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EL PLANETA DE LOS SIMIOS reportaje: De la rebelión al origen

Evoluciona o muere

   El público actual no tiene las mismas tragaderas que el de los años setenta, así que para que la actualización de la saga funcionara, el guión de El origen del planeta de los simios debía incluir dos cambios de paradigma casi simultáneos: por un lado la adquisición de inteligencia humana por parte de los simios (que les lleva a rebelarse), y por otra la virtual extinción de sus enemigos, los seres humanos; y además ambas cosas debían ocurrir en un periodo de tiempo muy corto (antes de que los humanos tuviesen tiempo de encontrar una cura y aniquilar a los monos con su superior potencial militar). De esa necesidad nace la idea sobre la expansión descontrolada del compuesto de laboratorio ALZ-113, que mata dos pájaros de un tiro: aumenta el raciocinio de los simios mientras que supone un virus letal para los humanos. Así se generará una pandemia que a la vez nos exterminará a nosotros y convertirá a los monetes en la nueva especie dominante del planeta.

   En la saga clásica nunca se preocuparon tanto por justificar los pormenores de este vuelco evolutivo. Allí la causa-efecto era mucho más psicotrónica: en la tercera película de la serie (Huída del planeta de los simios), Cornelius y Zira (la pareja de chimpancés buenos que ayudan y protegen al astronauta Taylor en la película original), escapan del planeta de los simios en la nave espacial de Taylor justo antes de que sea destruido por una megabomba atómica (lo cual sucede al final de la segunda película, Regreso al planeta de los simios). ¿Cómo consiguen Cornelius y Zira sacar la nave del fondo del lago en el que se había hundido, por no hablar de repararla, hacerla despegar y pilotarla? Bah, detalles sin importancia. El caso es que, en una paradoja temporal inversa a la de la primera película, lo único que consiguen Cornelius y Zira es viajar hacia atrás en el tiempo, llegando a la Tierra en nuestro presente.

 

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"Suerte que vimos Apolo XIII tomando apuntes"

 

   Ambos acaban muriendo tiroteados (los humanos somos muy cabrones cuando nos ponemos), pero tienen un hijo llamado Cesar al que salvan ocultándolo como chimpancé de circo. Con los años Cesar crecerá y acabará liderando la revolución de los comeplátanos. Sin embargo, en ningún momento explican cómo se pasa de un solo chimpancé inteligente (Cesar) a toda una población mundial de monos avanzados. Simplemente, al principio de la cuarta peli (la ya mencionada La rebelión de los simios) nos encontramos con que los monos se han hecho listos y son usados por los humanos como esclavos, en una especie de delirante distopía fascista. ¿Qué ha pasado en el interín? No preguntes. Simplemente desconecta el cerebro y tira millas (ya hemos dicho que no tiene ningún sentido intentar tomarse en serio esta saga).

   Por suerte, el “reset” que plantea la nueva película esquiva por completo la subtrama del viaje al pasado, que no había por donde cogerla (aunque todo sea dicho, Huída del planeta de los simios es de lo más potable de la saga). Las paradojas temporales son un marrón que siempre suele acabar en incongruencias narrativas y dolor de cabeza para el espectador, así que mejor no abrir esa puerta.

 

 

Monerías varias

   Como era de esperar, El origen del planeta de los simios es un festival de referencias al resto de la serie: la frase “quita tus sucias manos de encima, mono asqueroso” (que aquí pronuncia uno de los villanos de la función); el apodo de “Ojos Claros” con que bautizan los científicos a la madre de Cesar (el mismo mote que la Dr. Zira daba al personaje de Charlton Heston en El planeta de los simios); la propia aparición de Charlton Heston en un televisor (en unas imágenes de su película El tormento y el éxtasis), el detalle de Cesar jugando en su cuarto con una estatua de la libertad de juguete; los carceleros sometiendo a los monos a manguerazos o los policías cargando contra ellos a caballo (como reverso de dos de las secuencias más icónicas de la primera película); y por supuesto el anuncio del lanzamiento hacia Marte de la nave tripulada Icarus (en la que iba Charlton Heston), y su posterior desaparición en mitad del espacio (me juego algo a que volvemos a verla en una entrega posterior de la saga). Por suerte ninguno de estos guiños interfiere en la narración, se pasa de obvio ni cae en la autoparodia fácil.

