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JOKER crítica: La risa floja

Origen del Joker a medio camino del dramón intelectualoide y la precuela superheroica

CHEMA PAMUNDI

Tras meses de polémicas (que si la “Biblia de los Incel”, que si “Lágrimas de hombre blanco inmaduro”...), con las redes sociales practicando esa afición tan de nuestro tiempo que consiste en juzgar y condenar una obra de ficción audiovisual sin siquiera haberla visto, lo peor que le podía pasar a Joker era que el resultado nos dejase fríos. Que nadie hablase de ella para bien ni para mal, ni siquiera para comparar a Joaquín Phoenix con Heath Ledger, y que se acabara diluyendo en el cada vez más poblado purgatorio de los títulos de superhéroes olvidables. Bueno, pues tranquilos, que eso no va a ocurrir: si bien Joker no es la obra maestra incontestable que algunos han pregonado (quizás también lo tenían decidido antes de verla) es una muy buena película. Bien escrita, bien dirigida y excelentemente interpretada por su actor principal. Es, además, una película de ética ambigua, lo cual garantiza debates encendidos, aunque lo sea más por impostura, por el ejercicio de estilo de molar siendo “edgy”, que por convicción en el mensaje que transmite. Que en realidad no es ninguno, como intentaré argumentar dentro de un par de párrafos (sí, lo siento por quienes han querido ver en ella a una nueva El club de la lucha, pero ni de coña).

Joker no va a dejar indiferente a casi nadie, sobre todo porque su director y guionista Todd Philips la ha diseñado, de manera un tanto perversa, para causar impacto. ¿Cómo? Pues armando un guion entre lo incómodo y lo gratuito, que se dedica íntegramente a maltratar al personaje principal, el aspirante a cómico Arthur Fleck, de muy variadas maneras: humillaciones, palizas, bullying, despidos laborales, desengaños emocionales, descubrimientos chunguísimos sobre su pasado, y un trastorno del comportamiento que le domina por completo, una especie de epilepsia que le hace reír a carcajadas sin control ante cualquier cosa que le altera, impidiéndole relacionarse con los demás de manera normal y, por lo tanto, estropeándole los pocos momentos en los que logra sacar la cabeza del pozo de mierda en el que vive, para tomar una bocanada de aire fresco. Tal como escribe él mismo en su diario (en la que sin duda es la frase más certera de la película) “Lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”. El protagonista de Joker es incapaz de hacerlo.

 

JOKER

"Y ahora para todos ustedes, el gran chiste clásico del perro llamado 'Mis tetas'"

 

Así pues, Joker es una crónica de la lenta y cruel caída de un pobre diablo por el precipicio del trastorno y la exclusión social, encadenando putadas cada vez peores, hasta que deja de reconocerse a sí mismo como un ser humano para convertirse en el monstruo titular. Sin ser una estructura narrativa muy sofisticada, cumple su cometido, y Todd Phillips la aliña con una excelente labor de dirección, montaje y fotografía, una puesta en escena deprimente y amenazadora que, sin grandes aspavientos, es mucho más “Gotham” que la Gotham de Christopher Nolan y un interesantísimo uso de la luz y del color (tonos cálidos para las escenas en las que el protagonista se siente seguro, tonos fríos para las escenas en las que se intuye peligro, la aparición del verde para indicar la presencia de la locura...). Una película previsible pero muy entretenida y con momentos, en lo visual, de gran cine.

Ahora bien, vamos con lo del mensaje que decía antes. Joker parece perseguir, a ratos con cierto aturullamiento, la estela de dos cintas de Martin Scorsese: la canónica Taxi Driver y la maldita El rey de la comedia (ambas protagonizadas por Robert De Niro, por cierto, que aquí tiene un papel secundario). Sin embargo, más que explorar la alienación, la obsesión por ser aceptado, la ausencia de empatía en la sociedad contemporánea y demás temas en los que profundizaban esas obras, las utiliza como meros patrones para darse lustre dramático y explicar cómo y por qué Arthur Fleck acaba volviéndose un criminal alfa. Este Joker no es el personaje de psique hipercompleja al que conocimos en comics como “La broma asesina”, es un simple enfermo mental, un pobre desgraciado sin características negativas de personalidad sobre las que pueda tomar decisiones conscientes (al contrario que el fascista Travis Bickle de Taxi Driver o el amoral Rupert Pupkin de El rey de la comedia), al que le ocurren cosas muy jodidas hasta que se rompe. Pues bueno, pues vale. Es algo fácil, y tramposo, escribir un personaje chungo que no tenga la culpa de nada de lo que le pasa. Eso no es correr riesgos, es todo lo contrario. Es quedarse en el centro de la puñetera zona de confort; y si hay un personaje de DC que justamente pide a gritos que corras riesgos con él, que te despierte ambivalencia entre atracción y repulsión, es el Joker. Pero este Joker sólo infunde lástima, no enfrenta al espectador a ningún dilema moral.

