, y culminando en el episodio que la convertirá de manera definitiva en la cínica, silenciosa, idealista y casi indestructible líder guerrera que conocimos en 2015. Entre estos dos momentos fundacionales, es secuestrada por una banda de moteros al servicio de Dementus, un psicótico déspota con complejo de mesías, y se inicia entre ambos un juego del gato y el ratón que se extenderá por más de una década, durante la cual Furiosa irá acercándose poco a poco a su objetivo de tomarse cumplida venganza.
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Se trata de un arco de personaje sencillo pero potente, adecuado al tono de western-punk sublimado que da forma a todas las historias de Mad Max (tramas con la complejidad de un sonajero, pero bañadas en una contundencia que te clava a la butaca), y que deja espacio para desarrollar una gran variedad de personajes secundarios y de alucinadas localizaciones que ya se mencionaban de pasada en Mad Max: Furia en la carretera, como la ominosa cantera-arsenal Criadero de Balas, o esa especie de aberrante megacastillo industrial rodeado por un lago de petróleo que es la Ciudad de la Gasolina, cuyo diseño parece salido directamente del universo de Warhammer 40,000.
En este sentido, Furiosa es de largo el capítulo de la serie Mad Max que más hincapié hace en discursos sociopolíticos y dobles significados, desde referencias bíblicas al jardín del Edén o los falsos profetas, hasta alegorías en tono de farsa sobre la insostenibilidad del capitalismo de crecimiento constante: el mundo de Furiosa está dominado por la obsesión histérica de conseguir gasolina, armas y recursos naturales que ya apenas existen y son imposibles de replicar. Nadie sabe cómo construir nada que prospere, la única forma de vida que se concibe es esquilmar lo que queda y pisar el acelerador a fondo. Es un desarrollo dramático sugerente, que da al filme una personalidad propia y diferenciada.
“George Miller sólo ha conseguido igualar la apuesta y no se le ha ocurrido nada nuevo con lo que volver a dejarnos con el culo torcido”
Entonces, ¿por qué Mad Max: Furia en la carretera funcionaba mucho mejor que Furiosa? No es solo por la impresión de “esto no lo había visto nunca” que generaba aquella, ni por el carisma superior de su elenco de personajes (aunque son dos razones de peso). Es, sobre todo, porque la cinta de 2015 era un clímax de dos horas oxigenado por diversos momentos de pausa, que nunca perdía el foco ni tenía un solo bajón de intensidad, mientras que esta precuela es una docena de clímaxs disparados uno detrás de otro, que se van haciendo cada vez más repetitivos y acaban abotargando un poco. Hay demasiado de todo: demasiadas persecuciones secundarias, demasiados coches estallando, demasiadas frases explicativas en tono grandilocuente, y una subtrama demasiado prolija sobre guerras de poder entre facciones que, la verdad, tampoco interesan tanto. Terminas la proyección con cierta sensación de haber estado en un buffet libre en el que no has parado de comer hasta el corte de digestión.
Lo anterior no significa que Furiosa no sea digna de verse, cuidado. Por momentos es un espectáculo visual burrísimo, con un sentido de la escala, unos movimientos de cámara y una atención por el detalle fenomenales. Sin embargo, será difícil que salgamos del cine recordando algún personaje nuevo particularmente icónico o algún momento que nos haya dejado la mandíbula a la altura de la moqueta, a diferencia por ejemplo del guitarrista lanzallamas o la monumental persecución en la tormenta de arena de Mad Max: Furia en la carretera, el niño salvaje con boomerang de Mad Max 2: El guerrero de la carretera, o incluso el Maestro Golpeador de Mad Max 3: Más allá de la cúpula del trueno. Hay buena materia prima, pero ha faltado inspiración para hacer algo de verdad grandioso con ella, más allá de llenarlo todo de choques y explosiones.