 

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"No te quejes, mejor llamarte `Ojos Claros` que `Picha Brava`"

 

 

Apocalipsis simia

   Llegados hasta aquí, ¿cómo continuar la serie a partir del punto de partida que plantea El origen del planeta de los simios? Básicamente habría dos buenas maneras de hacerlo: la primera opción es seguir con la cronología de los hechos tal como han quedado al final de la película, narrando la guerra abierta entre una población de simios inteligentes cada vez más extensa contra una humanidad paulatinamente diezmada por la pandemia; la otra posibilidad sería saltar dos mil años en el futuro (o los que sean), y cascarse un remake directo de El planeta de los simios, con la nave Icarus saliendo del agujero de gusano en el que ha estado metida y aterrizando en un planeta Tierra muy diferente del que recordaban los astronautas protagonistas.

   Particularmente me atrae más la primera opción, por novedosa y porque podría ser la bomba ver cómo la civilización humana se derrumba sobre sus propios cimientos, en una especie de variante de 28 días después… pero con simios en vez de infectados. La cosa daría incluso para una trilogía (o hasta una tetralogía) de películas, cuyos sucesos acabasen desembocando a modo de gran homenaje en la cinta primigenia de 1968 (¿para qué rehacerla, si es imposible mejorarla?). Sin embargo quizás es un plan demasiado ambicioso, muy caro de rodar y que depende de que la saga funcione en taquilla de manera sostenida a lo largo de varias películas, así que es de esperar que los productores se acaben decantando por una secuela más contenida y autoconclusiva.

 

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Cesar se emociona ante las conclusiones del reportaje

 

   En resumidas cuentas, El origen del planeta de los simios es un “reboot” coherente y respetuoso con la historia de la franquicia, pero también fresco y original. Sus creadores han sabido leer razonablemente bien qué era lo que funcionaba en las películas de la serie, qué era lo que no se aguantaba ni con pinzas, y qué era lo que convenía cambiar por haberse quedado anticuado. Obviamente la película no está exenta de chorradas argumentales que ponen a prueba las tragaderas del espectador (los monos que se vuelven inteligentes de la noche a la mañana, el orangután que sabe hablar por señas porque trabajó en un circo, los villanos de opereta, el insulso romance entre los dos protagonistas humanos, el científico patoso que se contagia del virus y no lo ponen en cuarentena…), y las reflexiones sociopolíticas de la serie han quedado aquí reducidas a la mínima expresión (hay un mensaje sobre el maltrato a los animales y los límites éticos de la investigación científica, pero todo muy superficial).

   Sin embargo sus ciento cinco minutos de duración son tan sumamente divertidos, tienen tal ritmo e intensidad, que se lo perdonas todo (y Andy Serkis está espectacular como el chimpancé Cesar). Aunque claro, hará falta esperar a próximas entregas para saber si los hallazgos de El origen del planeta de los simios son fruto del talento de sus creadores o de una feliz casualidad. Al fin y al cabo ya sabemos lo que dice el teorema matemático de los monos infinitos: si pones a infinitos monos a pulsar al azar un teclado, transcurrido el suficiente tiempo uno de ellos acabará escribiendo sin darse cuenta las obras completas de Shakespeare…/>

 

 

 

 

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2 Respuestas

  1. Anónimo
    Jesus<br />a escepcion de la primera q es la buena, todas las demas no valen una M incluida la de Tin Burton
  2. Anónimo
    Un macaco<br />Interesantísimo artículo, ni un mono infinito, por mucho Hamlet que llegue a escribir, lo habría escrito mejor.

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