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PURO VICIO reportaje: Miedo y asco en Gordita Beach

El detective fumeta Doc Sportello, alter ego de Thomas Pynchon en la California de Puro vicio

WARNER BROS. PICTURES. Desde la década de los 60 del siglo pasado, Thomas Pynchon es considerado una voz destacada dentro de la literatura estadounidense que ha buceado directamente en el caos polifacético y caleidoscópico de la vida moderna. Ya con sus novelas clásicas como "V.", "La subasta del lote 49" y "El arco iris de gravedad", introdujo a los lectores en unos intrincados universos paralelos que reflejaban la belleza, perversidad, audacia tecnológica, futilidad política, absurdez cómica y complejidad persistente de la época posterior a la II Guerra Mundial. Su trabajo resulta imposible de resumir. Es histórico y científico, a la par que irreal y plagado de significados ocultos. Es absolutamente serio… pero también está salpicado de alocadas notas de comedia.

De hecho, el trabajo de Pynchon es tan salvaje, tan famosamente indomable, que da paso a una profunda ironía: estábamos ante un novelista que usa con profusión citas de la historia del cine en toda su obra, profundamente influido por el flujo temporal del cine, pero cuyas novelas nunca se habían trasladado a la gran pantalla. Se trata, quizás, de otra capa dentro de la mística de Pynchon. Al igual que todo el trabajo de Pynchon, "Puro vicio" forjó su propio mundo. Pero se trataba de un Los Ángeles sui generisposeído por el espíritu del sexo, las drogas y el rock and roll. Depuró la esencia de los años 70 como una especie de punto de inflexión, ese momento en el que las tribus de outsiders de la costa —hippies, freaks,surfers, bikers, drogatas, místicos, roqueros— se toparon de bruces con los cárteles mundiales, el auge del consumismo, la falsa espiritualidad, los barrios de nueva construcción y la paranoia política y personal que pronto pasarían a formar parte del tejido estadounidense cotidiano.

 

Doc Sportello, el último americano hippie

 

Y en medio de ese mundo, Pynchon situó a un detective privado de Los Ángeles, Doc Sportello, fumador de hierba y habitante de la playa, como el último destello de brillo de una raza aturdida de soñadores americanos frente a las fuerzas de la codicia, el miedo y la desintegración justo antes de que la Era de acuario se convirtiera en un mito. Pynchon fusionó a la perfección las culturas de playa y hippie, y es que Doc Sportello es autor de los inquisitivos diálogos típicos de un detective bajo los efectos de la hierba, para introducir a continuación su persistente inquietud acerca de las fuerzas invisibles presentes en la sociedad estadounidense y la idea del destino del país.

"Pynchon situó a un detective privado de Los Ángeles, Doc Sportello, fumador de hierba y habitante de la playa, como el último destello de brillo de una raza aturdida de soñadores americanos"

Los misterios con tintes cómicos que investiga el detective en chanclas de California Doc Sportello en Puro vicio le llevan hasta el temible Colmillo Dorado, que es al mismo tiempo una goleta con rumbo a San Pedro y una organización sin límites e interconectada que ha hincado el diente al tráfico internacional de heroína, el negocio de los centros de rehabilitación y, aparentemente, los dentistas, entre otras cosas. Pero, al mismo tiempo, también le arrastran a la oscura brecha entre los años 60 y los 70, entre una visión idealista de los Estados Unidos y el consumismo moderno con el que todos estamos tan familiarizados en nuestros días. Mientras Doc persigue mujeres fatales a través de preguntas interconectadas sobre qué fue lo que corrompió al promotor inmobiliario Mickey Wolfmann, qué le ocurrió al saxofonista de música surf rock Coy Harlingen y qué relación guarda su antiguo cliente Crocker Fenway con el Colmillo Dorado, termina por resolverlo todo. Pero, en lo más profundo de su ser, quizás no le preocupe tanto averiguar “¿quién lo ha hecho?” como “¿qué demonios ha ocurrido?”

 

"Para orgías lisérgicas, las que nos pegamos Ben Stiller y yo en Zoolander"

 

Pynchon se refiere a los 60 como “ese pequeño paréntesis de luz”, y la película, al igual que el propio Doc, está imbuida de la fascinación que produce esa luz, aunque la historia se desarrolle también en un lugar alejado del final de ese paréntesis, en un momento marcado por la agitación y las turbulencias. Pynchon escribe en su novela que Doc ve señales de cambio allá donde va en Los Ángeles. Su paranoia puede verse exacerbada por el consumo de marihuana, pero también detecta los augurios. Se pregunta:“¿Cómo era posible que en cualquier reunión, ya se tratase de un concierto, concentración del amor, encuentro o desencuentro, aquí, allá, al norte, al este, en cualquier lugar, esas bandas oscuras hubieran estado haciendo de las suyas, reclamando la música, la resistencia al poder, el deseo sexual desde lo más épico hasta el día a día, todo aquello con lo que pudieran hacerse, sirviéndose de fuerzas tan antiguas como la codicia y el miedo?”

Entre todos los chistes y guiños sexuales de Puro vicio, Anderson plantea también la pregunta de cómo esas fuerzas ancestrales, tan palpables a comienzos de los 70, se han convertido en las señas de nuestra propia época. A través de la lucha de Doc para desfacer los entuertos más próximos a él, también deja abierta una pregunta de gran actualidad: ¿seguimos creyendo, décadas después, al menos en cierta búsqueda de la trascendencia? “¿Conservamos ese sentimiento de una promesa nacional perdida que puede reclamarse?”, se pregunta. “Yo espero que así sea”.

 

PURO VICIO. Estreno en Venusville: 13/03/2015

 

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