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LA BRUJA reportaje: Jóvenes y brujas

La bruja, un personaje en la Nueva Inglaterra del siglo XVII tan habitual como la portera

UNIVERSAL PICTURES. Para muchos, la palabra "bruja" trae a la mente los disfraces de Halloween o la eterna imagen de la bruja malvada, encarnada por Margaret Hamilton en El mago de Oz. Pero la brujería va mucho allá de eso y hunde sus raíces en la vida de los primeros colonos de Norteamérica, sobre todo de Nueva Inglaterra, donde la histeria llegó a su culminación con los juicios de Salem en 1692 que llevaron a la muerte a decenas de mujeres acusadas de brujería y de mantener relaciones con el maligno.

Tres siglos antes de El proyecto de la bruja de Blair, las manifestaciones sobrenaturales formaban parte de la vida cotidiana de Norteamérica. La Iglesia Anglicana extendía su rígido poder sobre toda la comunidad y se reforzaba la creencia popular de que Satanás era real, una fuerza del mal que se oponía a la benevolencia y bondad de Dios. Las personas acusadas de cooperar con el diablo, si no eran condenadas a muerte, solían convertirse en proscritas que vivían al margen de la sociedad, como Hester Prynne en “La letra escarlata”, de Nathaniel Hawthorne.

 

La bruja: cine de terror

Robert Eggers revisando la película Jóvenes y brujas en el monitor

 

"En la actualidad, cuando hablamos de brujería y posesiones demoníacas, pensamos que son tonterías", dice Anya Taylor-Joy, que encarna a Thomasin, la protagonista de La bruja, acusada de brujería por toda su familia. "Nos cuesta creer que son reales, pero para la gente del siglo XVII en Nueva Inglaterra, una bruja era la respuesta a algo que iba mal". Y sigue diciendo: "En aquella época, la vida cotidiana incluía elementos sobrenaturales, y la bruja era la explicación de por qué ocurrían tragedias sin respuestas lógicas, que se veía reforzada por la desesperación. La muerte de un niño o una vaca que dejaba de dar leche eran cosas de brujas". Hoy en día serían acusaciones ridículas, pero entonces las brujas eran reales.

“Para la gente del siglo XVII en Nueva Inglaterra, una bruja era la respuesta a algo que iba mal”

Con La bruja, Robert Eggers ha querido plasmar las persecuciones y el puritanismo de una época que solía ver a las mujeres como símbolos de la oscuridad y del mal, como sigue ocurriendo actualmente en algunas sociedades restrictivas. Fascinado por lo que él llama "el oscuro femenino", decidió explorar el mito de la bruja a través del prisma de la vida moderna. "Las sombras de Salem están vivas en el inconsciente actual", explica el director. "Seguimos atrapados en ciclos de pensamientos realmente regresivos y feos. La bruja representa las sombras de lo desconocido, y la gente aún la señala con un dedo acusatorio".

 

La bruja: cine de terror

"Para que parezca una bruja de verdad necesitamos ponerle tres o cuatro verrugas más"

 

Robert Eggers creció en un pueblecito de New Hampshire con viejas granjas, pequeños cementerios en medio de los bosques y extrañas leyendas. De niño veía películas de terror como las clásicas de Universal y las producciones de Hammer Studios, muchas de las cuales transcurrían en Nueva Inglaterra. También se sintió atraído por el cine mudo del expresionismo alemán, como El gabinete del Dr. Caligari o las películas de F. W. Murnau, y posteriormente por los dramas psicológicos del cineasta sueco Ingmar Bergman.

Otra influencia fue El resplandor, de Stanley Kubrick, una obra maestra del género y una de las películas más aterradoras de la historia del cine. Robert Eggers quiso cuidar cada detalle cinematográfico de la película y convertirla en un homenaje a los mejores ejemplos del género, sin dejar de ser en una obra completamente original. Al igual que en El resplandor, la historia gira en torno a un hombre que traslada a su familia a un lugar aislado donde es presa de la desesperación, la locura y la violencia.

 

LA BRUJA. Estreno en Venusville: 13/05/2016

 

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