Joker es una crónica de la lenta y cruel caída de un pobre diablo por el precipicio del trastorno y la exclusión social, hasta que deja de reconocerse a sí mismo como un ser humano para convertirse en el monstruo titular”

Tres cuartos de lo mismo pueden aplicarse al trasfondo político que ambienta la acción: de nuevo, es un mero constructo de guion. Las clases populares de Gotham están a punto de revolucionarse y, en el momento de hacerlo, deciden adoptar de forma espontánea la imagen del Joker (que empieza a ganarse cierta fama mediática como “el payaso asesino”), manifestándose con caretas de clown como símbolo contestatario, al estilo del Guy Fawkes de V de Vendetta. Es una juerga de la que el propio Joker no participa directamente ni obtiene beneficios palpables, porque no entiende la política ni le interesa demasiado el poder, pero que a la vez alimenta su ego y, por vez primera, le hace sentir que existe, que alguien se fija en él (aunque sea a través de un alter ego oculto bajo una gruesa capa de maquillaje). Luego la cosa se descontrola por completo, claro, y acaba liándose la de Dios, pero la película no apunta ninguna reflexión al respecto. Las cosas ocurren así y ya está. Lo cual, por supuesto, significa que en realidad la película SÍ que apunta una reflexión (porque no tomar postura política es una postura política en sí misma): que los movimientos de protesta social son pueriles, manipulables y no sirven para nada. Vamos, que para ofrecer una lectura así de carca y simplona (a Donald Trump le encantaría), casi es mejor que Joker no se moleste en ofrecer ninguna.

Además, como ya he dicho, Joker gana inercia cuanto más renuncia a intentar darse importancia sociocultural y más se asume como una obra anclada en el universo DC, cuanto más la reconocemos como una peli de superhéroes protagonizada por nuestro psicópata de pelo verde favorito. Lo importante, en definitiva, es que consigue ser lo que le pedíamos que fuera: una estupenda historia del Joker (se llegó a decir que originalmente el guion ni siquiera estaba escrito para él, sino que era una trama de “asesino chiflado genérico” a la que le pegaron encima su plantilla). De hecho, y eso sí que entronca bien con el espíritu gamberro y disruptivo del personaje, lo consigue subvirtiendo el propio género superheroico, tratándolo incluso con cierto desprecio formal: no hay combates ni escenas de acción como tales (lo que hay es escenas de violencia muy contundentes), no se utiliza el humor como vía de escape, etc.

 

JOKER

"Es la última vez que me hago los empastes por la Seguridad Social"

 

Y luego, por supuesto, Joaquín Phoenix. ¿Está todo lo bien que cabía esperar? Lo está. Es una interpretación que va una y otra vez del centro a los extremos y de vuelta al centro, acertando siempre el tiro. Ahora bien, no es mejor que la interpretación de Heath Ledger en El caballero oscuro. Ni tampoco peor. Porque esas dos películas muestran a dos Joker en los polos opuestos de su trayectoria. El de Ledger era un personaje proactivo, que había asumido por completo que su psicopatía asesina era el único modo de realizarse y disfrutar de la vida, mientras que el de Phoenix parte de cero, se tira toda la película reaccionando como puede a los pianos que le van cayendo encima hasta llegar a convertirse en el agente del caos puro que todos conocemos. Son por lo tanto dos interpretaciones radicalmente distintas (la de Ledger todo maldad, carisma y seguridad en sí mismo; la de Phoenix todo desesperación, dudas y lucha interior), y merecen ser disfrutadas cada una de ellas en el contexto para el que han sido creadas. El resto del reparto cumple como comparsas necesarios, pero Joker es en gran medida un monólogo de Phoenix.

Estamos pues ante una película tan bien facturada en su forma (que en este caso era lo que contaba) como artificiosa en su fondo (que no era tan necesario, aunque algo más de enjundia le hubiese subido la nota). Tal vez lo que mejor la defina sea su uso de la música, que subraya la miseria del protagonista mediante canciones decadentes de crooners como Frank Sinatra, Jimmy Durante o Tony Bennet (“Smile”, “Send in the Clowns”, “That's Life”, “Put on a Happy Face”...). ¿Es sutil? En absoluto. Pero funciona de cojones. Pues eso es Joker, un tebeo que funciona de cojones. Si no te gusta, o si esperabas otra cosa, igual es que no has pillado el chiste.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: quien pensaba que después de Heath Ledger era imposible retomar el personaje del Joker.

No recomendada por Kuato a: quien pensaba que esto sería una pieza transgresora y revolucionaria estilo La naranja mecánica. No, es un melodrama de superhéroes y listo.

Ego-Tour de luxe por: que, pese a irse por ciertos derroteros que se saltan un poco el canon del personaje, acabe conectando de manera perfecta con el Joker de toda la vida; y que tenga la paciencia de no hacerlo del todo hasta la última puñetera escena (que por cierto, es fabulosa).

Atmósfera turbinea por: la anodina interpretación de De Niro, que encarna a un presentador de talk show al que Fleck tiene idealizado. Se entiende como guiño a Taxi Driver y El rey de la comedia, pero chato, ponle más ganas.

 

JOKER. “Joker” (2019). Dirección: Todd Phillips. Guión: Todd Phillips y Scott Silver. Reparto: Joaquin Phoenix, Zazie Beetz, Robert De Niro, Frances Conroy, Marc Maron y Josh Pais. Estreno en Venusville: 04/10/2019.

 

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