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PREDATOR crítica: Caza menor

Nuevo y fallido intento de resucitar la saga Predator haciendo juego con la versión de 2010

CHEMA PAMUNDI

El Depredador de John McTiernan y Arnold Schwarzenegger es uno de esos clasicazos ochenteros tan incontestables como sorprendentes, mucho más evocador, redondo e icónico de lo que se suponía que tenía que ser una peli de acción veraniega sobre una suerte de orco espacial que caza presas humanas por deporte. Sin embargo, justo por eso, porque el concepto de los predators es resultón pero limitadillo a nivel dramático, la tendencia dominante en todas sus secuelas ha sido siempre vivir de las rentas artísticas generadas por la cinta original. Depredador 2 aún tenía cierto gracejo de serie B, buenos personajes y la inteligente ocurrencia de ambientar la historia en un entorno urbano, pero los dos AVP que vinieron después rebajaron el listón de exigencia argumental hasta el absurdo (dos razas de alienígenas en perpetuo estado de cabreo quedan en la Tierra para darse de hostias). Más recientemente, el intento de Predators por insuflar algo de frescura a la acción trasladándola a otro planeta se quedó en un tibio “más de lo mismo” sin pies ni cabeza que, en cierto modo, certificó la muerte creativa de la franquicia; y todo parece indicar que esta Predator que ahora nos llega supone su entierro con banda de música.

Para empezar, el batacazo de taquilla en su primera semana de exhibición (tampoco la ya mencionada Predators, en 2010, recaudó como para descorchar champán) demuestra que las andanzas de estos extraterrestres caracangrejo interesan ya más bien poco a la generación millenial de fans de la ciencia-ficción. La indiferencia mayoritaria con la que está siendo acogida la película es el vestigio de una fiebre revivalista cada vez más insípida, que el género fantástico haría bien en irse quitando de encima de una vez por todas. No podemos seguir toda la vida “remakeando”, “rebooteando” y “secuelizando” en piloto automático clásicos que estuvieron de moda hace cuatro décadas. El público de hoy en día quiere ver cosas que le resuenen culturalmente. Cosas como Alita, Avengers: Infinity War o incluso Ready Player One (que sí, será el pastiche de los pastiches, pero no hay duda de que conecta con su público a nivel referencial). En ese contexto, Predator es la peor clase de refrito: un refrito irrelevante.

 

Predator

"Hay que joderse, nosotros queríamos parecernos al escuadrón de Arnold Schwarzenneger, no al de Adrien Brody"

 

La película, hay que decirlo, empieza bien, sin perder tiempo en exponer sus cartas. A los cinco minutos ya hemos visto a una nave espacial estrellarse contra la Tierra (en una zona boscosa, como siempre), una balasera entre soldados del ejército yanqui y mafiosos del cártel de la droga mexicana, y a un predator tirando de su habitual muestrario de quincalla tecnológica para hacer menudillos de homo sapiens. Un arranque divertido, sí... pero a partir del cual la trama degenera a velocidad hiperespacial en un batiburrillo de agentes secretos del gobierno conspirando para trincar la tecnología alienígena, traiciones y bofetadas a mano aplauso entre facciones de predators, explicaciones innecesarias sobre sus motivaciones para cazar (ahora resulta que utilizan las médulas espinales que arrancan a sus víctimas para digi-evolucionar) y una sucesión de gags físicos y verbales que, inexplicablemente, buscan convertir Predator en una parodia. Para haber sido dirigida y co-guionizada por Shane Black, quien se declara fan absoluto de la serie y que, de hecho, incluso tuvo un pequeño papel en Depredador (era el soldado con gafas que leía tebeos del Sargento Rock), uno diría que no ha entendido un carajo de qué va esto.

