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ADELE Y EL MISTERIO DE LA MOMIA comentario: La pija púrpura del Cairo

   

La pija púrpura del Cairo

El Cairo, 1912. ¿Se imaginan a la pijita Adele Blanc-Sec con diarrea cagando en cuclillas en una placa turca?

Por El Hombre de Boston

 

<Todo aquel que haya visitado Egipto o un país similar por su cuenta sabrá que es un viaje duro, con un calor que llega alcanzar temperaturas de 50 grados insoportable y asfixiante, comida que como decía el coronel Trautman en Acorralado haría vomitar a una cabra y que provoca con un cien por cien de seguridad una diarrea bacteriana, y con un déficit en la higiene más elemental en cuanto a duchas, cagaderos, y agua corriente se refiere.

   Por eso mismo los turistas que viajan hasta dicho destino son llevados entre algodones por las agencias. Hoteles de cinco estrellas con todas las comodidades, autocares refrigerados, y bufetes libres a base sólo de comida occidental son el pan nuestro de cada día. Actualmente se puede desayunar como un señor a base de zumito de naranja, salchichitas con una tortilla cocinada al instante y café, visitar las pirámides y la esfinge en un cómodo autocar con aire acondicionado, y estar de vuelta a media mañana en el hotel para darse un refrescante bañito en la piscina, una duchita fresquita, cagar en condiciones en cualquier váter perfumado del resort, y zamparse una opípara comida continental.

 

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"Cara, cago tras la pirámide de la izquierda; cruz, tras la de la derecha"

 

   Pero imagínense cómo debía ser la cosa en esos países a principios de los años 10. No tengo problema en ver a Rick O’Donell (Brendan Fraser en La momia), Alain Lefevre (Jean-Claude Van Damme en Soldado de fortuna), o Indiana Jones paseándose por El Cairo o Marruecos soportando las condiciones propias del lugar a principios del siglo XX. Los tres tipos son aventureros curtidos de pelo en pecho y huevos sobradamente contrastados, capaces de ducharse en un barreño frotándose con papel de lija, cagar a más de 50 grados bajo una palmera limpiándose el culo con una cáscara de coco, e irse de putas locales sifilíticas sin problemas, como bien han demostrado en sus respectivas películas.

 

  "¿Alguien se cree que una pija como Adele puede pasearse por El Cairo de 1912 con esos aires de Garnier Fructis? Me gustaría verla cagando en una placa turca de la época"  

 

   ¿Pero qué me dicen de Adele? ¿Alguien en su sano juicio puede creer que una pija parisina como ella puede pasearse por El Cairo de 1912 con esos aires de Christian D’Or y Garnier Fructis? En Las minas del rey Salomón versión 1950, Stewart Granger obligaba a Deborah Kerr a quitarse el corsé tras unos matorrales para no morir de deshidratación a causa del calor africano. Adele Blanc-Sec en cambio viste unos vestiditos de encajes y puntilla pitiminís que a buen seguro no sólo llevan corsé, sino también faja, refaja, braga y rebraga.

   Como para tener que quitárselo todo cada vez que uno se va por la pata abajo por las cagarrinas que insisto, se pillan fijo si se consume comida local. Porque esta es otra. Me gustaría ver a Adele con su carita de niñita de los Champs Elysees teniendo que cagar en una letrina o placa turca de la época. Ya saben, un agujero en el suelo tras una duna con cagarros aflorando llenos de moscas y evidentemente sin agua corriente.

 

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"No es que el jabón sea marrón, es que aún no me he recuperado de mi viaje a Egipto"

 

   A Indiana Jones, Rick O’Donnell y Alain Lefevre, repito que los veo sin problemas, igual que los directores que han dirigido sus respectivas películas y por eso no han tenido reparos en mostrarlos guarros, polvorientos, con los sobacos sudados, y tumbando árboles, arbustos y flores a su paso debido a su hedor. A diferencia de Luc Besson, que el muy zorruno pasa de puntillas por las escenas en la que sitúa a su protagonista en El Cairo sin mostrarnos donde se hospeda, qué come, o cómo lleva a cabo su higiene más elemental.

   Será que las heroínas del cine ni sudan, ni comen y ni cagan, y siempre están resplandecientes aun en las condiciones higiénicas más adversas. Por ese mismo motivo se debe pasear Mila Kunis por El libro de Eli peinada y maquillada como una modelo del Salón Gaudí en una época en la que no existe el jabón./>

 

 

   

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