ISLA DE PERROS crítica: Guau, ¡a mi perro le gusta el sushi!

Fábula animada japonesa de Wes Anderson surrealista como siempre en Isla de perros

Si con tan solo diez minutos basta para saber que una película es de Michael Bay, Woody Allen o Guy Ritchie, por esos rasgos marcados de su filmografía que definen esa marca registrada que está asociada a unos creadores que mueren con su estilo, otro tanto podemos decir de Wes Anderson, un director en alza que se sabe diferente porque cuenta las historias a su particular manera con unos tics característicos muy bien definidos que va perfilando película tras película. Si con El gran hotel Budapest perfeccionó su obra más redonda llevándose, ¡ojo!, cuatro Oscars, con las histriónicas aventuras de un vanidoso conserje y su fiel botones lleno de esa carga satírica a la que nos tiene acostumbrados Anderson, con Isla de perros demuestra que ha llegado a su madurez creativa presentándonos un universo único e imaginativo sin necesidad de basarse en tal o cual cómic de moda ni abrumarnos con efectos especiales realizados por ordenador.

Wes Anderson no es precisamente un director muy prolífico, pues ha estrenado nueve películas en 22 años, un hecho que nos da la idea de lo perfeccionista y meticuloso que es, desarrollando hasta el último de los secundarios y diseñando cada escena al milímetro con sus inmaculados encuadres y su artístico uso de los colores. No es raro pues que haya tardado cuatro años desde El gran hotel Budapest para crear este distópico y apocalíptico mundo que nos presenta en Isla de perros, a caballo entre el de Wall·E, Elysium y Mad Max, donde los dulces perritos son confinados en una isla-gueto por un manipulador gobernante humano que embauca a un aborregado pueblo.

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Como la genial Fantástico Sr. Fox, para Isla de perros vuelve a recurrir a la animación en stop-motion, donde esa mínima expresividad que caracteriza y reclama a sus personajes (tanto reales como animados) se ve enfatizada. Y si la mente creativa de Wes Anderson se centraba en aquélla, en las vivencias de una disfuncional familia de zorros humanizados, esta vez se centra en un pueblo de Japón futurista donde los pobres perros, cuyos ladridos se han traducido al inglés (como rezan los cachondos títulos de crédito iniciales), son desterrados a una isla apestados por una supuesta gripe canina. Ya es habitual la recurrente presencia de los animales en las películas de Anderson, desde las evidentes Fantástico Sr. Fox y Life Aquatic, pasando por ese super acuario que quiere constuir el espabilado protagonista de Academia Rushmore, la serpiente de Viaje a Darjeeling, o esa adoración a los perros de Los Tenenbaums. Una familia de genios. En un momento u otro siempre ha mostrado la importancia que le da a los animales formando parte cosustancial de esas pintorescas historias que nos cuenta.

"Con Isla de perros Wes Anderson demuestra que ha llegado a su madurez creativa presentándonos un universo único e imaginativo"

E Isla de perros no abandona esa tendencia de esa humanización animal, profundizando en las duras vidas de esos maravillosos seres. Presentada en forma de fábula y dividida en capítulos (como es habitual en el director), a parte de esa subliminal crítica que subyace con ese populacho fácilmente manipulable que se traga todo lo que dice el poder subsersivo de gobernantes corruptos, no deja de ser una nueva historia de aventuras como Moonrise Kingdom o Viaje a Darjeeling, siendo esta vez el motor de la historia la épica búsqueda de su mascota Spots a cargo del intrépido jovenzuelo japonés Atari con la inestimable ayuda de un grupo de perros alfa, valientes, aterradores y orgullosos, que serán sus escuderos en ese arriesgado viaje de rescate canino y redención.

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Como hiciera en Viaje a Darjeeling, donde hizo que nos empapáramos de la cultura hindú, esta vez le ha tocado a Japón, y desde esos títulos iniciales con tambores taiko, ese sushi envenenado, un perro llamado Boss con uniforme de beisbol (deporte tradicional en tierras niponas), o ese adolescente emocionando al público con su haiku, son constantes los guiños a la tierra del sake demostrando ese grado de meticulosidad que imprime a sus películas y lo detallista que es el director americano.

Aunque Pixar con películas como Up, Del revés o Coco, ya nos haya ido acostumbrando a valorar el cine de animación como orientado al público adulto, Isla de perros es otra excelente propuesta de ese cine en mayúsculas made in Wes Anderson, quien en su loable propósito de sorprendernos ha vuelto a dar a luz otra genialidad marca de la casa, con el sello indefectible de elegancia y humor seco rebosante de inteligencia y unos personajes imperfectamente maravillosos, completando otra deliciosa obra que pasa a formar parte de su ya excelsa filmografía, donde lo vulgar no tiene cabida y puede presentarse henchido de orgullo como un brillante creador que tiene que empujar a viejunos como Woody Allen a la jubilación cinematográfica.

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Venus Hall of Fame

Recomendada por Kuato a: los fans de Los Simpson o South Park, y a aquellos nostálgicos del buen Burton con Frankenweenie.

No recomendada por Kuato a: quien tenga como héroe perruno de referencia a Bolt, o espere ver en esta peli a los perros bobalicones de 101 Dálmatas.

Ego-Tour de luxe por: esos huevos para colar el primer trasplante de riñón en stop-motion. Sólo se le podría ocurrir a Wes Anderson

Atmósfera turbínea por: que en el inevitable doblaje al castellano no se podrán disfrutar de las personales voces de Bryan Cranston y Scarlett Johansson, y demás colaboradores habituales de Anderson (incluso Yoko Ono colabora en la película).

■ ISLA DE PERROS, Estreno en Venusville: 20/04/2018.