"Predator es la peor clase de refrito: un refrito irrelevante"

El principal problema de Predator es, no obstante, un elenco de personajes protagonistas que se pasa de pintoresco y se queda cortísimo en cuanto a carisma: un francotirador cara de acelga (Boyd Holbrook) con familia disfuncional formada por una esposa de lo más comprensiva con el tema de que les persiga un alien asesino, y un hijo de 10 años con autismo capaz de descifrar los códigos predator como quien resuelve crucigramas. Junto a ellos, una cuchipanda de militares convictos chiflados que son una especie de versión borderline de los Doce del patíbulo (aunque en este caso sean cinco) y una profesora de biología que debe de haberse chupado todas las pelis anteriores de la saga, porque a los tres minutos de ver su primer alien ya es experta por igual en “predatorlogía” y en el uso de todo tipo de armas automáticas. Incluso adopta un perro predator (sí, salen perricos predator; en fin...).

 

Predator

"En la próxima peli os sorprenderé con un peinado a lo Elvis Presley en vez de a lo Bob Marley"

 

Predator es una obra sin ínfulas de grandeza, lo cual la honra, pero también sin expectativas más allá de contentar a sus fans más irredentos, lo cual la reduce a una aventurilla sin pena ni gloria. Sus diálogos y algunas de sus escenas de acción abundan en un tono de comedia de enredos y patinazos que, además de ridículo (ninguno de los chistes funciona; es que ni uno solo), aniquila cualquier suspense posible. Se intuye que sus guionistas buscaban emular el medido tono de sorna desmitificadora de por ejemplo Parque Jurásico (el abogado sentado en el retrete, las frases molonas de Jeff Goldblum...), pero desde luego se han pasado de frenada llevándolo todo al nivel Wile E. Coyote. Cuando el predator le cercena el brazo a un soldado, le pone el pulgar hacia arriba y lo hace asomar por una esquina para que otro soldado crea que todo va bien, sabes que la saga ha tocado fondo.

Se agradece el esfuerzo de Shane Black y compañía por inyectar espíritu “old school” al asunto, metiendo varios guiños como la ambientación en un pueblo en plena fiesta de Halloween o el chavalín “especialito” que entiende a los bicharracos extraterrestres mejor que los adultos (puro E.T.), pasando por el tópico siempre apañado del agente gubernamental cabronazo/semi-villano que acaba haciendo piña con el héroe para salvar sus mutuos traseros. Sin embargo, se agradecería aún más que todo ese empeño estuviera al servicio de un producto menos mediocre e insulso. Predator pretende ser un homenaje al cine de acción de los 80 (otro más, porque se conoce que aún no lo hemos homenajeado lo suficiente), pero en vez de eso es un recordatorio de que, como decía algunos párrafos atrás, los 80 acabaron hace 30 años y quizás ya va tocando dejar de ensimismarse con ellos y empezar a tener ideas nuevas.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

Recomendada por Kuato a: quien quiera ver perros predator (en efecto, también tienen rastas). Digo yo que alguien habrá dispuesto a pagar una entrada para ver perros predator, ¿no? ¿No?

No recomendada por Kuato a: quien no tenga interés en ver una entrega de Predator que parece un mal sketch de Saturday Night Live.

Ego-Tour de luxe por: pese a ser una ida de olla muy por el morro, la última escena introduce por lo menos un concepto diferente y arriesgado. Hubiera estado bien que Predator lo explorase un poco más, un poco antes. Quizás ahora ya sea demasiado tarde.

Atmósfera turbínea por: esos personajes femeninos (la esposa del prota y la científica-experta-sobrevenida-en-predators) que simplemente desaparecen de la película cuando dejan de interesarle al guionista, sin explicación ninguna sobre su paradero.

 

PREDATOR. “The Predator” (2018). Dirección: Shane Black. Guión: Shane Black y Fred Dekker. Reparto: Boyd Holbrook, Olivia Munn, Trevante Rhodes, Keegan Michael Key y Jacob Tremblay. Estreno en Venusville: 14/09/2018

 

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1 Respuesta

  1. Pues yo iré mañana a verla con mi crío. Si la peli le gusta a un chaval de 11 años me daré por satisfecho.

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