STEVEN SPIELBERG reportaje: Spielberg y los extraterrestres

Tercer contacto: La guerra de los mundos

   La guerra de los mundos es, de momento, el último capítulo como director en la afición de Spielberg por los visitantes de otro planeta. Spielberg, un fan de la novela de H. G. Wells y de la narración radiofónica de Orson Welles, compró en 1993 el único ejemplar original que existe del guión que había utilizado Welles en su programa de radio. Ya en ese mismo año 1993 se planteó seriamente llevar la obra al cine, pero el estreno de Independence Day le llevó a dejar el proyecto en suspenso, y no volvió a interesarse por él hasta los atentados del 11-S, momento en el que vio que el tema estaba nuevamente de actualidad, y que podía utilizarlo para dar su opinión sobre los ominosos tiempos que vivimos.

   El resultado es una película directa, contundente, y que guarda diferencias bastante notables de tono y de temática respecto a Encuentros en la tercera fase o E.T. Principalmente porque La guerra de los mundos no es tanto un filme de ficción científica como una película de terror que reflexiona sobre la naturaleza de la catástrofe. Spielberg utiliza el marco de la invasión alienígena para hacer un retrato de la creciente violencia e inseguridad que está experimentando el mundo (occidental) en este siglo XXI. Según Spielberg, estamos llegando a tales límites de polarización de posiciones (religiosas, políticas, culturales…) que posiblemente sólo la amenaza de una catástrofe global o de un enemigo común sea capaz de unir a la especie humana.

"¡Por fin puedo quitarme la espina de no haber salido en Campo de batalla: la Tierra!" 

   Los feroces invasores de La guerra de los mundos poco tienen que ver con los extraterrestres buenos, de rasgos amables y aniñados, que Spielberg nos había mostrado hasta ese momento. Son seres de un aspecto mucho más siniestro (con cuerpos de una brutalidad casi mecánica, facciones inexpresivas y ojos vidriosos, “de muñeca”), y que se comportan de manera despiadada, despreciando la vida humana igual que nosotros despreciamos a las cucarachas. Curiosamente, están más cerca de los humanos adultos que Spielberg retrataba en Encuentros en la tercera fase o E.T., que de cualquiera de las formas extraterrestres que hemos visto en dichas películas.

   En el fondo, La guerra de los mundos vuelve a tocar, aunque esta vez sea por contraste con el resto de su obra, los temas fundamentales de siempre en el cine de extraterrestres de Spielberg. Por ejemplo, esta vez los alienígenas son (evidentemente) malos. Pero Spielberg utiliza eso para decir que el mal, sobre todo en especies evolucionadas, es un comportamiento poco práctico. Si los extraterrestres del filme se hubiesen preocupado en comunicarse con nosotros y entablar relaciones amistosas, en vez de moverse por el patrón invadir-colonizar-exterminar, probablemente no habrían perecido víctimas de los microorganismos terrícolas.

   También por contraste, Spielberg sigue desarrollando su teoría sobre los hombres-niño. El personaje interpretado por Cruise es uno de ellos, pero en el mal sentido: irresponsable y atolondrado, es incapaz de asumir sus errores y se colapsa cuando tiene que tomar decisiones de las que dependen las vidas de sus hijos. Spielberg nos advierte que una cosa es mantener vivo el espíritu dePeter Pan, y otra muy distinta es negarse a crecer para no tener que asumir las responsabilidades de la paternidad. Un cambio de mentalidad bastante llamativo, si lo comparamos con el Roy Neary de Encuentros en la tercera fase, que se iba con los extraterrestres en su nave espacial dejando en la Tierra mujer y tres hijos sin el menor cargo de conciencia. Pero es que en 1976 Spielberg no era padre, y ahora sí lo es.

   Respecto a la fidelidad con la novela original, Spielberg se limita a mantener los iconos más conocidos (los trípodes, los haces de luz roja, la figura del narrador en primera persona) y renueva todo lo demás, en algunos casos con una brillantez expositiva y en el diseño de producción que supera lo imaginado por H. G. Wells (la idea de los aliens cabalgando sobre rayos hasta sus naves enterradas bajo tierra es sencillamente magistral). Por lo demás, Spielberg sale brillantemente airoso del reto de, partiendo de un planteamiento argumental completamente delirante y psicotrónico (una raza alienígena que invade la Tierra porque, sencillamente, nos odian), plasmar la acción con la mayor verosimilitud posible. En palabras del propio Spielberg “está claro que lo que cuenta la película no va a ocurrir. Pero si ocurriera, creo que sucedería exactamente así”.

Pues cuando a un humano se le llama "trípode" es por motivos muy diferentes...

Futuros contactos

   ¿Volverá Spielberg en el futuro sobre el tema extraterrestre como director, o por el contrario cree que ya ha dicho todo lo que tenía que decir al respecto? Esto último es poco probable, tratándose de un director que es un auténtico hervidero de ideas y que trabaja a velocidad de vértigo (ya ha demostrado más de una vez que es perfectamente capaz de completar dos películas en un año).

   Además, él mismo ha dicho en repetidas ocasiones que, de todos los géneros fantásticos, la ciencia-ficción especulativa es su favorito. Spielberg se lo pasa bomba con los extraterrestres, y nosotros nos lo pasamos bomba con los extraterrestres de Spielberg. Aunque siempre nos cuente lo mismo, siempre nos lo cuenta de una forma distinta (y cada vez mejor).

   Así que, mientras el director de Ohio siga encontrando el modo de camuflar sus vivencias personales y sus teorías filosóficas bajo los lujosos acabados del cine-espectáculo, tendremos Spielberg y extraterrestres para rato. Bienvenidos sean ambos./>

"Parece una simple gorra, pero en realidad es un transmutador anti-alien"