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POMPEYA crítica: Gladiatorín

   

Gladiatorín

Precuela inconfesa de Gladiator en la que Máximo
es un chulito con acné juvenil y pantalones cortos

Por Ray Zeta

 

<Contaba Orson Welles que para realizar Ciudadano Kane vio antes múltiples veces La diligencia de John Ford y fue así como aprendió a hacer cine. Siguiendo esta premisa está claro que la película que ha visto Paul W. S. Anderson hasta la saciedad antes de realizar Pompeya ha sido Gladiator. Bueno, Gladiator y también Titanic, porque si los dos primeros tercios de la peli son CLAVADOS (ahora empiezo a contarles) al clásico de Ridley Scott, en su último tercio la película copia sin complejos Titanic al introducir el elemento catastrofista y combinarlo con la subtrama amorosa con la misma fórmula, y allí donde James Cameron hundía el trasantlántico, Paul Anderson erupciona el Vesubio. Y lo más curioso de todo es que funciona. Si ustedes son capaces de abandonar los prejuicios a la puerta del cine, y olvidar que todo (repito: TODO) lo que sale en la peli está fusilado de Gladiator o Titanic, o si bien son unos recién llegados de Marte que no han visto ninguna de las dos pelis, Pompeya les gustará.

   Porque pese a no haber inventado la sopa de ajo, Pompeya es al menos una película con cara y ojos, cosa que no se puede decir de algunas de las obras que le han dado la fama al maridito de Milla Jovovich, como Resident Evil, Alien Vs. Predator,y las secuelas de éstas que ha ido produciendo. Estas citadas no son más que videojuegos en movimiento sin construcción de personajes, cuyo único objetivo es ir pasando pantallas hasta llegar al bonus track. Los tres mosqueteros debía haber roto esta línea al tratarse de un clásico con aventuras, romance e intrigas políticas, pero una vez más Paul W. S. Anderson facturó una pieza vacía de construcción narrativa, con unos personajes más parecidos a muñequitos de pantalla videojueguil que a mosqueteros de la Francia mosqueteril. Hasta que ha llegado Pompeya, con la que las repetidas visiones de Gladiator han dado su fruto, y gracias a las enseñanzas indirectas de Ridley Scott, ha realizado al fin una peli susceptible de verse sin necesidad de sostener un joystick.

 

"Suerte que como hemos visto Gladiator, podemos copiar lo que hacían Russell Crowe y Djimon Hounsou"

 

   Al contrario de la recientemente patética Hércules: El origen de la leyenda, Pompeya es una peli de romanos ágil, rápida y entretenida, repito, siempre y cuando estemos dispuestos a obviar que es una fotocopia de Gladiator. ¿Cómo empieza Gladiator? Con una batalla de romanos vs. bárbaros. ¿Cómo empieza Pompeya? Pues igual, hasta está filmada de la misma manera, con planos a cámara lenta y música semioperística. Y esto es sólo el principio, porque a partir de aquí Anderson sigue el esquema marcado por Scott escena por escena. Al prota lo hacen gladiador de la misma manera, y muestran que es el mejor de la misma manera (sólo le falta preguntarle al público con desprecio “si se han divertido”), por eso también está considerado desaprovechado en provincias y es trasladado al gran circo de Pompeya, donde traba amistad con un africano cachas que también reza a figuritas, con quien protagoniza en la arena una recreación de una batalla histórica en la que también se erige en líder para júbilo del público. Madre de Dios, si hasta le vitorean a grito de “¡celta, celta!”, como a Russell Crowe le gritaban “¡hispano, hispano!”...

