11-11-11 comentario: Vicky Cristina Fantasmona

Vicky Cristina Fantasmona Peli rodada en Barcelona como la de Allen, con unos fantasmas tan ridículos como un Pinhead sin agujas Por El Hombre de Boston

<Y con esto no quiero decir que Rebecca Hall y Scarlett Johansson sean dos fantasmas de cuidado, bueno en el caso de la Johansson un poco, pues solo una actriz fantasmona como ella tiene la osadía de interpretar a la Viuda Negra midiendo solo 1’60 m de altura y sin tener pajotera idea de artes marciales... En fin, como puede suplir como nadie sus carencias a base de lucir curvas embutida en un traje ceñido de cuero negro, la perdonamos. El título va más bien por los fantasmas (o mensajeros, o ángeles, o demoniejos, aún no tengo claro qué son) co-protagonistas de la película que Darren Lynn Bousman ha rodado en Barcelona. Unos demoniejos que podrían haber salvado este 11-11-11 de la quema pero que han acabado vertiendo alcohol etílico de 90º sobre ella.

   Empiezan saliendo en apariciones fugaces en planos que los muestran vistiendo túnicas encapuchadas como las del Ghostface de Scream, con un jeto que recuerda muy mucho a la careta del Jigsaw de Saw (no en vano, Darren Lynn Bousman ha sido el responsable de la saga del asesino del puzle en tres de sus episodios). Hasta aquí nada que objetar, pues los planos son rápidos, cortos, e incluso poco claros (algunos de ellos han sido rodados en blanco y negro para simular que los ha recogido una cámara de seguridad), con la intención de ir haciendo boca creando expectativas, lo que hasta aquí consigue plenamente.

No se confundan, este no es uno de los fantasmas... ¡Ojalá!

   Pero ay, que al poco del final Darren Lynn Bousman empieza a perder complejos y nos muestra a uno de ellos desplegando sus alas en la penumbra. ¿La intención? Crear una imagen fantasmagórica para crear ambiente de terror, supongo, ¿el resultado?, haber obtenido una imagen cómica que arranca la carcajada del espectador al recordar por similitudes estéticas el ridículo demonio alado protagonista del Faust de Bryan Yuzna.

   ¡Aunch! Con lo bien que íbamos… Llámenme iluso si quieren, pero como llegado este punto aún tenía que venir el clímax final, tenía depositadas esperanzas de que la imagen citada del demonio alado fuera un plano que se hubiera colado por error en el montaje final por no ser más que una prueba de iluminación, y que Lynn Bousman nos tendría preparada una traca final a base de criaturas del Averno que ríanse ustedes de una versión real de Pesadilla antes de Navidad.

   Acerté a medias. Darren Lynn Bousman nos tenía reservado un clímax a base de criaturas del Averno, sí, pero estos son peores incluso que su demonio alado. La idea era crear una especie de rito satánico protagonizado por estos seres que aún no tengo claro si son ángeles o demonios (llamémosles “mensajeros” y así no nos equivocaremos), un ritual que recuerda por ambiente y look a la materialización corpórea de Lord Voldemort en Harry Potter y el cáliz de fuego, o a la primera corporización de Hellraiser, pero allí donde estos dos títulos triunfan por crear una atmósfera tétrica y malsana que induce al mal rollito y a momentos de auténtico terror, 11-11-11 pincha estrepitosamente una vez más por caer en el más puro de los ridículos.

Y este no es el demonio alado, si lo fuera otro gallo cantaría...

   Si el demonio alado anterior ya arrancaba la carcajada del espectador, el líder de este ritual induce directamente al ataque de risa desenfrenado con desorbitaciones oculares y desencajamiento mandibular.  Una combinación del Frankenstein interpretado por Robert De Niro para Kenneth Brannagh y el Pinhead de la citada Hellraiser sin agujas, seguido por una serie acólitos encapuchados con cara deformada, que diríanse sacados del programa “Orden especial” del Joglars (¡Purgandus Populus!).

   Y no es por la falta de presupuesto, los pocos medios técnicos, o por anteponer los efectos de maquillaje a los de digitalización por falta de pasta, pues de pelis con efectos cutres que funcionan a las mil maravillas pese a su precariedad está la historia llena. Desde los zombies de la trilogía Posesión infernal a los fantasmas de Insidious (del también “sawero” James Wang), pasando por los hombres lobos de la de inminente estreno Lobos de Arga, por poner tres ejemplos. Films que se ganan la complicidad del espectador a base de buen hacer, simpatía y falta de pretensiones, que resultarían creíbles incluso si se vieran las gomitas elásticas que sujetan las caretas. A 11-11-11 en cambio, vista su seriedad, sus humitos y la cutrez de sus resultados, no le perdonamos ni que habiéndose rodado en España y yendo de fantasmas, no le haya dado un cameo a Pablo Motos, nuestro fantasma patrio./>

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