SHERLOCK HOLMES: JUEGO DE SOMBRAS crítica: Juego de locas

Juego de locas Holmes y Watson regresan en una aventura más grande, más cañera... y más gay que la primera Por Ray Zeta

<Curiosidad, mucha curiosidad es lo que nos ha despertado Sherlock Holmes: Juego de sombras a todos los fans de la primera parte durante el año y medio transcurrido desde que se anunció el rodaje hasta su estreno. Curiosidad y dudas como para construir un ejercicio de intelecto y deducción a la altura del mismísimo Sherlock: ¿qué clase de Mycroft compondría Stephen Fry? ¿Serio y flemático como al que estamos acostumbrados, o ligero y cachondón? ¿Sería la película tan espectacular, exagerada y cómica como se intuía en el tráiler? ¿Se atreverían a ir más allá en la relación gay sugerida en la primera parte entre Holmes y Watson? ¿Sería la boda anunciada entre ellos? Y lo más importante: cómo iba a quedar Jared Harris como profesor Moriarty y qué provecho iba a sacarle Guy Ritchie al personaje.

   Preguntas todas ellas respuestas con gran orgullo, regocijo y satisfacción, pues vaya por delante que siguiendo el manual de las tres m de la buena secuela (más, mayor y mejor), Sherlock Holmes: Juego de sombras es una secuela con más de todo que su original, más grande y diríase que hasta mejor en cuanto a resultados. Más arriesgada en su propuesta, más ambiciosa en su puesta de escena, más espectacular en sus escenas de acción, más profunda en la relación de sus personajes, también más cómica y más gay, y por salir airosa de todo ello, mejor en su calidad global.

"Me temo Watson que estas invitaciones de boda están mal, mi nombre no sale como esponsal"

   Presentado ya Sherlock Holmes en la primera entrega como una actualización del personaje reciclado en héroe de acción que nada tiene que envidiar a James Bond, Martin Riggs, Ethan Hunt o John McClane, este Sherlock es cada vez menos Holmes y más Downey Jr., pues el también Tony Stark se lleva el personaje a su terreno y se divierte de lo lindo desplegando todo su repertorio de tics, muecas y chistes aprendidos en su etapa cómica del Saturday Night Live. Ya no toca el violín, ya no se pasea por su estudio en su bata raída, y ya no mantiene piques verbales con la Sra. Hudson.

   Sí que en cambio se sigue disfrazando a lo Mortadelo (unos disfraces que por esperpénticos parecen haber sido adquiridos en la Insdustrial Bolsera), repartiendo una estopa que ni Vin Diesel y Dwayne Johson juntos, y continúa haciendo gala de un poder deductivo que llega a alcanzar cotas de visualización del futuro tal como Nicolas Cage ejercía en Next, a la  vez que  se comporta como una loquita celosa y un amante despechado del doctor Watson, al que Jude Law sigue interpretando con la sobriedad y seriedad idóneas para erigirse como el contrapunto perfecto de Downey Jr. emanando una química entre ellos que ya quisieran tener o haber tenido dúos cómicos como Martes y 13, Cruz y Raya o Faemino y Cansado.

   Con ingeniosos diálogos cargados de indirectas y segundos significados que ahondan aún más en la peculiar naturaleza de su relación. ¿Recuerdan cuando en la primera parte Watson llama a Holmes “viejo gallo” y Holmes a Watson “mamá gallina” (traducido del original), cuando Watson reconoce en el patio de la cárcel mantener con Holmes una relación sadomasoquista, o cuando Watson arroja en un arrebato de celos un chaleco por la ventanilla de un coche de caballos? Pues en esta entrega aún van más allá debiéndole Holmes organizar a Watson su despedida de soltero y asistiéndole como padrino en su boda. ¿Para qué disimular? ¡Ahora ya se llaman “mariquitas” directamente (traducido del original) y reconocen abiertamente mantener una relación! Si hay tercera parte, que seguro que la habrá, fijo que irán ya a por la adopción de un bebé hindú como mínimo.

   Una relación al servicio de una misión aún más grande como les decía que la de la primera parte, pues esta vez no estamos ante una película policíaca sino ante una de aventuras (salvando las distancias, más en la línea de Wild Wild West o La liga de los hombres extraordinarios, para entendernos) que Guy Ritchie dirige sin escatimar ambientación, medios técnicos (una nueva cámara capaz de moverse a 100 Km/ hora y filmar 5.000 fotogramas por segundo en vez de los 24 habituales), localizaciones y set pieces de acción con sus personales movimientos de cámara y montajes habituales, imprimiéndole a la cinta un ritmo endiablado ya desde su escena prólogo, más espectacular y también con más toques de humor (¿era necesario que en la secuencia del tren, el disfraz de Holmes fuera de traves, digo de mujer?), al servicio de un guión más ambicioso que lleva a los protagonistas a lo largo de cuatro países (Inglaterra, Francia, Alemania y Suiza) por la necesidad de evitar la guerra mundial.

"Invitaciones corregidas y enviadas: ¡ya podemos casarnos!"

   Y todo funcionando a las mil maravillas gracias también a haber acertado con la inclusión de dos nuevos personajes de cuya composición dependía en mayor o menor medida el éxito del conjunto global. Mycroft Holmes, hermano mayor de Sherlock (o de “Sherly”, como él le llama), que aunque siempre lo habíamos visto como el típico caballero inglés que se comporta como si tuviera una escoba metida en el culo, Stephen Fry lo interpreta en tono ligero como personaje secundario cómico (incluso demasiado cómico; ¿realmente es necesario pasearlo en pelotas para sugerir que también es un excéntrico y un pasota de tomo y lomo?), y sobre todo, por encima de todo, y más que todo, el del profesor Moriarty, genio del crimen, mente maestra del Mal y archienemigo de nuestro héroe.

   Respiren tranquilos. Guy Ritchie sabía que si la cagaba con el profesor Moriarty se le iría al garete toda la peli, pues los fans de la obra del detective de Baker Street no se lo hubiéramos perdonado (precisamente Moriarty es el único error que le reprochamos a la estupenda serie televisiva Sherlock), así que ha ido con mil ojos a la hora de recrear este personaje. Lo primero, fichando a un secundario de carácter en vez de a una estrella que pudiera eclipsar a los personajes principales (se habló de Brad Pitt y de Daniel Day-Lewis); lo segundo, dotándole de una personalidad y una caracterización carismática y poderosa; y por último, otorgándole una secuencia de lucimiento en la que pudiera mostrar que como villano es la némesis perfecta de Holmes. Misión cumplida: Jared Harris cumple con creces y el cara a cara que mantiene con Sherlock, partida de ajedrez y duelo de intelectos incluidos, está a la altura y es sencillamente antológico. Así que levanten sus copas de formaldehido, con esta franquicia y la citada serie Sherlock, los fans del inmortal detective creado por Athur Conan Doyle estamos de enhorabuena./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Venus Hall of Fame
		Recomendada por Kuato a: los fans de Sherlock Holmes que les guste tanto las pelis de Basil Rathbone como la serie de dibujos creada por Hayao Miyazaki.
		No recomendada por Kuato a: los que se quedaron en la serie producida por Granada Television protagonizada por Jeremy Brett.
		Ego-Tour de luxe por: el guiño homenaje a las cataratas suizas de Reichenbach que Arthur Conan Doyle introdujo en su a priori último relato “El problema final”.
		Atmósfera turbínea por: el plano final. Yo hubiera acabado la peli diez segundos antes. Cuando la vean me entenderán.

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