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Lo mejor de Furiosa es, por suerte, la misma Furiosa. Las dos actrices que la encarnan, tanto Alyla Brown en su versión preadolescente como Anya Taylor-Joy en su versión veinteañera, tienen la mirada del tigre e irradian aura de rotundidad, dos elementos fundamentales para hacer brillar y alcanzar dimensión mítica a un personaje que ya en manos de Charlize Theron apuntaba más carisma, profundidad emocional y matices que el propio Max Rockatansky. Furiosa es una heroína parca en palabras, llegando a soltar apenas una veintena de frases en todo el metraje. En un entorno de persecuciones mortales a toda castaña, no hay tiempo para convencer al enemigo a base de cháchara: la única manera de seguir viva es actuar por instinto, sin darle muchas vueltas, manteniéndose en constante movimiento, improvisando, demostrando tener una voluntad de hierro y no dudando nunca. Es una construcción de personaje inteligente, porque se adapta a las necesidades de ritmo de la película, y Anya Taylor-Joy, una actriz acostumbrada a expresarse con los ojos y los silencios, la ejecuta a la perfección.
Por contraste, lo de Chris Hemsworth como el malísimo Dr. Dementus resulta curioso, porque quizás sea una de las interpretaciones más sólidas de su carrera, pero queda un tanto malograda por una nariz postiza ridícula y un desarrollo de personaje que bascula demasiado hacia la caricatura, a medida que se va volviendo más y más chiflado; los villanos de Mad Max, al igual que los de James Bond, siempre han tendido a lo estrafalario, pero convertir a Dementus en un completo patán parece un error que le resta tensión a todo lo que hace. Esto queda bien patente en las escenas que comparte con Immortan Joe (el villano de Mad Max: Furia en la carretera, que también sale de nuevo aquí), un antagonista que infunde mucho más mal rollo y tiene un aspecto mucho más memorable que él.
En cierto momento Dementus le dice a la protagonista: “¿Tienes lo que hay que tener para hacer que esto sea épico?” Y parece una frase que el director y guionista George Miller se hubiera escrito para sí mismo, como tratando de darse ánimos, consciente de lo alto que tenía el listón. Furiosa es en efecto épica, divertida, espectacular, y el mundo es sin duda un lugar mejor que antes de que la viéramos. Sin embargo, su locura está demasiado estudiada, demasiado milimetrada, le falta imprevisibilidad, con lo cual no es locura en realidad. Ésta no es ni la mejor, ni la segunda mejor peli de la saga Mad Max (dudo de si es la tercera mejor), y de hecho parece venir a decirnos que ya no quedan en el cajón muchas más cosas auténticamente interesantes que contar sobre ese universo. Pero si ese universo se cierra aquí y ahora, lo hace con un final más que digno. Y qué diantres, tampoco está la cartelera como para ir haciéndole ascos a una puñetera peli de la saga Mad Max.
INFORME VENUSVILLE
Venusentencia: Copas de Yate
Recomendada por Kuato a: quien quiera que le tracen un mapa de carreteras sobre el mundo de Mad Max.
No recomendada por Kuato a: quien espere una obra maestra.
Ego-Tour de luxe por: el modo casi accidental y sin ninguna épica en que la protagonista pierde el brazo. En una película en la que todo es tan exagerado, esa muestra de contención con algo tan importante hace que aún nos fijemos más en ello. Es una muestra de inteligencia de guion.
Atmósfera turbínea por: cierta sobredosis de CGI feúcho que da un poco el cante, lo cual empieza a ser preocupantemente habitual en estos tiempos.
■ FURIOSA: DE LA SAGA MAD MAX. "Furiosa: A Mad Max Saga" (2023). Dirección: George Miller. Guión: George Miller, Nico Lathouris. Reparto: Anya Taylor-Joy, Chris Hemsworth, Tom Burke, Alyla Browne, Angus Sampson, Daniel Webber, Nathan Jones, Goran D. Kleut, Lachy Hulme, CJ. Bloomfield, Rahel Romahn, Robert McFarlane, David Collins. ESTRENO EN VENUSVILLE: 24/05/2024.
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