 

  "Si los dos primeros tercios de la peli son clavados a Gladiator, en su último tercio la película copia sin complejos Titanic al introducir el elemento catastrofista con la misma fórmula"  

 

   Y así hasta llegar a la erupción del volcán, donde cambiamos Gladiator por Titanic. Volcán que hasta ese momento había sido filmado a base de primeros planos con unos acordes musicales similares a los de Tiburón, mientras se oyen de fondo susurros demoníacos, como el Ojo de Saurón de El señor de los anillos. De Titanic Paul W.S. Anderson copia la combinación de cine catastrófico y cine romántico que tan bien le salió a James Cameron, y mientras nos deleita con un festival de efectos volcánicos digitales que dejan pequeños a los de Volcano y Un pueblo llamado Dante’s Peak, que incluyen terremotos y tsunamis, introduce el conflicto formado por el triángulo amoroso de turno: la niña pija rica florero enamorada del joven héroe pobretón guapazo, mientras es pretendida por el ricacho cabrón carrozón que hace las veces de villano. Y así claro, cuando estalla el volcán, en vez de procurar que la lava no nos queme el culo, toca preocuparse de que el rival no se nos lleve la novia, hasta convertir la acción en un drama folletinesco.

 

"Como tu no estás tan gorda como Kate Winslet, si al final nos quedamos en un tablón cabremos los dos"

 

   Kit Harington, el Jon Snow de Juego de tronos, pasa el examen de “gladiatorín” con nota (mucho mejor que el sosainas de Kellan Lutz en Hércules: El origen de una leyenda, que parece el muñeco de Michelin de tan hinchado que está). No es fácil interpretar a un héroe peplumero, y menos cuando pesos pesados como Russell Crowe y Gerard Butler han dejado el listón tan alto en pelis como Gladiator y 300 (que se lo pregunten sino a Brad Pitt y a Colin Farrell, que aún deben estar dándose de ladrillazos por el ridículo perpetrado en Troya y Alejandro Magno respectivamente). El héroe peplumero debe ser carismático, convencernos de que es un tío con un par de huevos noble y valeroso, y ha de ser también capaz también de convencernos de que agarremos una lanza y un escudo y nos unamos a su causa, aunque ésta sea la de enfrentarse a 100.000 persas con apenas 300 hombres. Y Kit Harington, poniendo aire de pasota que está de vuelta de todo y que se la trae floja lo que le depara el destino, lo consigue con creces, y le da la réplica perfecta a Kiefer Sutherland, senador corrupto y villano en funciones, más aficionado a las vírgenes tiernecitas de provincias que a las putas ajadas del Trastévere.

   O sea, que si les gustan las pelis de gladiadores, como la estupenda serie Spartacus, la patética Hércules: El origen de la leyenda (hay gente para todo en este mundo), y ya no digamos Gladiator (a Espartaco ya no la nombro porque es LA película de gladiadores por excelencia), les gustará Pompeya. En un tiempo en el que los reboots y las precuelas con los personajes de siempre en su juventud están de moda, podemos tomarnos Pompeya como un remake teen de Gladiator. ¿Acaso no hemos visto recientemente a Magneto y al Profesor X con acné, al capitán Kirk y a Mr. Spock correteando en pantalón corto por la Enterprise, y a Jack Ryan guardando revistas porno bajo el colchón? Pues imaginen que Kit Harington es aquí Máximo Meridio antes de ser marido de una esposa asesinada y padre de un hijo asesinado, cuando era un jovenzuelo más preocupado de pillar cacho con romanas pijas que de ser un general respetado por sus hombres. Y como vemos que esto de copiar clásicos recientes funciona, le recomendamos a Paul W. S. Anderson que para Resident Evil 6, que será su próxima película, tome como modelo a Amanecer de los muertos./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
 

Recomendada por Kuato a: quien siempre quiso ver Gladiator 2. Esto es como un remake teen en forma de precuela que bien podría titularse “Gladiatorín”.

     
  No recomendada por Kuato a: quien sea capaz de recitar de memoria y al revés la arenga de Gladiator. Esa que acaba con la famosa frase “lo que hacemos en la vida, tiene su eco en la eternidad”.
     
 

Ego-Tour de luxe por: no lo he dicho, pero aparte de Gladiator y Titanic, también hay un momento Conan justo al principio de la película.

     
  Atmósfera turbínea por: que Paul W. S. Anderson no le haya dado un papel a su mujercita Milla Jovovich para poder disfrutarla en toga romana. El de Carrie-Anne Moss hubiera sido perfecto.

 

 

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1 Respuesta

  1. Anónimo
    Darth Vater<br />Es verdad,es clavada a Galdiator escena por escena. No se como tienen tanta cara

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