BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO crítica: Apocalypse Cornetto

Apocalypse Cornetto

Final descomunal, redondo y apocalíptico,
de la trilogía del Cornetto de Edgar Wright

Por Chema Pamundi

<Bienvenidos al fin del mundo es una película de despedidas. Para empezar, es la despedida fílmica del director Edgar Wright y el protagonista Simon Pegg (que además firman el guión conjuntamente) a su celebrada “trilogía del Cornetto”, siendo el vínculo más evidente entre los tres filmes (aparte de la presencia de helados Cornetto en todos ellos) el tono de comedia meta-referencial a obras de diversos géneros populares: el terror en Zombies Party, la acción policial en Arma fatal y la ciencia-ficción en esta ocasión. Aparte, también representa una despedida a esa suerte de “adolescencia alargada” que la veintena y la treintena suponen para muchos tíos, y que inevitablemente desemboca más pronto o más tarde en la crisis de la mediana edad (por mucho que uno se siga poniendo pantalones vaqueros y camisetas de los Ramones, llega el momento de plantearte qué cojones has estado haciendo con tu vida).

Por último, y dado que el siguiente trabajo de Wright va a ser una producción de superhéroes Marvel como Ant Man, también cabe considerar a Bienvenidos al fin del mundo la despedida a una fase muy concreta de su carrera: el Edgar Wright “post-Cornetto” será, con bastante seguridad, un director de cine distinto al que hemos conocido hasta ahora; y la verdad es que, para celebrarlo, el muchacho se ha cascado una fiestaza de clausura casi imposible de mejorar.

"Este plano a lo Reservoire Dogs no lo mejora ni el propio Tarantino"

Gary (Simon Pegg), un fracasado cuarentón que mentalmente nunca abandonó del todo la edad del pavo (sigue vistiéndose como un groupie de la banda de rock siniestro Sisters of Mercy), decide reunirse con sus cuatro mejores amigos de juventud para volver a su pueblo natal y tratar de completar una hazaña en la que fallaron más de veinte años atrás: hacerse la “milla de oro”, un recorrido por los doce pubs de más solera de la localidad, tomándose al menos una pinta de cerveza en cada uno de ellos (el último bareto de la ruta es el “The World’s End” que da título a la película en inglés). O sea, lo que se dice una borrachera de leyenda. Por el camino irán saliendo a flote las viejas rencillas que nunca se resolvieron del todo, las frustraciones por las que les ha llevado a los cinco su insulsa existencia, el miedo a estar ya más cerca de la jubilación que de los días de instituto… y como guinda del pastel se desatará el apocalipsis, en forma de invasión extraterrestre.

"Bienvenidos al fin del mundo no tiene la rabiosa frescura de Zombies Party, pero es más redonda que Arma fatal, y en global es la más compensada de las tres cintas en cuanto a ritmo narrativo"

Puede que Bienvenidos al fin del mundo no tenga la rabiosa frescura de Zombies Party, pero es considerablemente más redonda que Arma fatal, y en global es la más compensada de las tres cintas en cuanto a ritmo narrativo. Es asimismo la más original, la menos encorsetada por los clichés de género (por primera vez el desarrollo de personajes es más importante que la acumulación de guiños y homenajes), la que tiene los mejores gags y los diálogos más punzantes, y la que más toca la fibra al personal con la hondura de sus personajes protagonistas, interpretados con el carisma y la precisión cómica habitual por Simon Pegg y Nick Frost, en esta ocasión escudados por los no menos geniales Martin Freeman, Eddie Marsan y Paddy Considine.

"Tres pubs más y ganamos una cubertería y los DVDs de los dos episodios anteriores de la trilogía"

Los dos primeros actos de Bienvenidos al fin del mundo son tan absolutamente apabullantes (una ametralladora de one-liners y réplicas demoledoras), que cuando el elemento fantástico entra por fin en juego a uno le asalta cierto miedo de que la película vaya a descarrilar (ya saben, no hay que intentar arreglar lo que no estaba estropeado). Sin embargo, el libreto de Wright y Pegg es impecable hasta en eso, sabiendo adaptar a los personajes a la nueva situación sin que la cosa se desacelere, caiga en lo ramplón ni pierda esa amargura latente que tiene de fondo (los planes de los aliens para esclavizar a toda la raza humana hacen reaccionar a unos protagonistas que, sin apenas darse cuenta, ya se sentían esclavizados por la mediocridad de sus propias vidas). Porque pese al torrente de carcajadas que genera Bienvenidos al fin del mundo, lo que pulsa en su interior es como ya hemos apuntado un drama con bastante mala hostia sobre la inmadurez masculina y el fracaso, que elude cualquier atisbo de respuestas fáciles o resoluciones complacientes (no hay piedad ni en el último plano).

A lo mejor es que yo he perdido algo de perspectiva y he conectado de manera especial con Bienvenidos al fin del mundo porque todas sus referencias cuarentonas me tocan de lleno (la banda sonora, excelentemente utilizada para remarcar el estado de euforia ilusoria del personaje de Gary, es una batería de hitazos de bandas del brit-pop noventero como Pulp, Suede, Blur, Primal Scream o The Stone Roses). O a lo mejor es que Simon Pegg y Nick Frost me caen ya tan bien que todo lo que hacen me parece divertido. O a lo mejor, más sencillo aún, resulta que estamos ante una puñetera obra maestra de la comedia moderna. Sí, me voy a quedar con la tercera opción./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Venus Hall of Fame



		Recomendada por Kuato a: cuarentones con capacidad para reírnos de nosotros mismos y reconocer lo ridículos que somos la mayor parte del tiempo.

		No recomendada por Kuato a: el resto de cuarentones.

		Ego-Tour de luxe por: parece inverosímil que absolutamente todos los gags de la primera hora de metraje funcionen, pero así de descomunal es la cosa.

		Atmósfera turbínea por: si ya por separado, la ciencia-ficción y la comedia son consideradas “géneros menores”, juntarlas en una película hace que tenga todos los números para ser ignorada por la crítica, cuando es de calle uno de los tres o cuatro mejores estrenos del 2013.