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CRÓNICAS DE SITGES 2010 día 7: Joel Schumacher y gracias

   

Joel Schumacher y gracias

Twelve; La posesión de Emma Evans: My Joy, y para de contar

Por Beto

 

<A diferencia de los días anteriores, la jornada de hoy ha sido más bien ligerita y sin duda alguna el día más flojo del festival. Esperemos que mañana se remonte el.

   La jornada se ha iniciado con Twelve (Francia-E.U.A., 2009. Joel Schumacher). La película es básicamente un drama, con una voz en off que nos acompaña durante todo el film y que nos presenta una serie de personajes cuyas historias se entrecruzan en la película. El protagonista es un camello de Nueva York que se dedica a trapicheos con hierba, aunque la droga de moda sea líquida y se llame “Twelve”.

   La forma en que Joel Schumacher hace converger las historias en la matanza final es correcta, así como la fotografía que se hace de cada uno de los personajes. Lo que no lo es tanto es el detonante del desastre final. El personaje del hermano salido del reformatorio, que es el único personaje venusvillero de la cinta, y que es el que la lía parda, es errático. Por momentos parece que esté arrepentido del mal camino que lleva, y en cambio en otros enloquece. Hasta se llega a comprar una katana (que no llega a utilizar y es una pena, porque hubiese quedado de narices ver cómo rebanaba el pescuezo de alguna de las cerdillas de la fiesta...). Además, que la rotura accidental por una bala errática de su pecera con pirañas sea lo que le hace estallar, queda un poco ridículo. Película así pasable de Schumacher como drama, no como película de género ni mucho menos.

 

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"¡Buf! Todo el festival viendo una media de seis pelis y durmiendo dos horas al día"

 

   De todas formas, Twelve se puede considerar una obra maestra si la comparamos con My Joy (Ucrania-Alemania, 2010. Sergei Loznitsa). Creo que ni el mismo director sabía a dónde quería llegar con este film, ya que empieza con el entierro de un cuerpo bajo una capa de cemento como una película de cine negro, para a continuación acompañar a un camionero ruso a llevar una mercancía, desapareciendo el cine negro por completo, y seguir con un abuelo que explica historias de la Segunda Guerra Mundial, una pilingui menor de edad, y un niño huérfano, hasta acabar con una matanza como en Un día de furia, pero en ruso y malo.

   Además de encontrar confuso e ilógico todo este montaje, la película es lentísima, salvándose únicamente el momento de acción en ese arrebato final del camionero chiflado y la escena inicial comentada. Vamos, que el resultado final te deja tan frío como los paisajes helados de la película... El señor Loznitsa se dedica a dirigir documentales, siendo ésta su primera incursión en el largometraje de ficción. Por favor, que vuelva a los documentales.

   Para finalizar esta jornada mediocre hemos asistido a la proyección de La posesión de Emma Evans (España, 2010. Manuel Carballo). Una joven de 15 años empieza a padecer los síntomas de estar poseída. Tras fallar alternativas más racionales, sus padres acceden a que su tío, un sacerdote especialista en exorcismos, intente expulsar el demonio que la joven lleva en su interior.

 

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"Es que el abuelo es fan del de la familia Cebolleta"

 

   El resultado obtenido ha sido un producto que hace aguas por culpa del guión, ya que a lo largo de la película suceden una serie de acontecimientos que son incongruentes con lo que nos están explicando. Resulta que invocar al demonio es una cosa difícil según el sacerdote, y mira por dónde, Emma se aprende de memoria el pentagrama a realizar con sólo verlo una vez y, qué casualidad, ese mismo día como se enfada con su madre decide invocarlo. Vaya justificación más chabacana. Además, el sacerdote se cansa de repetir que la niña no se quede sola con nadie de su familia y la vemos sola con la madre, el padre y su hermano (y porque no hay más familia). Pero lo mejor es que se trata de un exorcismo a horas concertadas. Horario de oficina de 9 a 5, ya que después de jugar a echar al demonio, la joven anda tranquilamente por la casa, cena con la familia, e incluso sale de paseo por ahí.

   El giro argumental final está bien, pero si es así, ¿cómo permite que Emma camine por la casa sin ningún tipo de control y no está encerrada en una habitación? Lo dicho, buenas intenciones malbaratadas por un guión con agujeros como los de un queso de gruyere. Eso sí, el sacerdote queda la mar de chulo con ese sombreo tan mono cuando sale de su casa para ir a practicar el exorcismo. Ahí sí que se parece a El Exorcista de William Friedkin. Sólo en eso…/>

 

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"Por favor Señor, que no nos comparen con El exorcista"

 

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