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SÉPTIMO crítica: Usen el ascensor también para bajar

   

Usen el ascensor también para bajar

Thriller ambientado en un edificio como Rec o Mientras
duermes, pero sin estar dirigido por Jaume Balagueró

Por Sapo

 

<Un padre va a acompañar a sus dos hijos a la escuela y, mientras él baja con el ascensor, su prole repite por enésima vez el juego de bajar corriendo por las escaleras para ver quién llega antes. Pero ese día, de forma sorprendente, los chicos nunca aparecen en la planta baja. ¿Y de dónde nació toda la secuencia? Pues, obviamente, del séptimo piso. Ese es el arranque sugerente y turbador de la película, pero, por desgracia, también es su punto culminante. Lo que viene después avanza cuesta abajo.

   Menos mal que el director, Patxi Amezcua, se inició como guionista en el mundo del cine, porque precisamente es el guión que trunca un planteamiento intrigante al que se le podría haber sacado mucho más partido. Suerte que el dúo protagonista, Ricardo Darín y Belén Rueda, ofrecen una interpretación solvente y creíble que contrasta con la inconsistencia de algunos de los secundarios que los arropan. Esto me lleva a preguntarme si tan mal está la cosa en el mundo del celuloide para que actores tan contrastados se avengan a colaborar en proyectos tan justitos.

 

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"A ti lo que te jode es que Bayona se llevara a Tailandia para Lo imposible a Naomi Watts y no a ti"

 

   Al hilo de lo anterior y continuando con las ambivalencias, no puedo evitar referirme al aspecto personal de una Belén Rueda que sigue transmitiendo atracción y elegancia, ahora maduras, pero que está en un tris de caer en una peligrosa plastificación de su imagen. Si en ello tienen que ver ciertas prácticas estéticas avanzadas, lo ignoro. Simplemente le recomendaría prudencia en sus próximas visitas a la consulta.

   Al grano con el guión. De entrada sobran la mayoría de potenciales captores de los chicos que viven en el edificio y aún sobra más la forma en que son descartados. Es idéntica en todos los casos: plausible intimidación inicial al sospechoso, pero éste muestra una personalidad diferente a la anunciada y sus explicaciones se aceptan fácilmente. ¡Cómo si alguien que se dé a los secuestros no tuviera el engaño como una de sus virtudes ! Y para rematarlo todo, el personaje del vecino que es un policía con pinta de jubilado no tiene desperdicio. Pasa de sospechoso a colaborador, pero luego vuelve a ser sospechoso para finalmente dejar de serlo. Y, aunque indica que se va a la comisaría para coordinar la búsqueda desde ahí, aparece otra vez por su casa sin motivo aparente. O la comisaría estaba a la vuelta de la esquina o tiene el don de la ubicuidad.

 

  "Menos mal que el director se inició como guionista, porque precisamente es el guión que trunca un planteamiento intrigante al que se le podría haber sacado mucho más partido"  

 

   Luego están las subtramas que sirven para tensionar al personaje del padre que debe afrontar la captura de sus hijos: la laboral del juicio donde debe acudir como abogado, y la familiar con el tipo que acosa a su hermana. Como elementos de tensión valen, pero como forma de introducir nuevos sospechosos son pobres, pues sólo aparecen a través de conversaciones telefónicas.

   Además, si aparentemente los niños no han salido del edificio, pues nadie los ha visto fuera, el conserje de la portería incluido, ¿lo lógico no sería proceder a un registro exhaustivo de todos los apartamentos del edificio? Pues de eso nada, sólo se registra un apartamento de un presunto pedófilo fichado que resulta estar vacío desde hace semanas (supongo que el tipejo estaría dándose un garbeo por Tailandia). Y el par de agentes, apostados frente a la entrada de la casa esperando si los niños volvían solos para darles la bienvenida...

 

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"Que conste que si no fui a Tailandia es porque no soporto el kick-boxing"

 

   En cambio, lo más convincente resulta la relación de los padres, en proceso de separación, que deben afrontar el secuestro de sus hijos apoyándose mutuamente, entre dudas de sus sentimientos y con recelos de las reales intenciones del otro. Es ahí donde se aprecia química entre Darín y Rueda para proporcionar algunas de las mejores secuencias de la película. Otra es el momento en que Darín afronta a su jefe del bufete de abogados, ciertamente mafiosillo, para que le anticipe la suma del rescate.

   En definitiva, luces y sombras para una película que prometía por planteamiento y elenco pero que flojea por desarrollo. Al menos, en la parte final, la escena surrealista del pandillero en bici de free-style que va a buscar el dinero del rescate, y un desenlace en giro argumental más que digno, permiten remontar el ánimo del espectador./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 

Recomendada por Kuato a: los fans de un Ricardo Darín siempre sólido en su interpretación.

     
 

No recomendada por Kuato a: los amantes del suspense, pues la película está trufada de situaciones previsibles.

     
 

Ego-Tour de luxe por: por la estética del fantástico patio de escalera dónde se desarrolla gran parte de la acción.

     
 

Atmósfera turbínea por: la expresividad, forzadamente ambigua, del portero del edificio cuya alegría cuando se resuelve el caso es propia de teatro infantil.

 

 

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