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SITGES 2009: PANDORUM crítica

   

Esta nave es una ruina

60.000 pasajeros con destino el planeta Tanis en busca de su salvación... ¡en una nave que va a pedales!

Por Dr. Bishop

 

<“Indudablemente fue un papel que requirió de una gran preparación física”, leemos que indica Dennis Quaid sobre su participación en Pandorum… Y el tío se queda tan pancho. Pues nos permitimos dudarlo, porque en toda la peli el amigo Quaid no se mueve del decorado del puesto de mando ni para ir a mear. Oh sí, en el clímax recibe un manguerazo y forcejea penosamente con un rival... Gran esfuerzo el de tus grandes huevos, Dennis, que esta “preparación física” ya te la hacemos nosotros cada viernes noche en el bar, so perro.

 

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"Un respeto, que yo ya me moví lo mío en El día del mañana..."

 

   No se confundan, Dennis Quaid siempre nos ha parecido un buen tipo, un actor de clase media simpático, entrañable si se quiere, que siempre asociaremos a los ochenta gracias a clasiquillos como El chip prodigiosoo Enemigo mío. No obstante, y vista la caída libre de su carrera posterior, al finalizar su década prodigiosa habría sido mejor hibernarle y tirar la llave para dejarnos un buen recuerdo.

   En lugar de eso, en Pandorum algún iluminado despierta a Quaid de su hibernación en el año 2.174, amnésico y junto a otro cosmonauta en la nave Elysium. Mientras Quaid decide ponerse cómodo en el sillón para ir mirando lucecitas de un monitor, el machacas de su compañero sí hará gala de su forma física para atravesar los tropocientos kilómetros de eslora de la nave, infestados de humanos descarriados y mutantes caníbales en busca de merienda.

 

  "¿Cómo nos pueden colar que la Elysium, presunto bajel salvador de la especie humana y vivienda de 60.000 pasajeros, fuera construida a golpes de llave inglesa por los mismísimos Pepe Gotera y Otilio?"  

 

   En un inicio la historia se va balanceando entre el entretenimiento pasable y la mediocridad discreta, pero cae de bruces en la segunda cuando acabamos averiguando el origen del conflicto. Ni amenazas extraterrestres ni sobrenaturales: todo se reduce a que los constructores de la Elysium son unos incompetentes de mucho cuidado, con una negligencia criminal que clama al cielo, pervirtiendo un presunto viaje de esperanza para la Humanidad en la puta antesala del infierno.

   Alucinantes, cuando no sonrojantes, los mil follones montados por averías varias: cámaras de hibernación chusqueras que producen (y con la desfachatez de reconocerlo en su ficha técnica) locura homicida, complejo de Dios y amnesia profunda (y no les dejan ni un miserable CD puesto para recordarles la misión); sueros intravenosos de fritanga para el hiper-sueño que, si a uno le entran de lado, le provocan mutaciones físicas aberrantes y antropofagia (con los consiguientes inconvenientes para una convivencia en paz con el resto de tripulación); una instalación eléctrica bipolar de tanta subida y bajada de tensión; rampas abismales ente pisos para unir desniveles incoherentes; un reactor nuclear del Plestoceno que hay que reiniciar casi a patadas; ni una sola mano de pintura para ocultar la multitud de roña y óxido imperante… 

 

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"No me extraña que no ande, en vez de aceite de 95 octanos le han puesto horchata de chufa"

 

   A ver, que no pedimos un crucero trans-galáctico, rollo el del El quinto elemento, para que el príncipe Rainiero nos celebre el próximo Baile de la Rosa, pero es que hay tal cúmulo de mierda, desastres tecnológicos, y hablando en plata de chapuzas en el infecto Elysium que, a su lado, la Nostromo y la Sulaco de la saga Alien nos parecen casi la Alhambra de lo limpias y presentables que están. ¿Cómo nos pueden colar los guionistas de Pandorum que la Elysium, presunto bajel salvador de la especie humana y vivienda de 60.000 pasajeros, fuera construida a golpes de llave inglesa por los mismísimos Pepe Gotera y Otilio? ¿Un trasto mastodóntico, sin pase de la ITV ni certificado ISO, debe ser la responsable de nuestro futuro?

   Pues con todo el dolor del mundo, antes que subirnos a esa castaña de nave, nosotros preferimos morirnos tranquilitos y tomando una cervecita en la Tierra, por radioactiva que esté. Ahí donde nacimos como príncipes, moriremos como reyes./>

 

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