ENCANTO crítica: X-Family

Nuevo Disney con una familia con superpoderes a modo de X-Men, o mejor dicho de X-Family

Gracias a Encanto, hemos podido descubrir los orígenes de Arclight, Callisto, Rictor, y demás X-Men latinos: provienen de la familia colombiana Madrigal, no hay duda, sólo así se explican sus superpoderes. Porque aquí donde la ven, Encanto es una película de superhéroes, por mucho que quieran vendérnosla como una peli familiar con una familia colombiana, los Madrigal, cuyos miembros tienen todos lo que ellos llaman un don, pero que a fin de cuentas es un superpoder: superfuerza, poder de sanación, videncia, metamorfosis… Superpoderes, ya ven, que nada tienen que envidiar a los de X-Men de toda la vida como el Profesor X, Lobezno, Tormenta, Mística o el Juggernaut.

Un momento, ¿he dicho que todos tienen un don? No exactamente, pues una de sus jóvenes integrantes, Mirabel, nació con la desgracia de nacer sin ninguno, o sea normal, y por ello es mirada diferente por el resto de su familia como la Familia Monster se compadecía de la prima Marilyn por no presentar ningún rasgo monstruoso. O sea, que como le ocurría a Marilyn Monster, en Encanto Mirabel Madrigal es la rarita de la familia. Pero como esto es una película Disney, y no lo sería del todo si no transmitiera valores positivos en forma de mensaje para los niños, la moraleja de la peli es que no importa si nacemos con o sin superpoderes, porque todos somos especiales a nuestra manera.

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Puede ser incluso que hasta la persona sin superpoderes, acabe salvándoles el culo a los que tienen superpoderes… Y hasta aquí puedo leer, que decía Mayra Gómez Kemp en el “Un, dos tres, responda otra vez”… Suficiente para que se hagan una idea de por dónde van los tiros en Encanto, una película con la que Disney vuelve a dar en la diana, tanto por su propuesta como por su resolución. Y eso que Encanto se distancia de títulos recientes Disney como Frozen, Vaiana o Raya y el último dragón, pues no presenta una historia épica grandilocuente como estamos acostumbrados, con sus aventureros protagonistas en un viaje iniciático, multitud de escenarios y un poderoso villano al que batir.

“Encanto es una película animada más en pequeño formato, que sólo habla de una familia con un drama por solucionar y que sucede toda en el mismo sitio”

No señores, Encanto es una película animada más en pequeño formato, que sólo habla de una familia con un drama por solucionar, sucede toda en el mismo sitio (la casa familiar y alrededores), y no hay villano, ni tampoco mascotas repelentes. Y aún así habla de grandes temas como la familia, el amor, la cooperación y la magia, y lo hace como es habitual en Disney, de forma que emociona al espectador, tocando la fibra con esa sensiblería tan bien puesta que provoca que hasta una estatua de mármol moje el ojo. Porque como ya decían en Hércules, un auténtico héroe (o superhéroe) no es quien tiene más fuerza, derrota más monstruos o gana más batallas, sino quien demuestra ser puro en su corazón.

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Encanto rinde además homenaje a la magia, animando la gran casa familiar como si tuviera vida propia. Como en esta ocasión no hay mascota graciosita que acompañe al protagonista, esta vez se hace de la gran casa un personaje más, y un personaje de gran importancia en la trama. Y se homenajea también a Colombia mejor que en un documental viajero de la 2, mostrando sus tradiciones, su música, su vestuario, sus paisajes, su flora, su fauna, y hasta las famosas mariposas amarillas de Gabriel García Márquez. Si Coco hacía lo propio con México, ahora le ha tocado el turno a Colombia, por lo que ya puede irse preparando el siguiente país latinoamericano de la lista…

Nuevo acierto de Disney, pues (y van…), y aún con más mérito, pues Encanto es una rara avis dentro de la filmografía animada de tío Walt. Una película, como les decía, de menor formato, sin grandes aventuras, con un colectivo de protagonista, y que sucede toda en el mismo sitio, sin que por ello deje de ser un espectáculo de luz y color. La única pega a considerar son las canciones de Lin-Manuel Miranda, que hay demasiadas, y que como ya ocurría en Vaiana, todas suenan igual sin que haya ninguna especialmente pegadiza (¿dónde están Alan Menken y Howard Ashman cuando se les necesita?). Por el resto nada que objetar. Exceptuando al pesado de Miranda, que se repite más que el ajo, Encanto es encantadora.

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